México, asido a la esperanza
Así, con ambas manos, los mexicanos que vencieron el abstencionismo y decantaron su voto por AMLO, han depositado su fe en él, no en sus colaboradores, sino en él. Colgamos todos, asidos a un delgado hilo de la esperanza.
Pesada carga sin duda, lleva López Obrador en sus hombros; no la losa de El Pípila, sino la Cruz del Nazareno; una cruz aceptada por él, labrada con sus palabras, tejida con sus frases hechas promesas; cientos de compromisos grabados en piedra, que de no cumplirlos será la losa que cubra su cripta política.
Más no seamos pesimistas, aunque veamos que algunas de las promesas, vertidas de buena fe, sólo para paliar el dolor de la pobreza, sean inviables a corto y mediano plazo, la intención fue buena, toda vez que alimentó la esperanza casi perdida en millones de mexicanos; una perspectiva de futuro casi desvanecida en la cotidianidad de la vida pública, en el teje y maneje de los asuntos de un gobierno corrupto hasta la médula.
Ofrecer “casa por casa” a todos los jóvenes educación, becas, empleo y buenos sueldos, se dice fácil en el fragor de una campaña, pero cumplir al pie de la letra dicha promesa es poco menos que imposible; pero ¡Atención!, los cuatro candidatos presidenciales hicieron promesas disparatadas, y los votantes lo sabíamos o lo intuíamos; y aunque teníamos la certeza de la inviabilidad de algunas promesas de AMLO, aun así votamos por él; no por las promesas en sí, sino por el hartazgo de un gobierno que no hacía nada para aliviar la pobreza, combatir la delincuencia y el crimen organizado, y sobre todo la falta de escrúpulos de gobernadores, alcaldes y funcionarios de todos los niveles, incluidos los diputados y senadores.
Qué la gasolina ya no subirá, que la construcción del NAIM no continuará, que las Reformas energética y educativa se derogarán, que la pensión a adultos mayores y apoyos a madres solteras y ninis, que el ejército regresará a los cuarteles, que esto que esto otro; lo cierto es que según el próximo Secretario de Hacienda la gasolina seguirá como está, el nuevo aeropuerto continuará su construcción, la reforma energética seguirá, salvo algunos cambios por contratos leoninos; y así sucesivamente. Al final, todo seguirá más o menos igual que con el PRI. ¿Por qué? Porque Morena se llenó de priistas y porque alguna negociación tuvo que haber entre AMLO y el Consejo Coordinador Empresarial; si no, ¿de dónde tanta tersura en la transición? ¿Por qué tan melosos y lisonjeros los empresarios? ¡Bueno, hasta Carlos Slim lo felicitó de puño y letra! después de tremendo agarrón que se dieron él y AMLO sobre el tema del aeropuerto.
Yo no sé, y me atrevería a asegurar que pocos sabemos con certeza lo que vaya a ocurrir con el nuevo gobierno; pero, sí me atrevo a augurar que una nueva Venezuela, ni en sueños; AMLO ha demostrado tener sensibilidad humana, tenacidad, sabiduría; inspira confianza, es incluyente y persuasivo, impulsado por propósitos razonados no exentos de pasión y ha estructurado su gabinete cuidadosamente, lo cual garantiza, si no la tan anunciada cuarta transformación, sí, algunos cambios estructurales en beneficio de las mayorías.
Ayuda mucho que el nuevo líder de México, más que jefe/estadista, tenga un ego tan grande como el tamaño de la nación mexicana; los mexicanos podremos entender que algunas promesas no lleguen a cumplirse; pero lo importante es corregir el rumbo y rescatar algo de lo mucho que hemos perdido a lo largo de 30 años.
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
