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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

No sales de perico perro

Hacerse la mosquita muerta; darle vuelo a la hilacha; eso fue en el año del caldo; o esa otra frase de: me podrá costar mucho, será un gasto más allá de mi presupuesto, pero lo bailado, ¿quién me lo quita?

Son expresiones con las que aderezamos nuestra conversación, y como aquí lo que tratamos es de verlo todo a la luz de las reglas, entonces alguien dice: ¿de dónde surge esta o aquella expresión?

¿Por qué me decía papá o el abuelo: "si sigues así, si no estudias y te preparas, nunca vas a salir de perico perro"? ¿Habrá alguien que haya tenido la ocurrencia de cruzar una perica con un pastor alemán y que haya resultado un perico perro?

No es tan mala la idea, ¿eh? Imagínese un perro que cuidara la casa volando alrededor y que en lugar de ladrarle a los presuntos ladrones les advirtiera de viva voz que si volvían a acercarse por ahí le iba a llamar a la policía. No, claro. Es sólo una expresión, una manera de decir las cosas.

Ni para qué buscarle mangas al chaleco o por qué tratar de encontrarle tres pies al gato… En esta especie de zoológico verbal, hay algunos de estos dichos que sí tienen explicación o que son tan obvios que se explican por sí mismos. Fulanito se defendió como gato boca arriba, por ejemplo, o la otra también en relación con los mininos que reclama a ver quien es el que va a poner el cascabel al gato.

Esta última se refiere a una fábula. Aquella de que los ratones, cansados de las agresiones gatunas, querían evitar el factor sorpresa cuando el gato se aparecía tratando de atraparlos. Entonces, acordaron ponerle un cascabel en la cola al micifuz.

Ni duda cabe que era una brillante idea, porque así todos iban a darse cuenta cuando el gato se acercaba. Lo único que faltaba era saber quien era el suicida que le iba a poner el cascabel al gato. Sepa la bola…

Son expresiones perfectamente válidas que se aplican generalmente en sentido figurado y buscarles una justificación gramatical, en la mayoría de los casos, es como buscar una aguja en un pajar.

Tan malo el pinto como el colorado es una clara alusión a las peleas de gallos, que en versión internacional se parece a salir de Guatemala para entrar a Guatepeor.

Oye, tú traes la música por dentro, me traes de un ala, te despachaste con la cuchara grande, pero a fin de cuentas, se me hace que eres pura llamarada de petate.

Así que mejor no te andes por las ramas y vete con pies de plomo, para que no te vayan a dar gato por liebre.

Tampoco te pongas los moños y pues, bueno, creo que este arroz ya se coció. Pinto mi calavera y ya no juego.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios: [email protected]. Twitter: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA:

Liliana Irasema. En una revista médica, vi que decía "el tiroides". Yo digo que si es una glándula, debería llamarse la tiroides. ¿Usted qué opina?

LE RESPONDO:

Como es una glándula, a mí también me suena mejor en femenino: la glándula tiroides. Lo que pasa es que en España lo acostumbran en masculino y en América en femenino. Ambas formas, por arraigada costumbre en cada parte, son correctas.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

La mejor manera de vivir en paz con los vecinos es no tener vecinos.

Por: Columna póstuma de Juan Recaredo

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