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Rigoletto 2.0

¿Maldición o bendición? El ser humano tiene un punto en común con todos y cada uno de los borregos del Planeta Tierra. Al igual que con todas las vacas, los ciervos y los bueyes. Todos los aquí mencionados, a nuestra manera, rumiamos. "Rumiar", según la Real Academia Española, tiene tres significados: "1. Masticar por segunda vez, volviéndolo a la boca, el alimento que ya estuvo en el depósito que a este efecto tienen algunos animales; 2. Considerar despacio y pensar con reflexión y madurez algo; 3. Rezongar, refunfuñar" (dle.rae.es/?id=WprLjnd).

La primera definición, la que describe el funcionamiento del sistema digestivo de distintas especies animales, ha servido como una asertiva metáfora de uso científico y espiritual para explicar nuestra proclividad a inferir casi siempre en negativo a partir del miedo.

El cerebro tuyo y el cerebro mío tienen programaciones tatuadas desde la época de las cavernas. Todos nacemos equipados con un mecanismo de defensa prehistórico. Cada vez que percibimos algo o alguien que nos significa "peligro" - y nos corre el ácido palpitar del miedo ante lo que nos puede atacar - un resorte emocional de protección actúa de inmediato. Sin embargo, este blindaje no siempre trae consecuencias afortunadas. Sobre todo, en casos de "terco rumiar". Por un lado, me llena de temor "algo" y quiero escapar; pero, por otro, creo que ese "algo" me conviene. ¿De dónde tanto miedo ante lo que recomiendan "para mi bien"? ¿Por qué luego de tanto rumiar opto no por encarar al miedo con raciocinio? Porque no entiendo eso tan aplaudido. Porque no me identifico con eso tan elegante. Porque no me toca las fibras íntimas.

Vaya maldición, entonces, lo torturante que puede resultar el querer acercarnos a ciertos productos de la llamada "alta cultura", como es el caso de la ópera. De frente a una definición como ésta, huímos ante el alto riesgo de "hacer el papelón": "Ópera es un arte en el que confluyen la música, el canto, la poesía, las artes plásticas y, en ocasiones, la danza. (…) Esta compleja alquimia hace que cada función sea un espectáculo extraordinario, monopolizando la vista, el oído, la imaginación y la sensibilidad del público, en el que todas las pasiones humanas están en juego" (www.opera-europa.org/es/recursos-de-pera/qu-es-la-pera). ¿Resultado, entonces, de la constante rumiación en contra de la ópera? O me anulo del tema para sobrevivir en paz, al amparo de mi cobija de seguridad, o asisto y actúo mejor aún que los personajes en escena. Porque nada difícil es aplaudir de pie en el teatro y exclamar: "¡Bravo, bravísimo! ¡Maravilloso! ¡Excelso! ¡Sublime!".

La ópera decimonónica que ahora nos sirve de ejemplo es "Rigoletto". A Italia le tocó el honor de verla nacer en 1851. En simples matemáticas, se trata de una creación literaria y musical de 167 años de vida. Si su cerebro ya comenzó a repelar por esta invitación al pasado por medio de esas rarezas llamadas "literatura" y "música clásica" es absolutamente comprensible, según lo ya explicado. Así es que en lugar de abordar la obra con un respetable análisis monacal, porqué no mejor cada quien intentamos reconstruir al "Rigoletto" que llevamos dentro y a los otros tantos "Rigolettos" que seguramente nos hemos topado en el camino. Propongo la recreación de la imagen de un "Rigoletto 2.0" porque parecería que lo escrito siglos atrás es la descripción más atinada de las "malvadurías" que respiramos hoy. Las que nos dan forma y fondo. Las tan rumiadas, como bien lo saben hacer el borrego, la vaca, el ciervo… y el buey.

Van, pues, unos cuantos datos alrededor de "Rigoletto". Todos ellos fáciles de encontrar en Internet y que, al encontrarles un símil de nuestros días, toman un significado personal. Los volvemos nuestros. Fáciles de recordar. Se transforman en algo que, ahora sí, nos mueve fuerte por dentro. Y es éste precisamente el primer regalo que da la ópera, (siempre y cuando ubiquemos el porqué de nuestro alejamiento a su propuesta artística y vencemos el miedo a lo desconocido). "Rigoletto" nos pone enfrente de un espejo emocional e intelectual para reflexionar, críticamente, sobre nuestra toma de decisiones.

1. Cuando preguntamos quién escribió "Rigoletto", muchos responden "Giuseppe Verdi". Es más, suelen manejar esta adhesión: "'Rigoletto' de Verdi", casi como si el apellido del músico italiano fuera el del personaje. Sin embargo, aquí brincan dos perlas: Verdi tenía su libretista favorito, es decir, el que pluma y papeles en mano escribía los parlamentos de los personajes conforme a un relato novelado. Ese redactor debía afilados a los personajes, a los perfiles psicológicos, a la pertinencia de los parlamentos, a los quiebres de suspenso, al clímax de la historia, al factor sorpresa de cierre. Porque un asunto es ser quien escribe o compone la música y otro muy diferente es ser quien escribe literatura. Pero la balanza de la visibilización y honores no favorece al libretista, en este caso, Francesco María Piave. Queda borrado. En nuestro "Rigoletto 2.0" pasa lo mismo. Basta pensar en cuántas canciones populares le son aplaudidas sólo a sus intérpretes y no así a sus compositores. En el cine, misma historia. Los que parecerían dueños de todos los créditos son los actores principales. En las empresas, el director se lleva las palmas y los beneficios primordiales mientras que uno a uno de los subalternos, aunque dejen hasta los trozos de piel creativa en el escritorio, no existen. Su anulación pública parecería un estatuto del contrato laboral.

2. Es momento de la gran perla segunda: lo escrito por Piave es, en realidad, una adaptación del libro "El Rey se divierte", escrito por Víctor Hugo en 1832. Cuentan que Víctor Hugo nunca cobró regalías ni estuvo de acuerdo en ninguna adaptación de su libro. Algunos referentes mencionan que tampoco quiso asistir a la presentación de "Rigoletto". Equis día cambió de opinión y salió tan conmovido por el resultado operístico que aquello era mejor que su texto. Víctor Hugo había escrito en contra del Rey, Francisco I; y por órdenes de ese mismo Rey, sufrió un hostigamiento permanente. Para el "establishment" italiano, Verdi era el incómodo defensor de las clases marginales. Para el mundo, Verdi es un clásico de la literatura mundial. En el "Rigoletto 2.0", aparecen cascadas de políticos y sus súbditos con infame poder de coerción; plagiadores a sueldo, plagiadores por la libre, plagiadores arteros, plagiadores inconscientes, dispuestos a escupir a la justicia al usar un producto intelectual a espaldas del creador a quien más le vale cerrar pico porque le truenan la pala.

3. "Rigoletto", en resumen, presenta el siguiente caso: "Un duque que gobierna Mantua se dedica entre otros menesteres a seducir y abusar de cuantas mujeres le place, aunque para ello haya de matar a padres o maridos. Rigoletto será su bufón, a la vez que cómplice y partícipe en todas estas historias, al ser un tipo parecido al duque. Sin embargo, el bufón tiene una vida paralela en donde es un amantísimo padre de una hija secreta. Sus fechorías le conducirán (sin darse cuenta) al rapto de su propia hija y a la complicidad de su posterior muerte". El "Rigoletto 2.0" aquí no complica la analogía. Dos libros saltan como puñetazo que comprueba, aclara y alerta del donjuanismo, el machismo y la doble moral en ciertos hombres: "Las muertas del Estado. Feminicidios durante la administración mexiquense de Enrique Peña Nieto" de Humberto Padgett y Eduardo Loza (Ed. Grijalbo, México, 2014) y "Capital erótico" de Catherine Hakim (Ed. Penguin Random House, México, 2014).

Cierre sobre el rumiar. Llegados a este punto, entonces ¿será una maldición o una bendición el rumiar? Recordemos: el ser humano tiene un punto en común con todos y cada uno de los borregos del Planeta Tierra. Al igual que con todas las vacas, los ciervos y los bueyes. Todos los aquí mencionados, a nuestra manera, rumiamos. ¿Rumiamos para alimentar los miedos y acobardarnos, según a la tercera definición de la RAE de "rumiar"? ¿O rumiamos la sabrosa emoción y las delicias de la inteligencia, las ideas bufonas y las formales de investigadores, amas de casa, escritores, artistas, científicos, obreros, músicos, padres de familia, políticos, periodistas, reseñistas, prostitutas, para combinarlas con las propias? Aquí de lo que se trata es transitar del rechazo que violenta un producto operístico clásico, "Rigoletto", al perspicaz y propositivo maestro de claroscuros, "Rigoleto 2.0".

Invitación abierta a la "Noche operística de queso, pan y vino" en el Campestre Gómez Palacio dedicada a reseñar "Rigoletto" (ROYAL OPERA HOUSE).

ENTRADA LIBRE. Jueves 8 de febrero, 20:00 horas.

@RenataChapa

[email protected]

  Por: Renata Chapa

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