El viajero va en jet. Son las 6 de la tarde del pasado martes. El cielo es claro. Tiene la claridad que en lo alto tiene el cielo.
Vuelve la vista el viajero a su derecha y mira por la ventanilla una visión hermosa: la luna, casi llena, empieza a aparecer por el oriente. Luego voltea el viajero hacia la parte izquierda del avión y mira la roja naranja del sol perdiéndose en el occidente.
Al mismo tiempo sol y luna... Aparece ésta; aquél va desapareciendo ya... El viajero da gracias a la fuente de donde todas las gracias se derivan por la belleza que acaba de mirar, fugitiva igual que todas las bellezas. Y le llega un sencillo pensamiento: cuando una luz se va otra viene. Nunca hay definitiva oscuridad.
¡Hasta mañana!...
