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Decisiones estratégicas

Julio Faesler

La reciente presencia del Presidente de la República en diversos foros internacionales y sus visitas a países amigos es la confirmación de que nos es indispensable proyectar la imagen de claridad dentro de un escenario mundial confuso a la vez de comprometido a hallar soluciones extremadamente difíciles de instrumentar en todos los órdenes en prácticamente todos los continentes. Es profunda la insatisfacción popular con el desempeño de los gobiernos.

En este escenario nuestro país por el momento no tiene involucramiento alguno por lo que gozamos de la oportunidad de poder concentrarnos en la tarea de nuestro propio desarrollo socioeconómico. El grado en que esto se logre depende en muy alto grado, aunque no exclusivamente, de la madurez política que, por lo que se puede ver en estos días, es dudosa a juzgar por el lamentable comportamiento de los partidos políticos que lastran nuestra capacidad de acción para atender las tareas básicas que esperan: el desarrollo integral de nuestros recursos humanos y materiales del país.

El desarrollo social y económico de inaplazable urgencia, requiere de un liderazgo que lo encauce en esta primera etapa del incipiente sexenio. No hay que ir más lejos que lo que a diario ha venido apareciendo que ejemplifica las piezas que hay que insertar en un programa integrado de desarrollo. Cómo articular hechos como el anuncio hecho por el coordinador internacional para Asuntos Energéticos del Departamento de Estado de los EUA de formar con México, Canadá y Estados Unidos un bloque exportador de energéticos fósiles para hacer "una base de estabilidad para la seguridad energética de la región y del mundo". Participar en este esquema depende de cuán válido será este proyecto en términos de bienestar popular para nuestro país.

La cuestión energética está encerrada en el tema de la autonomía fiscal, de la libertad de maniobra sin tener que sujetar a Pemex a la servidumbre de la Secretaría de Hacienda. Este paso implica llevar a la economía nacional al nivel de producción suficiente para ofrecer al mercado interno y externo los artículos manufacturados y agrícolas procesados a toda la capacidad de competitividad posible.

Hablar del desarrollo al máximo de nuestra producción es aludir simultáneamente al aumento del contenido nacional de la misma. No se trata de chauvinismo sino simplemente de aprovechar nuestra mano de obra que, desocupada, no aporta su esfuerzo al desarrollo general ni mucho menos a remediar la pobreza en que se ve sumida.

La preocupación que manifiestan en estos momentos los voceros del sector maquilador por la posible pérdida de facilidades fiscales que actualmente gozan no se justifica mientras no se comprometa esa actividad a elevar el contenido nacional de sus productos que por confesión propia no llega sino al 2 o 3%. La industria automotriz que representa una alta proporción de nuestras exportaciones no llega sino a promedios del 30-40% de integración nacional. La promoción que está en curso de crear más eslabones de esa cadena de producción tiene que acelerarse igual que con otras actividades como la de máquinas y herramientas de mano donde las importaciones son importantes.

No sólo se trata del desarrollo de sectores importantes, sino también el de las diversas regiones del país que se tienen que articular dentro de un todo nacional. El desarrollo del sur de México es un caso que urge para aprovechar su potencial agrícola, minero, energético y desde luego, sacar ventaja de su estratégica posición geográfica. Hay que crear infraestructuras de comunicaciones y portuarias. Mientras se planea un problemático paso interoceánico en Nicaragua, antiguo proyecto decimonónico, nosotros no hemos sido capaces de llevar a cabo otro proyecto el del canal seco en el Istmo de Tehuantepec que convertiría esa franja en una hilera de actividad productiva.

El dinamismo de los acontecimientos internacionales se expresa con previsible velocidad. Mientras se nos presentan en nuestras pantallas de televisión los dramas de Medio Oriente, los tumultos callejeros en Europa o en América Latina, los escándalos financieros y políticos en casi todos los países, también nos llegan abundantes noticias del intenso intercambio comercial y de servicios que se realiza en el marco imparable de la globalización que aÚn no hemos cabalmente explotado.

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