Un fantasma recorre los ayuntamientos de Torreón y Gómez Palacio... es el fantasma de los aviadores. Y es que las publicaciones que se han hecho respecto a las nóminas de ambos municipios han levantado polvo suficiente para alimentar el "sospechosismo" de los profesionales de la suspicacia. En el primer caso, aunque el tesorero Enrique Mota y su jefazo Miguel Riquelme juran casi con Biblia en mano que, con todo y familiares de funcionarios cobrando, no hay nada ilegal en la lista de quienes laboran en la administración, corren versiones de que el secreto más escabroso está en la nómina de los que reciben su emolumento por honorarios, documento que curiosamente hasta hoy permanece en la oscuridad de algún cajón de escritorio del horno solar más grande de Torreón, ubicado en la Plaza Mayor.
Don Enrique ya prometió que la lista -que, según él, de ninguna manera se trata de una "nómina oculta"- va a estar disponible para todos a principios de mayo. Pero las interrogantes que surgen en automático son ¿por qué no publicarla ahora? ¿Qué diferencia hay en hacerlo hoy o en la fecha anunciada? Y la respuesta que aventuran los maldicientes es otra insidiosa pregunta: ¿será acaso que habrá que pasarle primero el rastrillo? De cualquier forma corren versiones al interior del propio ayuntamiento de que habrá sorpresas -y no todas gratas- una vez que se dé a luz dicha nómina, en un acontecimiento que ya parece el parto de los montes, pero por lo menos parece que en Torreón sí se dará. Respecto a Gómez Palacio, la cosa pinta peor ya que el ayuntamiento de la vecina e industriosa ciudad ni siquiera tiene la nómina "normal" disponible en su portal. Y la justificación que dio el alcalde José Miguel Campillo dejó sin habla a muchos: que por temor a la delincuencia no la hacen pública. ¿Sabrá don Pepe que este ejercicio no es opcional? ¿Tendrá conocimiento de que existe una Ley de Transparencia que le obliga a ello?
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La ola de asaltos que afecta a la Perla de la Laguna ha dejado muy mal paradas a las autoridades locales y ha motivado el surgimiento de alarmantes especies en los corrillos policiacos. Llama la atención la violencia que han mostrado los amantes del dinero ajeno en sus atracos de esta semana, sobre todo el de la sucursal bancaria del bulevar Independencia. Pero extraña más que las propias autoridades estatales y locales, en sus reuniones domingueras, llevan semanas reconociendo que el robo con "poca delicadeza" a negocios se ha incrementado y que con todo y las estrategias de reforzamiento de la vigilancia que anuncian, pues nomás no logran espantar a los malandrines. Pero hay algo más inquietante detrás de esta ola de asaltos. Nuestros subagentes vestidos de gendarmes que responden a la clave secreta "Matute" nos informan que la banda de ladrones más activa en estos días está conformada, nada más y nada menos, que por exagentes investigadores estatales, quienes fueron despedidos por reprobar los famosos exámenes de control y confianza (sabemos lo que está pensando, querido lector, pero así les llaman ellos). O sea que, primero, becados por el erario, dichas personas recibieron adiestramiento y tuvieron acceso a información privilegiada respecto a cuestiones de la seguridad en la ciudad y luego, por resultar "no recomendables", pasaron a engrosar las filas del desempleo y ya ahí se les hizo fácil armar su "palomilla" para apropiarse de lo que no es suyo. Este hecho pone el dedo en el renglón sobre un antiguo tema que hace bostezar a las autoridades cada vez que se aborda: la necesidad de llevar un control -éste sí de verdad- sobre quienes son despedidos de las corporaciones para que no anden luego de traviesos con la ciudadanía. Y a propósito de bostezos, nuestros subagentes nos informan que el tema que más tiempo consumió en la maratónica encerrona de dos días que tuvo con su gabinete el gobernador de la provincia coahuilense, Rubén Moreira, en las montañas de Arteaga, fue precisamente el de seguridad en donde, dicen, se fortaleció el discurso de seguir presumiendo los logros en la disminución de los índices de homicidios dolosos, pero acompañados de frases de matiz como "no podemos cantar victoria ni echar las campanas al vuelo", ya que ahora son los robos los que más preocupan a la ciudadanía, la cual espera que más allá de la retórica mágica política, las autoridades se pongan las pilas para contener a los activos hampones.
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En donde de plano parece que no les importa mucho el tema de la seguridad, sobre todo la de las mujeres, es en el vecino estado duranguense. Y es que el gobierno de Jorge Herrera Caldera no sólo se ha visto lento sino hasta inoperante para brindar justicia a las mujeres que han sido víctimas de violación en La Laguna de Durango, en donde ya son 51 reportes en los primeros cuatro meses del año, aunque las autoridades no se ponen de acuerdo y la fiscal Sonia Yadira de la Garza le ha ido bajando a la cifra de denuncias hasta ubicarla en 21. Pero lo peor del asunto es que ni el vicefiscal Gerardo Salazar Mejorado ni el coordinador de agencias del Ministerio Público, Francisco Ángeles Zapata, parecen tener algún interés en investigar estos casos y prefieren voltear hacia la luna mientras el violador serial sigue haciendo de las suyas en colonias de Gómez Palacio. Como clara muestra de la poca o nula diligencia de las autoridades está el hecho de que tienen que pasar más de 20 días para que se gire un oficio y se empiece a investigar (es un decir) una denuncia por violación en la Vicefiscalía. Para acabarla de amolar, en esa oficina han hecho caso omiso de la denuncia de organizaciones defensoras de mujeres por la falta de atención integral a las jóvenes ultrajadas. Hasta ahora, y como para que no digan, el gobernador Herrera sólo ha anunciado el arranque de un programa llamado "Cero Tolerancia", por parte del Instituto de la Mujer Duranguense, que consiste en acciones de volanteo y pláticas de prevención para que las laguneras tomen sus precauciones y sepan a dónde acudir a presentar su denuncia en caso de que esas precauciones no funcionen. Bonita cosa, ya que por una parte las autoridades no pueden garantizar la protección a las posibles víctimas, quienes deben protegerse por su propia cuenta, y por la otra, les piden que se acerquen a las oficinas que hacen lo más parecido al ridículo al no poder dar con un individuo que ha sembrado temor entre la población femenina del sector donde comete sus fechorías.
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Con la visita a Torreón de Ernesto Cordero, suspirante a la dirigencia nacional del PAN, quedó confirmado que el partido albiazul es lo más semejante a una Torre de Babel a nivel nacional y estatal. Una vez amarrada su hamaca -perdón, diputación- plurinominal, el dos veces excandidato a la alcaldía, Jesús de León, decidió no seguir a su (¿antiguo?) patrón, Guillermo Anaya, y se unió a las huestes de Cordero e incluso le coordinó la agenda de la visita, en la que, por cierto, la puntualidad no fue una característica; mientras que la mayoría de los anayistas está con Gustavo Madero, dibujando un panorama en el que algunos quieren ver una especie de -extraña- estrategia. El asunto es que, en sus declaraciones, el exsecretario de Hacienda de Calderón lanzó mensajes controvertidos que ni los integrantes del PAN entendieron. Por un lado, reconoció que su partido tiene mucha responsabilidad del desbarajuste financiero y de seguridad que dejó Moreira I, por no ejercer una verdadera y fuerte oposición en la entidad. Con esto don Ernesto embarró a los anayistas, quienes pastorean a los azules desde los tiempos del "Profe de la deuda" y tienen al partido hoy dividido. Pero, por otro lado, no quiso subirse al ring respecto a la acusación de presunto enriquecimiento inexplicable que pesa sobre Memo y el "senador durmiente", Luis Fernando Salazar. Incluso se mostró muy preocupado de que su galimatías -perdón, declaración- no fuera malinterpretada como un llamado a proceder en contra de los seguidores de su rival. Si a lo anterior le sumamos los dardos que se lanzan los dos candidatos a dirigir a los azules, acusándose de, uno -Cordero- servir al PRI y otro -Madero- de ser comparsa del gobierno de Peña Nieto, pues la confusión que hay entre la militancia ahora sí que es grande. O ¿será que ha influido en ellos los próximos festejos que planea el Instituto de Cultura de Torreón para conmemorar el centenario de Javier Solís, por aquello de "sombras nada más.."?
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Y para todos los aficionados que viven la intensidad del pambol político, se les anuncia que el juego de la controvertida iniciativa de Ley Telecom se pospuso debido a la confusión de los integrantes de los equipos. Resulta que el jugador-senador Javier Lozano, de los azules, se asumió como delantero único y quería él solo anotar los goles... pero en la portería de su propia escuadra, al elaborar un proyecto de dictamen que sus compañeros terminaron por patear hacia las gradas. Luego de las acusaciones que hicieron al despistado entrenador, que anda en campaña, respecto a que su delantero estaba jugando para el equipo tricolor, y en medio de la sonora rechifla del respetable, que gritaba que sus derechos iban a ser pisoteados, el autogoleador Lozano decidió solicitar su cambio para abandonar el partido no sin antes ofrecer sentidas disculpas. Después de este mal espectáculo, presidentes de los equipos de la liga se pusieron de acuerdo para fijar una nueva fecha para reanudar el encuentro de la Copa Telecom. Y casualmente, querido aficionado, la discusión de la iniciativa se pospuso hasta junio, cuando la fanaticada esté pegada al televisor -oh, irónico destino- siguiendo los partidos de la decepción -disculpe, selección- nacional en el Mundial de Brasil, y nadie atienda a lo que ocurre en la cancha del Congreso de la Unión. Así que cuando pase la fiebre mundialista, muy probablemente regrese el respetable al pambol político sólo para escuchar al "Perro" Bermúdez gritar: ¡gooool del duopolio! ¡Golazo!
