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La portada de TIME

PATRICIO DE LA FUENTE

Esta semana, Pedro Ferriz de Con se aventó una muy buena columna sobre el escándalo de la portada del TIME. Analiza, va a fondo, desmenuza, pone el dedo en la llaga, nos deja pensando. Si no la han visto háganlo en www.ferriz.com.mx, en el Tanque del Pensamiento.

Precisamente por la estupenda reflexión que hizo Pedro, hoy prefiero abonar a desde otro tipo de análisis y preguntarte, querido lector, cuánto crees que importe TIME -portada de Enrique Peña Nieto o no- en la discusión y toma de decisiones del círculo rojo.

Partamos de la premisa de que aunque una publicación aborde temas políticos, ello no se traduce en que influya en política o cambie el rumbo de los acontecimientos. Ahí el caso de Vanity Fair, a mi gusto una de las mejores revistas del mundo, que se avoca al periodismo de boutique, tiene grandes plumas en su haber, y desmenuza la política en términos coloquiales y asequibles para el lector promedio.

Vende, y muy bien, pero son raras las ocasiones en que lo ahí dicho se rescate por otros medios de comunicación o se convierta en referente para el análisis coyuntural. Lo mismo, en menor escala, sucede con Time Magazine, no obstante sus veinte millones de lectores tan sólo en Estados Unidos.

Si nos basamos en términos de influencia, la revista Time hace mucho que dejó de marcar la agenda política de aquel país. Con un descenso en su tiraje de casi el cuarenta por ciento desde 2009, fenómeno que se extiende a nivel mundial y es sintomático de la crisis que viven los medios impresos, la revista compensa tal caída con sus distintas ediciones internacionales y el respaldo económico que supone pertenecer a Time Warner, uno de los conglomerados más poderosos del mundo.

Sí, Time se lee mucho todavía, pero ya no marca la pauta como antes. El tiraje tampoco es una medición de influencia y penetración en el mercado de consumo del círculo rojo y quienes detentan el poder. Pensando en efectos prácticos, en las costumbres, digamos, del ciudadano promedio de Washington, también encontraremos claves. Existen riesgos al comparar a un periódico que se edita todos los días con una revista semanal, pero tomemos en consideración lo siguiente: Washington y sus ciudadanos comienzan el día con The Post, sencillamente porque es el que llega primero a sus puertas. Posteriormente recurren a The New York Times y Wall Street Journal para informarse y estar enterados. Ya no hablemos de síntesis especializadas e informes clasificados, y la preponderancia de las redes sociales, sitios web y blogs, donde se aborda la agenda política del día.

Actualmente, algunos blogs políticos son mucho más visitados y generan un mayor número de comentarios y cotilleos a la hora de la comida, entre el círculo especializado de Washington, que la revista Time, dada su inmediatez y el cúmulo de información que se produce cada hora.

Si de revistas hablamos, la que vuela a bordo del Air Force One-eso dice mucho- para consulta de quienes en él viajan, es The New Republic, liberal en sus tendencias, pero leída al igual por republicanos y demócratas. Con cuarenta mil ejemplares cada quince días, a ésa sí le podemos llamar un referente en toda la extensión de la palabra, no sólo para los tomadores de decisiones, sino también por quienes conocen y gustan de los intríngulis del poder real.

Como acertadamente señala Pedro en su columna, en la edición de Time Magazine en Estados Unidos, no aparecerá el Presidente Enrique Peña Nieto ni el título que tanto ha molestado, aquel de "Saving Mexico". Y a los afectos a las teorías de la conspiración que infieren una posible compra de la portada por parte del Gobierno mexicano algo sí les digo: el gringo, el que tiene poder real y lana para invertir, por lo general ni mira hacia el sur ni le importa, salvador o no, lo que haga, diga o deje de hacer el Presidente de México. Pragmático como es, sus decisiones de negocios no están basadas en lo que asiente la revista TIME sobre Peña. Para efectos prácticos, un editorial favorable en The Wall Street Journal, por ejemplo, repercutiría mucho más en la percepción pública y a la hora de pensar en nuestro país como destino de inversión.

Time es estupenda, pero resulta una reminiscencia del pasado y una tradición centenaria, más que otra cosa. Que diga para bien o mal, misa. No nos debe preocupar. El mejor balance sobre Enrique Peña Nieto y su Gobierno estará en los resultados, no en los títulos grandilocuentes ni en las lecturas de un periodista por bueno que sea.

Twitter @patoloquasto

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