"Lo único permanente es el cambio", escuchamos frecuentemente y la frase parece salida de algún curso de superación personal o de una plática motivacional pero es tremendamente real; los seres humanos vivimos en constante evolución y nuestra realidad se modifica, (o puede hacerlo) de un momento a otro.
La resistencia al cambio es el mecanismo de defensa mediante el cual una persona desea permanecer en lo que se ha denominado la "zona de confort", donde nos creemos seguros.
Esto viene al caso cuando muy temprano el día de ayer recibimos una noticia que nos dejó pasmados: Christian Benítez, de 27 años, había dejado de existir.
El delantero ecuatoriano fue pieza fundamental para que el América consiguiera el campeonato en el pasado torneo, consagrándose además como tricampeón de goleo individual. Pese a tener contrato vigente con las Águilas, prefirió cambiar de aires y fue transferido al futbol de Qatar, donde fichó con el club El Jaish SC hace apenas 22 días.
Nadie podría pensar que el hombre que reía feliz hace apenas un par de meses en la comida para festejar el título, hoy no estaría más entre nosotros.
Christian Rogelio Benítez Betancourt vio la primera luz en Quito, Ecuador, y debutó muy joven con el Nacional de su país, llamando inmediatamente la atención por sus extraordinarias condiciones.
Pronto se habló del interés de algunos cuadros europeos pero su destino sería México, concretamente en la querida Comarca Lagunera donde vestiría la casaca del Santos, ayudaría a obtener el título en el 2008 y ganaría su primer campeonato de goleo en el año 2010 con 14 dianas. Emigraría al futbol inglés, enrolándose con el Birmingham, lo que resultó un completo fracaso y de esa manera regresó a nuestro país para continuar en el cuadro lagunero.
En el 2011 se produjo su pase al América en una cifra récord para el balompié azteca y desde su llegada mostró que deseaba convertirse en leyenda dentro del cuadro azulcrema. Finalmente decidió aceptar la millonaria oferta del club catarí, donde desgraciadamente acabaría prematuramente su vida.
Lo ocurrido con el "Chucho" me hace acordar de una historia que solía contar mi padre. Resulta que el visir de un sultán le cuenta a su jefe y amigo que en el mercado público de Bagdad se había topado cara a cara con la muerte. Le pidió encarecidamente le proporcionara un caballo, el más veloz que tuviera, ya que su intención era poner tierra de por medio entre él y la espectral visión, buscando refugio en la lejana ciudad de Samarcanda. El sultán concedió lo que su colaborador solicitaba y disfrazado de mendigo salió rumbo al bazar en busca de la pálida dama. No batalló mucho para encontrarla entre la multitud y le preguntó por qué había asustado tanto a su fiel servidor. La muerte le contestó: "Pero si la sorprendida fui yo al verlo aquí, ya que tenemos esta noche una cita en Samarcanda". ¡Descanse en paz el "Chucho" Benítez!.
