Siglo Nuevo

Ruter y el paisaje de una época

Un cuadro que se desdobla en relatos

Le Combat de Carnaval et Carême, por Pieter Brueghel l’Ancien. Foto: Kunsthistorisches Museum

Le Combat de Carnaval et Carême, por Pieter Brueghel l’Ancien. Foto: Kunsthistorisches Museum

MINERVA ANAID TURRIZA

A través de su personaje, Pedro García Martín construye un extenso mosaico que, como un buen libro de Historia, instruye al tiempo que divierte y emociona, obligación moral de una novela de capa y espada.

Pieter Brueghel el Viejo, gran maestro de la pintura flamenca del siglo XVI, es autor de numerosas piezas en las que representa paisajes y/o escenas populares. Sus cuadros suelen medir más de un metro cuadrado y al observar el abigarramiento característico resulta perfectamente comprensible que sea considerado precursor del barroco neerlandés.

Los proverbios flamencos, Caída de los ángeles rebeldes, El vino en la fiesta de San Martín o El censo de Belén son buena muestra de la abundancia de elementos; el horror vacui (miedo al vacío) predomina en estas obras; también son ejemplo de su capacidad para fragmentar el cuadro en varias escenas que forman un todo, no por coherente menos abrumador e impresionante.

Los proverbios…, El vino… y El censo… permiten apreciar la importancia que concede a las acciones humanas, a la vida, los sufrimientos y las diversiones de la gente representadas habitualmente en espacios abiertos, emblemáticos y simbólicos, como la plaza pública.

Pedro García Martín, es catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Madrid, experto en la España del Siglo de Oro, prolífico ensayista y novelista de gran calidad, como demuestra su ópera prima Ruter el Rojo. Un aventurero entre los Austrias y los Borbones.

A la manera de Brueghel, el narrador bejarano ofrece una novela que se desdobla en múltiples relatos; combina su erudición, su técnica artística y su conocimiento de la naturaleza humana para entregar una prosa que entretiene tanto como ilustra.

MARCO HISTÓRICO

Carlos II el Hechizado murió en 1700 sin dejar descendencia; con él murió también la rama española de los Habsburgo. Su testamento señalaba como sucesor a su sobrino-nieto Felipe de Anjou, de la casa de Borbón, nieto de Luis XIV de Francia y de María Teresa de Austria (media hermana de Carlos II). Sin embargo, su viuda, la reina consorte Mariana de Neoburgo, apoyó las pretensiones al trono de su sobrino el archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I, puesto que el archiduque y el rey Carlos II eran miembros de la casa de Habsburgo. El sobrino logró formar una alianza antiborbónica junto a Holanda, Inglaterra, Portugal y Saboya.

Así comenzó la Guerra de Sucesión que duraría de 1700 a 1713 y culminaría con el triunfo de los partidarios de Felipe de Anjou. Una de las causas principales de la disputa era que las principales potencias europeas deseaban dividirse las Españas, cosa que venía de antiguo. Es en medio de este caos internacional, casi podríamos decir mundial, que se desarrollan las aventuras de Don Francisco Antonio Ruter Ricardo Rubens, alias El Rojo.

ASPECTOS FORMALES

La narrativa es ágil, el estilo acorde a la época, el lenguaje extremadamente culto, lo que exige una lectura detenida y atenta, no por ello menos disfrutable. No pesan las 436 páginas que comprende la edición de bolsillo publicada por la marca editorial Quinteto.

Para documentar la formación noble y la amplia cultura de don Antonio Ruter, el autor utiliza variados recursos entre los que destacan el tarot que el capitán echa e interpreta o las sesiones de bordado con las que se entretiene en prisión. Otras maneras son las discusiones de herbolaria con algún boticario y de teología con sus perseguidores. El protagonista pinta Vírgenes italianizadas con soltura y toca la tiorba con habilidad mientras transmite, mediante este instrumento, mensajes codificados en un 'lenguaje secreto' diseñado por Johannes Hieronymus Kapsberger y perfeccionado por Athanasius Kircher.

Tal como se hace en Las mil y una noches o El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, si se prefiere, cada tanto se intercalan historias dentro de la historia, se entrelazan episodios y cuentos tradicionales de Medio Oriente, como la leyenda de Lalibela, venida de tierras etíopes, o el Libro Levante al completo, que pormenoriza las hazañas y secretos medicinales de los jinetes del lado del sol, naturales de Palestina.

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Pedro García Martín. Foto: Archivo de la frontera

TRAMA

El hombre que da título a la obra es polifacético, producto de su tiempo y de las convulsiones que azotaban al continente: capitán de mar y guerra, poeta, músico, erudito, comerciante, burócrata menor, falsificador, espía, traficante e impenitente pecador.

Esto último es importante porque esa cualidad permitió que Pedro González Martín lo encontrara y rescatara de entre los legajos inquisitoriales de Cuenca.

La narración del nacido en Béjar es la versión novelada de la autobiografía de Ruter como la desgranó en los interrogatorios del Santo Oficio entre 1707 y 1712, cuando la suerte le volvió la espalda y fue a caer en sus garras.

Merced a dichas sesiones se presenta la vida al completo de este marinero pelirrojo y mal encarado, singladura que comienza de manera trágica en Cormek, Brandeburgo. Mientras su madre se desangraba en el parto, su padre lo hacía en combate, en el puente de mando de su buque de guerra.

El resto de su biografía pasa por múltiples registros, sus matrimonios y la suerte de sus pequeños, el encierro en la Torre de Jadraque donde escribió dos largos poemas, las Soledades, sus etapas como comerciante de cochinilla y otros géneros, sin olvidar el contrabandeo de caballos gaditanos y el tráfico de reliquias sagradas como el dedo de San Juan Bautista o las aguas del río Jordán. No faltan relatos de asaltos y escaramuzas militares siempre defendiendo “la causa de la Cruz frente a la Media Luna”, según declarará en el proceso inquisitorial, es así como a través de un personaje se construye un extenso mosaico que, como un buen libro de Historia, instruye al tiempo que divierte y emociona, obligación moral de una novela de capa y espada.

PROCESO

Tras fugarse de Jadraque, afectado por los rigores de la huida, Ruter llega convaleciente al Real Hospital de Santiago; merced a los cuidados y la alimentación recibidos recupera fuerzas a la par que intenta seducir a una novicia, cosa grave pero no tanto como autoproclamarse la reencarnación de Martín Lutero para asustar a una monja que se rehusaba a darle carne en día de vigilia.

Ese error le costó la denuncia y detención por el Santo Oficio, así comenzó un proceso largo e irregular, cinco años de prisión, múltiples interrogatorios, formulación de nuevos cargos, rencores y alguna simpatía por parte de los inquisidores, averiguaciones, informes y búsqueda de testigos, hasta llegar a la tortura. El tormento del potro le fue aplicado sin resultado de confesión.

En 1712 los miembros del tribunal de Cuenca emitieron voto particular para fijar la sentencia del preso. El del procurador fiscal fue formulado en los siguientes términos: “Que el reo sea relajado y ejecutado en la hoguera por negativo.” El defensor apuntó: “Que el acusado abjure de vehementi y sea reprendido ad cautelam. …debe recibir azotes, pagar una multa, llevar el sambenito como penitencia y, por fin, desterrarle de la ciudad para siempre.” El inquisidor de distrito propuso: “Que el preso sea condenado a siete años de galeras, a remo y sin sueldo, y una vez cumplida la pena, se le destierre perpetuamente de los reinos de España”. Para el inquisidor decano la sentencia apropiada era: “Que por negativo, impenitente y pertinaz, sea su persona relajada y entregada a la justicia seglar, amén de la confiscación de sus bienes”.

La falta de unanimidad nos deja esperando a que el correo vaya y venga, solicitando y trayendo el fallo del Consejo Supremo de la Inquisición en Madrid. Que el lector decida si quiere conocer el destino de tan entrañable truhán.

El nexo final entre las pinturas de Brueghel y la narración de García Martín es que ambos utilizan sus respectivos temas como un pretexto para ocuparse de algo mucho más grande y difícil de asir, algo que trasciende a los personajes representados. Los verdaderos protagonistas de las obras del holandés y del bejarano son, más que individuo, un tiempo no tan remoto, un continente no tan lejano, una humanidad siempre en conflicto.

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Carlos ll el Hechizado, por Juan Carreño de Miranda. Foto: Archivo Siglo Nuevo
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Felipe de Anjou, por Jean Ranc. Foto: Museo del Prado
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