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El Diván

Lic. José Antonio Miranda Hernández

LA BÚSQUEDA DEL HALAGO

Como seres humanos necesitamos de reconocimiento a lo largo de la vida, sin embargo el depender de ese reconocimiento o necesitarlo para vivir es lo que determina el grado de madurez o de independencia que podemos tener de los demás.

Escuchamos palabras como: "qué bien te ves", "eres muy bueno", "me enseñaste mucho", "eres muy importante para mí" son frases que aumentan nuestra autoestima, ya que nos dan reconocimiento o retroalimentación y se vuelven una bocanada de aire fresco para nuestros contaminados pulmones, desafortunadamente vivimos en un ambiente en que el éxito se asocia con el espejeo exterior, que se vuelve por momentos adictivo y creemos erróneamente que si no lo tenemos no somos valiosos.

Pongamos algunos ejemplos, la madre abnegada que sacrifica sus propios intereses por los de los hij@s intentando darles lo mejor quitándose el pan de la boca para dárselos y cesa de perseguir sus sueños en función de los vástagos. Espera en el futuro ser reconocida o que los hijos le agradezcan con creces el enorme sacrificio. Cuando esto no se produce, la madre siente que su esfuerzo no valió la pena y sus enormes ganas que le puso al asunto se fueron por la borda, lo que ulteriormente ocasionara enojo y resentimiento hacia los logros de los hijos, sin que ella o ellos se den cuenta de estas emociones no reconocidas. No con esto decimos que todos los hijos son malagradecidos o no se dan la oportunidad de percibir el esfuerzo de los padres, pero en este caso lo más sano es que se dé en la medida de las posibilidades de la madre, y que se brinden las herramientas necesarias para que los hijos busquen en el futuro con sus propios recursos sus metas, que en no muchas ocasiones serán diferentes de la de los padres, y no por esto valiosas.

Otro ejemplo repetitivo es en las parejas, la mujer que espera que su pareja esté todo el tiempo reconociéndole o reafirmándole su cariño, anhelando que todas las noches le digan que es importante, que la aman, que es indispensable para la vida de él, que sin ella él sería nada, cuando el novio o esposo, no tiene tiempo o su cabeza está ocupada con otros menesteres, ella sentirá y pensará equivocadamente que él ya no la quiere, y en cierto momento buscará en otros brazos la supuesta incomprensión de la pareja, y lo peor del caso responsabilizará a la pareja de su infidelidad, cuando la única responsable es ella por su enorme necesidad de reconocimiento que no lo tiene por ella misma.

Sin duda dos ejemplos neuróticos, que a la luz de nuestro aprendizaje serían válidos por repetitivos mas no por coherentes y maduros.

¿Qué hacer? Pues reconocer que nos gusta el halago, la recompensa, el piropo, el reconocimiento, pero que sin él podemos vivir sanamente, y que si llega a valorarlo y no quedarse estancado en él, saber convivir y respetar las diferentes maneras de pensar, pero sobre todo darnos cuenta que los primeros que nos tenemos que conocer y considerar somos nosotros mismos, y que sólo nosotros somos los que primero debemos amarnos para después buscar al otro y no a la inversa.

Le deseo un feliz domingo y un autoreconocimento que siempre será necesario.

Twitter: @neuromiranda.

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