¿Por qué a mí Dios mío?
Aunque hablamos de un título de un libro ya existente, este tema lo abordamos el día de hoy debido a la frecuencia con que se presenta este fenómeno en nuestras relaciones cotidianas, que va desde la pregunta de por qué me pasan a mí estas cosas hasta por qué a mí Dios mío.
En esencia una persona buena se define como aquélla, que respeta a los demás, que hace el bien dentro de su comunidad y que posee buenos sentimientos, ya si se parece a William Levy o a Catherine Zeta Jones hablaríamos de otro tipo de bondad, pero en pocas palabras así se definiría. La pregunta entonces seria ¿Por qué si es tan buena abusan de esta persona? ¿Por qué si es confiable, le roban? ¿Por qué si es un buen ciudadano, siempre lo hacen menos? La respuesta mi querido e inundado lector está en los famosos límites. Una gran cantidad de definiciones existen para definir lo que son los límites y cuando habría que ponerlos, la respuesta que encuentro más adecuada desde mi humilde punto de vista es aprender a decir que no. La segunda condición INDISPENSABLE es que nadie puede poner un límite efectivo si no conoce o no es cercano a la persona.
Vamos con los ejemplos. El hermano que le presta dinero a sus hermanos, aduciendo que la familia es primero y que él o ella entiende cómo se siente su familiar en esta situación, máxime que tiene hijos y necesidades, sin embargo este dichoso hermano, verdaderamente incómodo, no le paga y abusa constantemente de aquél cada vez que puede y se excusa en que su pariente, tiene todo a diferencia de él que no le ha ido bien en la vida.
La pareja, que está acostumbrada a recibir del joven esposo todo, coches, salidas, vestido, viajes, que llega un momento en que el hombre hecho en la cultura del esfuerzo ya no puede más y decide confrontar a la caprichosa cónyuge, recibe de ella el rechazo y la distancia, debido a que no se cumplieron sus expectativas cuando a todas luces la gente de su alrededor ve el esfuerzo sobrehumano del hombre por satisfacer todos y cada uno de sus lujos.
El hijo verdugo que absorbe todo de los padres, que no sólo pide, exige el Xbox más caro, el ipad más novedoso, el celular más avanzado, la ropa de marca que no sólo es fea y poco vistosa, sino además con una camisa, los padres podrían pagar la colegiatura de un mes en cualquier otro instituto y no en el que actualmente cursa sus estudios el chico, que para variar sus calificaciones dejan mucho que desear y lleva más promesas incumplidas que gobernador lagunero.
Seguramente usted mi queridísimo y asiduo lector por más de siete años de este espacio, se acordó o pensó en algún familiar o vecino que conoce por alguno de sus rumbos y dirá para sus adentros, si he cierto, pero ¿Por qué sucede esto si mi compadre es muy bueno con sus hijos, es muy buen esposo o trata muy bien a sus carnales?
Como escribimos anteriormente la respuesta es muy sencilla: Los límites. Jesús decía que nos dejaba dos mandamientos importantes, Amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a ti mismo. Me imagino que en las letras chiquitas debió haber escrito "y el tercero es no ser tonto".
No se trata en la vida, creo yo de agradar para merecer, ser quien la gente quiere para que no acepten, decir lo que no queremos para formar parte del grupo, decirle todo que si a nuestros hijos para que no se vayan algún día. La cosa es ser congruentes y amarnos en principio a nosotros mismos, sin llegar al egoísmo, pero sí siendo asertivos con nosotros para que los demás, sobre todo la gente que queremos, nos respete y nos quiera de manera madura y no abuse de la generosidad de nuestro corazón, y valore la sana distancia que debe existir en nuestras relaciones.
Le dejo esta reflexión para su domingo, sobre todo pensando en que decir NO, no quiere decir no te quiero, y que la gente no confunda, soy generoso con ser tonto.
