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DF en diciembre: topes, parquímetros, etcétera

ARNOLDO KRAUS

En diciembre debe escribirse sobre enero. Algunos diciembres he escrito sobre el Distrito Federal, mi ciudad, mi casa. Este diciembre, como los previos, regreso al enero del año que acaba antes de mirar al próximo enero. Este diciembre muestra con crudeza el deterioro de la ciudad y la falta de confianza en el enero venidero. Suma funesta: deterioro y desconfianza deviene escepticismo. Todo preocupa. Aventuro un listado, breve, abierto; quien lea estas líneas concordará conmigo: mi listado es incompleto.

Las calles, la basura, la tala de árboles, el tráfico infernal, los baches, la población en aumento que pervive en los semáforos -semaforistas los he llamado-, el fecalismo al aire libre, los parques sin mantenimiento, las calles copadas por franelistas, la falta de letreros en el periférico, los asaltos en el transporte público, el agua que no siempre llega, sobre todo en colonias pobres, la inseguridad, y un largo etcétera. Todo un retrato de la ciudad. Todo un retrato de la labor de Miguel Ángel Mancera, de su equipo, y la de sus predecesores: Marcelo Ebrard, Andrés Manuel López Obrador y Chayito Robles.

A muchos defeños nos gustaría, en aras de la transparencia y el beneficio de la crítica, una reunión de los tres ex gobernantes con Mancera, cuya dinámica consistiría en responder a las preguntas de unos ciudadanos seleccionados ad hoc y la interactuación, sin cortapisas, entre los cuatro. El tema sería "La salud del Distrito Federal".

Acompaño el listado previo con otro listado, el de preguntas y dudas. Este pequeño segundo listado -no hay espacio para más- no existiría si confiásemos en nuestras autoridades, las de hoy, las de ayer, las de mañana. Sólo abordo dos temas, parquímetros y grúas. Los parquímetros funcionan, no hay duda. Las dudas son otras: ¿hubo licitación o no la hubo?; ¿por qué se le otorgó a la empresa Operadora de Estacionamientos Bicentenario, consorcio sin experiencia, el manejo de todos los parquímetros? Ignoro cuánto dinero generan los parquímetros; lo que nadie ignora es que los baches al lado de ellos, y las banquetas vecinas, muchas derruidas, siguen igual. Sería prudente que Mancera y asociados, además de arreglar los baches, plantasen árboles cerca de los parquímetros. Unos letreros explicando cuánto generan mensualmente los parquímetros, y cuánto se gastó para sanear la ciudad, serían bienvenidos.

Las grúas que transportan coches mal estacionados generan preguntas y malestar. De su funcionamiento nadie duda. Cumplen extraordinariamente: Parecería que tienen un radar para ubicar a los infractores. Su acendrada labor dista mucho del oficio desempeñado por los encargados de ordenar el tráfico y disminuir el caos citadino, y muestra, además, su incapacidad para remover los automóviles de guardaespaldas o choferes estacionados en doble, o incluso, si la calle lo permite, en triple fila. Una hipótesis: ¿reciben los empleados de las grúas estímulos económicos por cada coche transportado a los infames corralones?

Parece imposible saber cuánto dinero genera el negocio de las grúas. Lo que no es imposible, es solicitar al gobierno del Distrito Federal que haga un estudio, cuya finalidad sea aclarar cuántos cajones de estacionamiento se requieren en la zona para así no depender del servicio de las grúas, muchas de las cuales, además, requieren verificación (el humo de sus escapes las delata).

El Distrito Federal no es una ciudad barata. Basta comparar los costos de sus servicios básicos con otras ciudades; tras comparar, vale la pena pensar cómo era la ciudad hace diez o veinte años y cómo es ahora. La calidad de vida y los servicios en el Distrito Federal son mediocres, reflejan las capacidades de sus dirigentes. ¿Cuántos árboles se talaron y cuántos se plantaron en el último año?, ¿cuántos baches se taparon y cuántos renacieron meses después en el mismo lugar?, ¿cuánto tiempo tomaba viajar hace dos o tres eneros al trabajo y cuánto toma ahora?, ¿cuántos asaltos ha escuchado o presenciado cualquier ciudadano?, ¿cuántos retrasos y pérdidas han generado el tráfico y los plantones?, ¿cuántas personas nuevas perviven en los semáforos? y cuántos carecen de respuesta. Para responder a las preguntas previas las siguientes ecuaciones son determinantes: existe una relación inversamente proporcional entre confianza y corrupción; hay una relación directamente proporcional entre mentiras e ineptitud y la calidad de vida en el Distrito Federal.

En diciembre nuestra ciudad luce y vive triste. Todo lo que espetaron los gobernantes en enero es falso. Todo lo que dirán el próximo enero será falso: el siguiente diciembre lo constatará.

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