Lo característico de este evento son los tapetes que adornan las calles para que la Virgen las recorra, estos son confeccionados por artesanos huamantlecos a modo de culto hacia su santa patrona. (ARCHIVO)
En Huamantla, Tlaxcala, a finales del siglo XVII, los franciscanos erigieron una ermita dedicada a la Virgen de la Asunción que, se dice, fue tallada por manos indígenas, y que se encuentra al frente de lo que hoy es la Basílica de la Señora de la Caridad.
Los originarios de la localidad le tienen un amor y un respeto único a esa Virgen, de tal manera que, año con año, la noche del catorce de agosto, la virgen es bajada de su altar y sacada en procesión para recorrer las calles de la ciudad en un carro alegórico. A esta celebración se le dio el nombre de la "Noche que nadie duerme".
Lo característico de este evento son los tapetes que adornan las calles para que la Virgen las recorra, estos son confeccionados por artesanos huamantlecos a modo de culto hacia su santa patrona.
El espectáculo de los tapetes es tal que antes de iniciar la procesión, una vez que son colocados en las calles, propios y extraños se maravillan con la belleza que emana del diseño artesanal con el que han sido elaborados.
El recorrido de la Virgen inicia la noche del catorce de agosto, la gente la acompaña quemando fuegos pirotécnicos y entonando cánticos durante toda la madrugada hasta que amanece al día siguiente y la multitud de personas congregadas acompaña a la Virgen de regreso a su lugar en el santuario.
Historiadores han logrado recopilar documentos que datan del siglo XVIII donde se muestra que desde entonces se realizaban las procesiones con su característica de los tapetes, pero el inicio de la celebración de manera ininterrumpida data del año 1941.
