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Justicia inequitativa

Un acto más de impunidad, una actuación circense de un juez de control, confabulado con el Titular de la PGR, un malabarismo con las leyes, una burla al pueblo mexicano ávido de honestidad y de justicia, un insulto a la inteligencia de los mexicanos; eso es lo que significa la ridícula y minimizada sentencia de uno de los íconos de la corrupción en el sexenio de Peña Nieto.

Javier Duarte, el exgobernador de Veracruz, ha sido juzgado y sentenciado con una vara que no corresponde a los delitos que se le imputan y cuya culpabilidad se le había ya comprobado. Sólo faltaba que el delincuente aceptara los delitos rasurados, previa negociación con los representantes de la justicia para que la sentencia se dictara ipso facto.

Un pueblo que se respete a sí mismo no debería aceptar este tipo de negociaciones; y si éstas están consideradas en la ley, entonces las leyes están mal. Cientos, miles de presos, por delitos menores purgan una sentencia mayor a la asignada al ex gobernador, quien desde el momento de su detención supo que la justicia estaba de su parte; por ello su sonrisa irónica, sarcástica, burlesca, socarrona jamás se le borró de su cara.

Nada hay más lamentable, que ser testigo de un acto de simulación y no poder hacer nada al respecto. ¿Qué puede hacer el Legislativo? Llamar a cuentas al encargado del despacho de la PGR, Alberto Díaz Beltrán. ¿Ya pa’ qué mi chacho? Palo dado ni Dios lo quita. Por eso estamos como estamos; por eso hay comunidades que se hacen justicia por su propia mano, por eso los linchamientos en Puebla y en Hidalgo, los que por cierto y en sentido estricto de la justicia no se justifican, ¡Y menos cuando son resultado de rumores y confusiones!

Un pueblo que sabe que el sistema de justicia está corrompido y que las leyes no se aplican, toma la “justicia en sus manos”, pierde la razón, la cordura y deja salir de sus entrañas sus instintos más primitivos, protagonizando sin pudor actos de barbarie. Para prueba, ahí están los linchamientos más recientes en Hidalgo y Puebla. Gente inocente fue víctima de una “justicia” equivocada lo que demuestra que el pueblo no siempre es sabio, o que siéndolo extravía su razón y se torna enfurecido animal.

Tiene razón el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador cuando califica de show la minimizada sentencia que recibió el ex gobernador veracruzano: 9 años de prisión a la que ya se le puede descontar el año y medio que ha permanecido preso, y el tiempo que se le reduzca por “buena conducta”, por lo que, según sus abogados en 3 años más estará libre como una paloma y con muchos millones para darse una vida de jeque árabe petrolero, a costillas del pueblo mexicano, especialmente de los veracruzanos. A esta sentencia histórica se le agrega una multa “estratosférica” de 58 mil, 980 pesos, (que es como quitarle un pelo a un gato), y la incautación de menos de la mitad de sus 90 propiedades.

Mal está México en procuración de justicia, mal ha estado en los últimos treinta años; acéfalo sigue el Sistema Nacional Anticorrupción, y acéfala también la Fiscalía General de la República; mientras los dos principales cárteles de la droga y sus respectivas e incontables células siguen de plácemes en sus actividades criminales sin que nadie los moleste.

Ésta es la herencia que hemos recibido de los cuatro sexenios precedentes (incluyendo al que está por terminar). Ernesto Zedillo, tuvo la “decencia” de haberse equivocado en su política contra la criminalidad, pero no por ello, lo exime de culpabilidad. Los otros: Fox, Calderón y Peña, ni siquiera reconocen su equivocación; antes bien afirman haber hecho un “buen trabajo”. Cinismo y desfachatez plenos.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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