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Voz de palco

UNA BATALLA PERDIDA

Eduardo Sepúlveda

Cuando se pierde el respeto por la autoridad, la anarquía se asoma.

No encuentro justificación a las imágenes de sangre en el Estadio Jalisco del sábado pasado.

Que los policías sean los "villanos de la película" no sería novedad. Ellos son los que tienen en sus manos las macanas, los escudos, los gases, las armas. Ellos portan el uniforme que habría de ser respetado por los ciudadanos comunes. Y normalmente, cuando hay actos de violencia en un estadio, ellos suelen ser los represores.

Ahora le tocó a los policías recibir golpes de los aficionados... "aficionados"... ¿aficionados?

¿A qué va esa gente a un estadio de futbol? A la distancia, no podría asegurar qué pasó en la tribuna del Jalisco. Pero en las imágenes se veían prácticamente puros aficionados de Chivas peleando entre ellos. ¿En qué ayudan a su equipo con comportamientos así?

Parecería divertido, por momentos, sacar al salvaje que llevamos dentro. Ser viriles y retar a golpes al rival. Ver quién es más fuerte. "Defender" los colores que nos apasionan con los puños. Correr por un ideal. Someter al rival. Podría llegar a ser divertido, pero también podría terminar en tragedia.

Esa realidad que hoy se vive, siempre podría ser peor.

No me parece valiente el joven con macana en mano que golpea a un policía tirado.

Es lamentable que la violencia cotidiana de nuestras calles se traslade también a nuestros recintos destinados al esparcimiento.

Un partido de futbol no es la guerra. No tiene por qué haber heridos. A los estadios van niños, señoras, abuelos... A estos lugares acostumbran ir personas que quieren ver un espectáculo. Que quieren apoyar una causa que sienten noble.

En una entrevista ayer afuera del Olímpico Universitario de CU, un "barrista" de La Adicción dijo que así se arreglan las cosas, a golpes. "Porque así se tiene que arreglar, como los hombres, como todo macho. Si la Policía, la Ley se mete, sobre ellos, porque eso es entre nosotros".

El tema no es nuevo ni en México ni en el mundo. Pero se agrava.

Por poner un ejemplo, en Estados Unidos hay respeto por los uniformados. Aquí, quizá la imagen que tenemos de ellos no sea la mejor, pero atacarlos de esa forma sólo demuestra que los límites se extienden; ya no hay miedo.

Ahora debería venir un castigo fuerte. La Liga MX tendría que ponerse seria. Dura. Implacable. Los equipos deberían vigilar a los que entran a sus estadios. Los aficionados tendrían que aprender a respetar. Porque esto no es una guerra.

Lo que empieza con algo divertido puede tener consecuencias irreversibles. Y entonces no habrá lágrimas que regresen a un miembro perdido, ni risas que hayan valido la pena.

Hablando de uniformes respetados, en la Expo Feria de Torreón está la exhibición "Fuerzas Armadas... Pasión por Servir a México". No estaría mal que si hay "hinchas" violentos, se dieran una vuelta. Quien quite y alguno se anime a pelear por una causa seria.

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