Columnas Social

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Juan Recaredo

Famosas metidas de pata

Unos muchachos de aspecto feminoide llegaron a las oficinas de Decca Records algún día de 1962 pidiendo que les grabaran un disco. Ellos habían formado un conjunto y los señorones de la Decca, después de escucharlos, les dijeron algo así como: Miren, jóvenes, no se desanimen, pero la verdad es que no nos gusta el sonido de su grupo y además ese estilo de tocar la guitarra ya está muy pasado de moda.

Los muchachos no se desanimaron del todo y siguieron intentando hasta que hubo quien los aceptó y al poco tiempo triunfaban mundialmente con el nombre de Los Beatles.

No sé si los señores de la Decca que los habían rechazado en aquella ocasión se dieron de cabezazos en la pared, pero de alguna forma, deben haberse arrepentido muchas veces de haberles hecho aquel desaire a los chavos de pelo largo.

La humanidad está llena de historias de este tipo en donde alguien ha metido la pata, - ahora sí que hasta el fondo - con fatales consecuencias, como sucedió en este caso.

Como todo el mundo sabe, Ronald Reagan, antes de ser presidente de Estados Unidos, era actor, y en esa época, se propuso o lo propusieron para hacer el papel protagónico en la película The best man, donde haría precisamente el papel de Presidente de la República. Sin embargo, los productores rechazaron a Reagan porque, según dijeron, "no tenía tipo de presidente".

Dramático fue el caso de John Coffee, constructor irlandés a quien allá por 1853, la cayó una buena chamba: construir la cárcel de Dundak, Irlanda. El problema es que al hacerlo le fallaron los presupuestos, y para cuando terminó la obra, Coffee estaba en quiebra. Andaba "hasta el tronco" de deudas, y como no las pudo pagar, terminó estrenando la cárcel que él mismo construyó, o sea, que acabó en el bote siendo el primer "inquilino" de su propia obra.

Si usted consigue en alguna hemeroteca cierto número de la revista TIME de 1938, no se vaya a sorprender cuando vea que en ese año, la revista declaró nada menos que a Adolfo Hitler "el hombre del año". ¿Quién iba a pensar entonces que el hombre del año estaba loco…? Y si no lo estaba, entonces, pronto se volvió.

Menelik II era emperador de Abisinia en 1890, y cuando se enteró de que en Estados Unidos habían empezado a ejecutar gente en la silla eléctrica, como era de esos tipos que cuando ven burro ensillado se les ofrece viaje, dijo: "Yo quiero una de ésas sillas", "es más, - dijo - quiero tres de una vez".

Así que se hizo la voluntad del rey y se puso un correo a la fábrica de Estados Unidos: "Suplicamos mandar de inmediato tres sillas eléctricas del modelo más reciente y mándenos la factura para cubrirla de inmediato. El pedido se surtió con toda eficiencia y pronto Menelik fue avisado: "Majestad, llegaron las sillas". "Muy bien, dijo el monarca, conéctenlas". Ahí fue donde surgió el problema. En su euforia sillera, a Menelik se le olvidó que en Abisinia todavía no se contaba con el recurso de la electricidad, así que, ¿conectarlas? ¿Dónde y cómo?

Pero Menelik no era un hombre que se desanimara por tan pequeño detalle. Simplemente dijo: "No le hace, si no hay manera de hacerlas funcionar, por lo menos pónganme una en el salón real para usarla como trono". Y así se hizo.

ESCRÍBALE A JUAN RECAREDO: [email protected].

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

¿Es correcto decir infacto al corazón? Agustín García.

RESPUESTA:

Supongo que quiso decir "infarto al corazón". La respuesta es afirmativa. Sí es correcto decir "infarto al corazón". La expresión no es pleonasmo porque el infarto puede darse en varios órganos, no solamente en el corazón

Cuando voy con mi esposa por la calle siempre la tomo de la mano. Es que si la suelto, se pone a comprar. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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