"¿Usted cree que haya dependencia del Santos con Djaniny?", me preguntó Marcelo una hora antes del partido.
"No, para nada", atiné a decirle. "Él define, está en su momento, pero alguien tiene que aparecer".
Y parecería una respuesta de director técnico (rival o protagonista) para salir de una situación obvia, para ser elegante, pero no; está más que claro que Santos no es Djaniny.
Primero, porque aunque ahorita todo le sale al africano, tampoco es Messi ni Maradona.
Djaniny necesita tener equipo, jugadores que le brinden confianza... y balones. Luego él, con su larga zancada indescifrable, se encargará de lo demás.
¿Y si Djaniny no está? "Alguien tiene que aparecer". Porque el equipo ya está hecho, Siboldi lo hizo. Sabe a lo que juega, los jugadores se entienden en el campo y la confianza permea en todas sus líneas.
Incluso, no importa que por ahora el portero no ande fino, Araujo está impasable. De Abella, ya ni nos acordamos. En la media, "Gallito" aporta e Isijira igual. Sin hacer ruido, quitando balones y "repartiendo el queso"; el equipo sabe a lo que juega y todos juegan a lo mismo.
El futbol es de rachas, la vida también. Ahora, Santos vive una positiva en base al trabajo ordenado y encaminado que se ha impuesto desde el vestidor, la otra cara de lo que refleja su rival del domingo pasado.
Rayados es una fiesta, una lucha interminable de egos; después de la final perdida el año pasado, Mohamed ya no tiene nada qué hacer al frente del equipo.
De eso Santos no tiene la culpa. Ni de que las Chivas anden tan mal, ni que Lobos sea un desastre, ni que Cruz Azul sea Cruz Azul; aquí se trata de ganar partidos y de llegar con ritmo al final del torneo, y por ese camino van.
Está mal que lo diga cuando ya pasó, pero Santos no depende de Djaniny, Marcelo, ya lo pudimos comprobar.
¿Y qué pasa cuando los jugadores muestran entrega en el campo? Buenas entradas en el Corona y razones para festejar.
¿Le seguimos?: @Foko_54
