Los entonces presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Chile, Ricardo Lagos, de Francia; Jacques Chirac, y el en ese tiempo secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kofi Annan, lanzaron formalmente un día como hoy, pero del año 2004, en Ginebra una propuesta para crear una alianza mundial “contra el hambre y la pobreza”.
El plan que presentaron pretende que se recompense a los países que realicen esfuerzos concretos en favor de su propio desarrollo mediante programas de alivio de la deuda, inversiones directas y entradas de capitales a largo plazo, aumento de la ayuda y un sistema de comercio más justo.
Los países favorecidos serían aquellos que tengan políticas sociales eficientes, instituciones democráticas sólidas y que, en general, pongan en práctica programas coherentes para fortalecer el bienestar de sus ciudadanos.
Para resolver la forma de financiar tan ambicioso plan, Francia y Brasil acordaron por su parte la creación de un grupo técnico que analizaría las diferentes propuestas que estaban sobre la mesa, entre las cuales se encontraban la instauración de un impuesto a ciertas compras de armas o transacciones financieras.
La propuesta de gravar la adquisición de determinados armamentos fue lanzada por el mandatario brasileño en la última reunión del G8, a mediados del año pasado, a la que Lula fue invitado junto a otros presidentes de países en desarrollo.
Asimismo se planteó la posibilidad de gravar las transacciones financieras internacionales o algún otro mecanismo de financiación internacional en el que puedan participar tanto países donantes como el sector privado con aportes voluntarios.
El dinero disponible es destinado a un fondo especial para combatir el hambre y la pobreza, bajo la supervisión de las agencias multilaterales elegidas.
Actualmente, mil 100 millones de personas sobreviven con menos de un dólar al día y 840 millones sufren hambre, de los cuales 300 millones son niños. Según los datos de las Naciones Unidas, 24 mil personas perecen diariamente por causas relacionadas con la falta de alimentos.
Esta iniciativa, idea del presidente Lula, fue saludada por el Programa Mundial para la Alimentación, la agencia humanitaria más importante de las Naciones Unidas, que recordó que “el hambre en lugar de retroceder está avanzando”.
