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Besar: nadie dijo que fuera fácil

Durante un beso, no solo derrochamos nuestra pasión y recibimos lo mismo de otra persona. En realidad, llevamos a cabo un proceso mucho más complejo en el que conocemos la temperatura real de otra persona. INGIMAGE

Durante un beso, no solo derrochamos nuestra pasión y recibimos lo mismo de otra persona. En realidad, llevamos a cabo un proceso mucho más complejo en el que conocemos la temperatura real de otra persona. INGIMAGE

BANG MEDIA

Una de las mayores páginas de contactos de España, meetic.com, publicó recientemente que el 25% de los ciudadanos del país no sabe besar. Aunque suene duro, así lo han determinado en una encuesta ellos mismos, quienes han sido rechazados por sus parejas por una falta de talento a la hora de practicar esta actividad que parece sencilla, pero que tiene más complicaciones a la hora de llevarla a cabo.

La complicación muchas veces sencillamente reside en la compatibilidad con otra persona. Con cada compañero, tenemos diferentes retos y hemos de adaptarnos en cada ocasión a lo que creemos que quiere la otra persona o a lo que sentimos que debemos hacer. Por ello, existen manuales y ahora infinidad de vídeos tutoriales sobre cómo besar. En todos se explica que es preciso tener los labios humedecidos para que los labios puedan moverse y deslizarse con suavidad. También suele ser un problema saber cómo ladear la cabeza para evitar chocarse una nariz con la otra o los dientes. En ambos casos, se deberá observar el ritmo de la otra persona e intentar controlar siempre la suavidad, por muy intenso que sea el beso.

Por otro lado, algunas de las técnicas aconsejadas son respirar bien por la nariz, ya que si uno se olvida de eso, habrá un momento tenso durante el beso en el que tendremos que parar por asfixia. También es fundamental refrescar el aliento, ya que en la boca y particularmente en la lengua se concentra uno de los hedores más desagradables. Aunque esto sea más arriesgado porque suele ser más personal, muchos recomiendan usar las manos para acariciar al amante al mismo tiempo que le besamos.

Durante un beso, no solo derrochamos nuestra pasión y recibimos lo mismo de otra persona. En realidad, llevamos a cabo un proceso mucho más complejo en el que conocemos la temperatura real de otra persona. Además, también tomamos consciencia de su sabor y olor y se transforma directamente en una información que llega al cerebro y que anclamos en nuestra memoria junto con la imagen de esa persona y con el placer que sentimos.

Este placer, por otra parte, se lleva a cabo gracias a una intensa liberación de hormonas. Para muchos hombres, besar es una gran actividad para luchar contra el estrés, ya que se activan las zonas en el cerebro reservadas para la sensación de recompensa. En cambio, las mujeres –que tienen un mayor sentido del olfato y el gusto—usan esa información para evaluar las cualidades generales que les atraen de la persona a la que están besando.

Existen constancias primitivas de por qué besamos con la boca. Básicamente, muchas primates alimentaban así a sus hijos, quienes con el amamantamiento también se comunicaban con ellas con la boca. Con la evolución de la especie, algunos apuntan a que el color más oscuro de la boca en el rostro hace que sea más llamativo que el resto del rostro, aunque en realidad son muchos los seres vivos que acostumbran a besarse, como los elefantes o los pájaros, por lo que esta actividad que tanto nos gusta no deja de tener algo misterioso y mágico.

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