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Contraluz

Dra. María del Carmen Maqueo Garza

MEDIOS: ¿HASTA DÓNDE?

Acabo de regresar del XIV Congreso Nacional de Pediatría, que organiza año con año la CONAPEME. En esta ocasión se llevó a cabo en la ciudad de Monterrey, misma que se lució con sus abruptos cambios de clima, para sorpresa de propios y extraños.

Como sucede en estos eventos, la actualización médica a cargo de profesores nacionales y extranjeros nos proporciona una visión panorámica de los problemas de salud que enfrentan nuestros niños y jóvenes, así como las novedades en cuanto a medidas preventivas para diversas condiciones patológicas.

Dos módulos vienen teniendo más peso en los últimos tiempos, uno es el de Bioética dentro del cual se revisan temas que tienen qué ver con asuntos de orden ético en la toma de decisiones frente al paciente y sus familiares, desde cuestiones como el consentimiento informado para la aplicación de vacunas, hasta asuntos que de entrada resultan azarosos, como sería hasta qué punto tiene derecho el niño con cáncer, a decidir la continuación o suspensión de su tratamiento.

El otro módulo que crece año con año es el relativo a Informática, dentro del cual se habla del niño frente a los medios, y la influencia que la televisión, el Internet y los videojuegos llegan a tener en él. Los datos presentados esta vez son para ponernos a todos a pensar, en los Estados Unidos se viene estudiando a profundidad el efecto que llega a provocar el uso frecuente de videojuegos de combate. Recientes investigaciones se inclinan a considerar que un chico acostumbrado a este tipo de juegos tendría buena puntería, en la eventualidad de que llegase a tomar un arma real. Además de que responde a lo que tiene frente a sí "en automático", sin que medie mayor reflexión antes de disparar, algo que podría explicar en buena parte el proceder de adolescentes que han protagonizado masacres al descargar una o varias armas contra compañeros de escuela o maestros.

Y así encontramos en el cine, la televisión y los medios electrónicos, el prototipo del héroe que mata con particular violencia, aunque claro, mata sólo a los malos, lo que busca justificarlo. Y no se diga la carga de escenas violentas y de ruidos ensordecedores que se presentan en cada uno de los encuentros del superhéroe con los antagonistas, a los cuales vemos en la escena caer como pajaritos, o explotar en mil pedazos.

Otro punto importante es el hecho de que portar un arma proporciona al chico una sensación de seguridad, lo que explicaría esos casos de los que nos enteramos a últimas fechas, de un niño pequeño al que se le descubre un arma en su mochila escolar.

Todos reconocemos la relación entre genitalidad en la pantalla y patologías relacionadas con la práctica sexual de adolescentes. Cuestiones como el sexo temprano, embarazo en adolescentes y enfermedades de transmisión sexual guardan una relación directa con la carga de genitalidad propia de los programas televisivos o descargas por Internet. Probablemente nosotros como adultos hemos desarrollado un acostumbramiento a frases de contenido sexual en la televisión y ya no reparamos en ellas. O puede suceder que como padres pecamos de ingenuos y no detectamos que los chicos ven pornografía, lo que, además de los problemas ya mencionados, contribuye a distorsionar el goce sexual real, algo que repercute finalmente en la relación de pareja.

Otro punto que tiene qué ver con este concepto distorsionado de la sexualidad es el "sexting", o transmisión por medios electrónicos de fotografías propias de contenido sexual por parte de adolescentes, que para algunos autores llega a practicarse hasta por 6 de cada 10 jóvenes de ambos sexos.

Asimismo surge el "ciberbullying", o acoso mediante medios de comunicación electrónicos, capaz de provocar desde trastornos emocionales menores hasta suicidios en grado de tentativa o consumados.

Un ejercicio interesante sería traducir en palabras los mensajes que esas escenas de violencia o de sexo transmiten, digamos: "Matar con violencia está bien, si los que se mueren son los malos.", o bien: "Ante la duda, ataca". U otro: "Más vale que digan que es inteligente porque atacó, y no que es tonto porque no lo hizo". En fin, podríamos hacer una larga lista de estos mensajes subliminales de violencia.

Otro tanto podríamos hacer con el sexo: "Si está guapo, acuéstate con él". "Lo normal es hacerlo", "El que no lo ha hecho a los veinte es un burro". O con los mensajes que incitan a desarrollar el afán de posesión: "No es tuyo pero si te gusta y nadie te ve, tómalo", o bien: "Solamente con un deportivo del año te tomarán en cuenta", o "En la guerra y en el amor todo se vale".

Los medios llegaron para quedarse. De nosotros depende si llevan la batuta dentro de casa.

  Más allá d elas palabras. Viene de la página 6

Es probable que la presencia silenciosa e inevitable de la muerte en nuestra vida sea también motivo de depresión. Ahí la tenemos aguardando siempre el momento menos esperado para darnos el zarpazo y sorprender a los nuestros. El antídoto contra ese temor que produce depresión es una fe fuerte y vigorosa en Dios… y como consecuencia en la vida eterna. La felicidad es el objetivo de la existencia humana. Es un proceso que exige orden, constancia, voluntad, y motivación. Se obtiene: Minimizando los fracasos y valorando hasta el menor de los logros. Tomando las cosas de la vida con sentido del humor. Conociéndonos a fondo, porque una personalidad madura es un gran antídoto contra la depresión. Desarrollando lenguajes interiores positivos que nos empujen a lo mejor. Fortaleciendo la voluntad, (una persona con fuerza de voluntad llega en la vida más lejos que una persona inteligente). Superando las crisis de la vida, incluyendo las que surgen con la edad. Teniendo una concepción correcta del tiempo, formando una ecuación sana, equilibrada y armónica con el pasado, presente y futuro. Contando con el apoyo de la familia y de los amigos. Buscando el verdadero sentido de la vida, en resumidas cuentas encontrar a Dios y amarlo. Vivimos en una sociedad que tiene prisa, pero que desgraciadamente no sabe adónde va, desorientada en las cosas fundamentales de la vida e inmersa en una búsqueda de placeres que la va destruyendo. El aumento del número de parejas rotas en nuestros días es una manifestación de la crisis de la persona, que se encuentra perdida de sí misma, desorientada y a merced del hedonismo, el consumismo, la permisividad y el relativismo. La pérdida del sentido religioso de la vida da como resultado esta nueva epidemia de "amores eólicos" (Eolo, dios del viento en la mitología griega). Así son muchas de las relaciones actuales. Se buscan relaciones nuevas, inesperadas, con el deseo de volver a sentir el vértigo de sentimientos intensos propios de los adolescentes. Esta inmadurez afectiva hace que muchos adultos se conviertan, en el terreno emocional, en auténticos veinteañeros. Ello da lugar a familias en perpetua recombinación, cambiantes, cruzadas, combinadas, en las que los niños se sienten perdidos y que necesitan más que otros ensayar mecanismos adaptativos para sobrevivir y no naufragar a causa del oleaje multiforme de unos padres cuya vida sentimental se centra en la ocasión, el azar o la aventura juvenil.

Es importante educar a los hijos con los pies bien puestos sobre la tierra. Algunos padres de familia cometen el gravísimo error de desubicarlos, haciéndoles creer que cuando sean grandes tendrán las mayores comodidades del mundo… "porque las merecen", y que serán muy ricos… "porque así fueron sus ancestros". Tomando en cuenta que el dinero va y viene, pero casi siempre se va, la verdad es que ellos conseguirán únicamente lo que resulte de su esfuerzo, de su trabajo, de su habilidad para negociar, de su dedicación, de su audacia, de su constancia y de su sacrificio personal. Todo lo demás -incluyendo esos equivocados presagios de sus padres- solamente les hará daño, y les creará un profundo vacío existencial muy difícil de llenar, que los puede conducir a la amargura, al desánimo, a la depresión… e incluso al suicidio.

Lo que hace rica a la persona no es el dinero, sino alcanzar dentro de sus posibilidades la cima de sus aspiraciones, y además, ser sensible al mundo que le rodea, llenando su corazón de solidaridad y amor. Lógicamente, son básicas unas mínimas condiciones económicas, pero la madurez va mucho más allá. La felicidad, reducida a bienestar y a nivel de vida, es una pobre interpretación de lo máximo a lo que se puede llegar.

¡Ánimo, no estés triste, el Señor te ama!

http://contraluzcoah.blogspot.com/

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