Siglo Nuevo

Remedios Varo: de sueños y alquimia

Ficción al óleo

Papilla estelar, 1958.

Papilla estelar, 1958.

Jesús González Encina

A cincuenta años de su muerte, la extraordinaria pintora surrealista Remedios Varo, española de nacimiento, mexicana por adopción, sigue sorprendiendo a propios y extraños con sus creaciones, donde la magia, los sueños y la alquimia se funden en obras cuyos secretos aún están por descubrir.

María de los Remedios Varo y Uranga nació en Anglès, provincia de Gerona, España, un 16 de diciembre de 1908. Su padre, Rodrigo Varo, era ingeniero hidráulico, cuya profesión obligó a la familia a recorrer España y el norte de África. De aquel hombre de pensamiento liberal, heredó el gusto por el dibujo, el arte, la literatura y la filosofía, mientras que de su madre recibió una educación religiosa, ya que fue inscrita en un colegio de monjas.

En 1924, apoyada por su padre, Remedios entró a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, donde la familia por fin se asentó. Aquí, además de las clases curriculares, Remedios tomaría un curso de dibujo opcional científico, que tanto influiría en el posterior desarrollo de su obra. Como otros grandes pintores españoles y extranjeros, el complemento a su educación fueron las asiduas visitas que realizaba al Museo del Prado, donde la obra del Bosco y Goya le impresionó perdurablemente.

EL SURREALISMO

El mismo año que nuestra pintora entró a la Academia, el poeta André Breton, proveniente de las filas del dadaísmo, publica el Manifiesto Surrealista en París, con el que inicia oficialmente el movimiento, mismo que venía fermentándose desde 1916. El surrealismo fue un movimiento revolucionario adherido al comunismo. Entre sus fuentes destaca el psicoanálisis y la teoría de los sueños de Freud, el arte de los pueblos primitivos, el mundo medieval, la alquimia y el automatismo psíquico, los cuales produjeron obras en las que emergen los pensamientos y signos más ocultos del subconsciente, buscando una realidad alterna más profunda que el contexto circundante, usando el azar con técnicas como el «cadáver exquisito», el collage, el frottagge y la decalcomanía.

Remedios tuvo contacto con las teorías surrealistas a través de conferencias que se llevaron a cabo en Madrid, pero no sería hasta 1930 que entraría en contacto directo con el surrealismo en París, a donde viajó junto con su esposo, el pintor Gerardo Lizarraga, compañero de estudios con quien se casó ese mismo año. De regreso a Barcelona, realizó «cadáveres exquisitos», es decir, dibujos y collages que produjo junto a otros compañeros como Óscar Domínguez, Estaban Francés y Marcel Jean.

En 1936, ya separada de su marido, conoce a Benjamin Péret, poeta surrealista francés, con quien inicia una relación amorosa. Él la presentará al grupo surrealista cercano a Bretón en París, donde establecerá vínculos con Marx Ernst, Wolfgang Paalen, Alice Rahon, Joan Miró, Leonora Carrington y Roberto Matta.

LA LLEGADA A MÉXICO

Huyendo de la invasión nazi en París, Remedios y Benjamin Péret llegan a México en 1941; sin embargo, Péret regresará a Francia, separándose definitivamente de la pintora, con quien se había casado en 1946. Instalada definitivamente en nuestro país, Remedios Varo realiza diversas actividades para subsistir como: diseño de vestuario, juguetes, decoraciones y una serie de gouaches para la Casa Bayer de México que ilustraba calendarios y folletos publicitarios para diferentes productos farmacéuticos. En todas estas piezas ya se manifiesta la particular estética surrealista que desarrollará en sus obras posteriores: personajes largos y estilizados, arquitectura medieval, ruinas y ciudades desoladas influenciadas por Giorgio de Chirico.

A partir de 1952, se relaciona sentimentalmente con Walter Gruen, refugiado austriaco, quien le daría la estabilidad emocional y económica necesarias para poderse dedicar de lleno a la pintura. A partir de entonces, Remedios deja de experimentar con las técnicas surrealistas y consolida un lenguaje propio basado en experiencias personales, nutridas con los recuerdos de su infancia, el sufrimiento del exilio y la búsqueda de una verdad interior y un conocimiento superior.

SU OBRA

A partir de los años cincuenta, la artista ya no experimenta con el automatismo psíquico del surrealismo, su obra está perfectamente definida y construida a partir de bocetos que varían poco, fruto de una profunda reflexión interior, en donde, con un mundo fantástico, místico y esotérico, nos muestra el desarrollo de un crecimiento espiritual, a través de símbolos velados.

Lectora incansable, la inspiración para la creación de sus cuadros proviene de autores como Baudelaire, Antoine de Saint-Exupéry, Émile Zola, entre otros. Sin embargo, serán las teorías místicas y esotéricas de George Ivánovich Gurdjieff y su discípulo Ouspensky, las que le darán la materia prima para sus fantásticos y misteriosos cuadros. En 1945 le habían encargado Icono, una obra destinada a un grupo sudamericano que seguía las doctrinas de Gurdjieff, donde muestra el eneagrama del cuarto camino, símbolo de la búsqueda de la verdad y un plano de conciencia superior.

Pintores surrealistas como Roberto Matta y Gordon Onslow, estuvieron inspirados en estas teorías. En obras como Au bonheurs des dames, vemos figuras femeninas, movidas por ruedas comprando más ruedas, como una crítica al automatismo y consumismo de nuestra sociedad.

Tal vez la búsqueda sea el tema más reiterativo en la obra de la artista, una búsqueda de sí mismo, del conocimiento, del amor, etcétera. En obras como Hallazgo, Remedios Varo nos enfrenta al encuentro de una verdad superior representada por una perla, quizá la piedra filosofal que flota en medio de un bosque fantástico ante una nave tripulada que por fin llega a su meta.

Tanto en Ruptura como en Mujer Saliendo del Psicoanalista, la búsqueda y el encuentro son los del verdadero «yo». En ésta última, la mujer que sale de la consulta y tira la cabeza de su padre, supera el Complejo de Electra para encontrar su propia personalidad. Por otra parte, Remedios nos muestra que podemos encontrarnos tejiéndonos a nosotros mismos, como en La tejedora roja o en La tejedora de Verona. Y en esta búsqueda, como en Vagabundo, llevamos nuestra casa con nosotros, nuestros libros, nuestros recuerdos y nuestra melancolía, en el traje de ese ser fantástico que al mismo tiempo es vivienda, vehículo y cobijo. Por otro lado, la artista, busca en su obra Exploración de las fuentes del río Orinoco, el origen del este y lo encuentra en un árbol que contiene una copa que gota a gota nutre el caudal del río.

Su obra nos maravilla con arquitecturas fantásticas, como Tránsito en espiral, donde un castillo medieval que flota en el agua es recorrido por vehículos misteriosos. La técnica es prodigiosa y se recrea en los mínimos detalles. Su virtuosismo también se puede apreciar en el cuadro Bordando el manto terrestre, donde un mago, o tal vez un alquimista, dirige a un grupo de jovencitas que tejen una inmensa manta cuyos dobleces y arrugas dan lugar a campos, montañas, valles y lagos, donde se asientan casas y crecen árboles.

La alquimia está presente en la obra de Remedios. En esa búsqueda de explicarse el mundo del espíritu, a la luna la alimentan, un ser fantástico crea aves con los rayos de una estrella y pinturas misteriosas, un hombres vuela gracias a la música celestial, los astros crean hombres primigenios y el alquimista de Fenómeno de Ingravidez, logra acceder a diversos planos de conciencia.

Remedios Varo es inagotable en su obra, es admirada y estudiada, y aunque existen eruditas y esclarecedoras interpretaciones de sus piezas, siempre habrá un halo de misterio en sus pinturas, que nos inviten a soñar con mundos fantásticos, descubrir cosas maravillosas o enfrentarnos a nuestros más profundos deseos.

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Mementismo, 1960.
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Papilla estelar, 1958.
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Alegoría del invierno, 1948.
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