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MARÍA DEL CARMEN MAQUEO GARZA

LO QUE NOS TOCA

Acudí a la sucursal de una farmacia jalisciense de cadena. Contrario a lo que he visto en sucursales de otras ciudades, aquí no existe la unifila, y conforme los clientes llegan se van colocando a lo largo de todo el mostrador, resultando confuso identificar a quién corresponde el turno. Me sentí apenada, me adelanté creyendo que me tocaba, cuando había otra persona antes que yo.

Pero no vine a hablar sobre estrategias de atención al cliente, aunque aprovecho para mandar mi mensaje a la cadena de farmacias. Entre los que esperábamos ser atendidos se hallaba una pareja joven con un niño pequeño, muy bien portado, por cierto. Cuando finalmente los atendieron y quisieron pagar su producto, no pudieron hacerlo, la que debe haber sido una tarjeta de nómina no tenía fondos. Los esposos se miraron uno al otro con una mezcla de contrariedad y angustia, el medicamento costaba 45 pesos y -según les escuché- era un paliativo para dolor de un familiar con cáncer. Alguien en aquella desordenada fila se ofreció a hacer el pago, lo que ellos correspondieron con bendiciones.

En lo personal me vine rumiando lo que acababa de atestiguar. El salario mínimo diario es de 88 pesos, ellos necesitaban más de la mitad de aquel importe para comprar un medicamento muy urgente para su familiar que sufre de cáncer, y que aun cuando pueda estar inscrito en algún programa del Sector Salud tendrá la necesidad de comprar algunos fármacos que la cobertura no abarca. Contrario a los anuncios televisivos sobre salud, la realidad cruda y desnuda estaba ahí, gritando su verdad.

En un inicio remarqué que el niño pequeño se portaba muy bien, algo que me llamó la atención, sobre todo siendo sus padres muy jóvenes. Una práctica muy común en nuestro país -por desgracia-, es que se asocia cualquier salida de casa con la compra de bocadillos para ser consumidos mientras la gente camina, toma el camión o hace fila. Es una escena común en los comercios ver al niño solicitando a los adultos que lo llevan, la compra de un dulce, fritura o líquido endulzado, algo a lo que habitualmente los mayores acceden, y que es terreno propicio para futuros trastornos dietéticos o metabólicos de esa población infantil. En contraste a ello, este niño pequeño esperaba tranquilo al lado de sus padres, lo que como pediatra me pareció un indicador bastante acertado de la dinámica familiar y del orden en su modesta economía. No había fondos en la cuenta de nómina del trabajador, porque era fin de mes y su sueldo mensual se había agotado.

Contrasto lo anterior frente a la realidad que nos quieren vender los precandidatos en campaña. Hacen promesas con poco o nulo sustento, sin tomar en cuenta una serie de elementos del panorama global. Es muy fácil sacar números alegres y prometer recursos, subsidios, becas, apoyos y exenciones, sin tomar en cuenta la estructura total de nuestra economía. La mayoría de los mexicanos señalamos la corrupción como el gran mal de nuestro país y quisiéramos que desapareciera, pero no sucederá como por magia, pues por desgracia buena parte de nuestras instituciones tiene elementos estructurales viciados que no pueden borrarse de un plumazo. La cosa no es así, anunciarse con promesas irresponsables y temerarias, que finalmente no podrán cumplirse.

Circula una historia muy simpática de un revolucionario, que a la pregunta de que si tuviera dos casas donaría una a la revolución contesta afirmativamente. Si tuviera dos vehículos, ¡claro!, donaría uno. Y si tuviera un millón en el banco, donaría la mitad. Cuando le preguntan que si tuviera dos gallinas donaría una a la causa, ahí sí respinga.

-¿Y por qué no, compañero?...

-¡Ah, porque gallinas sí tengo!

Gobernar es poner orden, comenzando por la casa: Está el caso de Sergio Sánchez, ciudadano mazahua encarcelado en el Edomex en el 2007, su delito, vender dulces. Tras muchas presiones de organizaciones civiles ahora lo liberan. O el reciente caso de Marco Antonio, el jovencito sometido a desaparición forzada por elementos de las fuerzas del orden, que es localizado con signos de confusión 5 días después. Parece ir siguiendo el guión de tantos otros ilícitos, dejar que el tiempo pase y el asunto se olvide.

Hasta personajes relacionados con delitos de peculado andan hoy en campaña, lo que da cuenta de cómo está la legalidad en nuestro país. La injusticia social frente a prácticas tramposas. En nosotros, votantes está la esperanza del cambio, apostar a favor del mismo con nuestro voto y vigilar como ciudadanos la legitimidad de los comicios.

Lo que nos toca, nada más: Ciudadanos con autoridad moral para exigir los cambios que el país requiere, y el conocimiento necesario para planear cómo lograrlos. "Integridad" es la palabra.

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