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Tercera edad, grupo vulnerable en constante aumento

El Universal

Hace poco más de 500 años, en la Ciudad de México los adultos mayores eran los más respetados, los más sabios y a los que más se les tomaba en cuenta para decidir. Hoy, la tendencia es verlos como improductivos, ineficientes, enfermos y decadentes, según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

Antes, eran los que curaban con sus remedios y hasta se comunicaban con los dioses. Ahora, son discriminados de múltiples formas empezando desde su hogar, con su propia familia, a gritos o a golpes.

“Les afecta la discriminación laboral, el abandono familiar y la violencia física y sicológica; así como la debilidad de mecanismos que otorguen garantías a su patrimonio”, según el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam).

Magdalena Adriana González Furlong, directora de la dependencia informa que cada día 800 personas en el país cumplen 60 años, lo que significa que al año 292 mil personas ingresan al sector social de la llamada Tercera Edad.

“Es un grupo vulnerable en aumento”, dice. Y a esto hay que agregarle la discriminación por tener algún tipo de capacidad diferente, insiste.

Según las cifras de la dependendencia, en México hay 8.6 millones de personas mayores de 60 años; es decir, uno de cada 20 ciudadanos. El Consejo Nacional de Población (Conapo) estima que para el año 2050, este sector será una cuarta parte del total de la población mexicana, es decir, unos 32 millones.

En la actualidad, 955 mil adultos mayores habitan en el DF, según datos del Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI) de 2005.

En las instituciones y en las calles

Datos de la Secretaría de Salud del Gobierno capitalino señalan que tan sólo en el Distrito Federal, 5% de los adultos mayores ha reportado ser víctimas de abuso o maltrato. Y uno de cada 100 dijo sufrir violencia física.

Graciela Casas, especialista de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que la discriminación empieza desde el concepto que se tiene de la vejez, de la que dice, “se le ve como malo, despreciable, caduco, en desuso, en vez de verlo como experiencia y sabiduría”.

Agrega que antes de llegar a los gritos y golpes en casa, a este grupo lo discrimina la sociedad y las instituciones.

“No les dan tarjeta de crédito bancaria porque no ofrecen garantías y tampoco consiguen seguros de vida por su edad. No hay un estereotipo de éxito de vejez”, indica.

La investigadora considera que parte del problema es que el adulto mayor no conoce sus derechos ni se anima a exigirlos y asumen como algo normal el rechazo.

No obstante, reconoce, las actuales administraciones han volteado a atender los problemas de este grupo vulnerable y que, a pesar de que se usan con fines políticos, están dando resultados.

Pero más allá de lo que diga la Ley de Derechos de los Adultos Mayores, la discriminación se siente en las calles.

“Sí hay discriminación en el trabajo hacia nosotros los viejos”, asegura Sebastián López Colmenares, de 65 años. Él lleva más de cuatro décadas trabajando en un taller usando máquinas peligrosas para sus manos.

“Ahí contratan a chamacos con el sueldo mínimo de 400 pesos y yo con experiencia de 45 años en el negocio me dan 300 ‘si quieres’, me dicen y así pasa donde quiera”.

Don Sebastián tiene que sostener a su esposa, a su nuera y a sus nietas de 10 y 3 años, cuyo padre emigró hace un mes a Estados Unidos con la esperanza de tener un mejor trabajo.

Consecuencias Fatales

La discriminación hacia los adultos “en plenitud” puede ocasionar depresión y hasta la muerte, según Juan Carlos González Llamas, director de Gerontología del INAPAM.

“Uno de los padecimientos sicológicos más fuertes en el anciano es la depresión. Entre sus causas se cuenta el no ser independiente, el no estar seguro y el no poder tomar sus decisiones”.

Entre los signos de este padecimiento, el especialista menciona “el que se vuelven inapetentes, duermen mucho, dejan de comer, procuran poco las relaciones interpersonales con sus familiares, sus compañeros de generación o con otras personas” .

González Llamas agrega que en el país sólo 25% de las personas de 60 años o más ha cotizado en la seguridad social, lo que implica que el resto pueda estar desenvolviéndose en la economía informal, sin ningún tipo de garantía laboral ni de salud.

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