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Los impresentables

Sin lugar a dudas...

PATRICIO DE LA FUENTE
"Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son Relaciones públicas".— George Orwell

¿Qué mejor lugar para esconder cocaína que dentro de una enciclopedia? Voraz consumidor, se la ofrecía a las secretarias, muy guapas todas, que trabajaban para él. Esclavas de sus caprichos y ciclotimia, las presionaba: "Éntrele mi reina, siéntese en las piernas de aquí su general. Dese un pase que al fin no le cuesta", insistía Arturo "El Negro" Durazo.

Impresentable, los peores vicios del PRI anquilosados en su persona, hasta el diablo le tuvo miedo al jefe de la Policía capitalina. "El Negro" justificaba, cínico como fue, su inexplicable riqueza y las mansiones a las faldas del Ajusco y en Zihuatanejo. "Viera con cuántos esfuerzos edificamos la casa. Hasta mi señora iba de arriba abajo jalando la carretilla", decía socarrón.

Como él, muchos, porque los impresentables de la política, existen desde siempre. Al tiempo, nadie quiere darse cuenta, voltean para otra parte, hacen mutis, se protegen y forman redes de complicidad que rayan en lo delictivo.

Desde hace más de una década, la prensa internacional -El País- ya acusaba los excesos del exlíder del PRI capitalino y heredero del fabuloso negocio que es pepenar basura, pero como en casi todo, preferimos darle carpetazo e ignorar que existía tan virulento personaje. Demasiados intereses e implicados de por medio.

Así pasó en tiempos de "El Negro" Durazo y así sucede ahora, treinta años después, con otro sujeto de dudosa reputación que hoy se dice ofendido tras el reportaje de Carmen Aristegui que expuso el control que ejerce no sólo de la basura y su recolección, sino de una red de prostitución y trata en la capital del país. Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, se llama, y sobre advertencia no hubo engaño.

"La trayectoria política de Gutiérrez de la Torre está salpicada de incidentes de todo tipo. De hecho, se caracteriza por valerse de métodos violentos y de argucias legales para lograr sus objetivos, ya sea para lograr un escaño en el Congreso o para hacerse del control del partido en el Distrito Federal", publicó la revista Proceso en 2012, al asumir Gutiérrez la dirigencia del partido.

El PRI-DF dice sentirse profundamente avergonzado por las presuntas actividades delictivas del exdirigente, y jura no haber tenido conocimiento de que Gutiérrez dirigía una red de trata que no sólo a él, sino a muchos otros funcionarios públicos, les representa un negocio redondo cuyas ganancias anuales a nivel mundial son equiparables a las que arroja el narcotráfico y la venta de armas.

La carrera política de Gutiérrez de la Torre llega a su fin, cosa que a los priistas les viene como anillo al dedo pues finalmente se deshacen de un impresentable y buscarán arrebatarle a la izquierda su coto de poder desde 1997: el DF. Escandalizados, de entre sus filas no escuché a absolutamente nadie hablar de la pública y notoriamente mala reputación de Gutiérrez de la Torre cuando en medio de aplausos, el tricolor cerró filas en torno a su persona y le cedió el control del organismo político en la capital.

Hacia 1976 cuando integraba su gabinete, José López Portillo recibió reportes de la DEA y quejas de los gringos, que sugerían que su amigo de la infancia Arturo "El Negro" Durazo, estaba involucrado en tráfico de estupefacientes. López Portillo hizo mutis y pese al extrañamiento que vino de afuera, nombró a Durazo jefe de la Policía capitalina y le permitió excesos legendarios hasta que en 1984 durante el gobierno de De la Madrid, fue detenido en Puerto Rico y llevado a prisión.

Gutiérrez de la Torre no es Durazo ni su maldad llega a esos niveles -de hecho, su forma de hacer política resulta rupestre y poco sofisticada- pero tampoco se trata de un santo como pretende hacerle ver a la opinión pública.

Equipararlos es un ejercicio a modo que manifiesta que a treinta años de distancia y pese a las advertencias y focos rojos venidos de todas partes, el sistema continúa protegiendo a los impresentables hasta que dejan de ser necesarios a sus objetivos e intereses.

El PRI, en 30 años, en eso poco cambió. Lo mismo pasa en el PAN, PRD y demás negocios de familia. Porque eso es la política: un negocio lleno de impresentables y con cada vez menos gente proba.

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