Místico llegó temprano a la cita, bajó de su camioneta y caminó unos pasos para entrar al lugar donde alguna vez conoció los secretos del pancracio. (Archivo)
Sobre el ring Místico es un monstruo de popularidad, mira de reojo a las multitudes y se regodea con la idolatría que lo acompaña; pero este martes echó el tiempo atrás, y llegó caminando a su antiguo terruño en la Casa Hogar de Fray Tormenta, donde recordó viejos tiempos y compartió con los suyos parte de su fama.
“¡Ahí viene Místico, ahí viene!”, gritó un chiquillo, que emocionado por la visita del ídolo de la lucha libre a Texcoco, se voló la escuela para estar al pie del cañón esperando la llegada del esteta.
Alejado del papel de estrella y agrandado que muchos le otorgan, Místico llegó temprano a la cita, bajó de su camioneta y caminó unos pasos para entrar al lugar donde alguna vez conoció los secretos del pancracio.
“Estoy muy contento de volver a este lugar, siempre lo he dicho, que yo tengo padre y madre, los negué en su momento porque quería triunfar en la lucha libre, lo logré y ahora le agradezco a Fray Tormenta, y a mi padre, pues sé que siempre estuvo al pendiente de mi, este fue mi hogar por mucho tiempo y estoy feliz de visitarlo”, expresó.
Como si fuera volviera a ser niño, el científico recorrió los espacios de sus travesuras infantiles, entró de la mano de Fray Tormenta a los dormitorios, y observando viejos retratos y trofeos, no pudo ocultar su emoción: “Es algo increíble estar aquí, ya ven por qué le voy al América”, agregó señalando un póster del equipo azulcrema que adorna una de las viejas paredes.
Después, saludó a los pequeños que con gran ilusión lo miraban, quién lograba salir del asombro le pedía un autógrafo, Místico no se negó a dar ninguno, y entre la algarabía se abrió paso hacia el ring, que oculto tras la capilla lo esperaba para ser parte de su historia.
Entonces, el vetusto cuadrilátero fue invadido por los pequeños cachorros de Fray Tormenta, que posaron junto al ídolo, aquel que años atrás fue un uno más en ese lugar.
Tal vez el más feliz era Fray Tormenta, que más allá del dinero recibido, agradeció la visita de su alumno: “Me da mucho gusto que no se olvide de dónde salió, lo llevé a los dormitorios y le enseñé una de las literas donde durmió, qué bueno que regrese a la casa donde recibió algo, no sé si mucho o poco, pero recibió una formación”.
“Casi se le salieron las lágrimas, es muy diferente lo que ahora vive, y que bueno que supo aprovechar lo que se le brindó”, comentó.
Del dinero, dijo que servirá para mejorar un poco las condiciones de vida de los cerca de 30 niños y jóvenes que habitan la casa: “No es una cantidad que digas que bruto, pero ayudará para mejorar la comida y comprar alguna ropita, agradezco mucho a la OMB que tenga este gesto y detalle para la casa hogar”.
