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RESISTE EL IMPULSO DE CRITICAR, IGNORA TUS PENSAMIENTOS NEGATIVOS

Con frecuencia nos paralizamos ante la más ligera crítica que recibimos. La consideramos como una emergencia y nos defendemos como si estuviéramos librando una batalla. En realidad la crítica consiste, generalmente, en una observación hecha por otra persona, acerca de nuestras acciones o de la opinión personal de alguien que no concuerda con la propia visión que se tiene de sí misma.

Cuando reaccionamos en automático a la defensiva ante una crítica, duele. Nos sentimos atacadas y con derecho a defendernos o a contraatacar. Nos enojamos y nuestra mente se llena de pensamientos hirientes dirigidos a la persona que nos corrige. Todas estas acciones requieren de una enorme cantidad de energía mental.

Un ejercicio muy recomendable es aceptar la crítica que te hacen, esto mitiga. Muchas veces este reconocimiento desactiva la situación, satisface la necesidad que tiene la persona que nos enfrenta, de expresar su punto de vista, y esto ofrece la oportunidad de conocer algo de ti misma. Quizás lo más importante es permanecer calmada y con ello descubrir que el aceptar una crítica tiene más valor de lo que cuesta.

Si asistes a una reunión y escuchas todas las críticas que típicamente se suscitan entre los asistentes y luego reflexionas qué de bueno dejaron todos estos comentarios, probablemente tu respuesta será "que nada". Si eres crítica contribuyes a la ira y desconfianza en nuestro mundo.

CÓMO RESISTIR LA URGENCIA DE CRITICAR

El criticar no únicamente no resuelve nada, sino que más bien contribuye en nuestro mundo, al enojo y desconfianza de otros. Una persona que se siente atacada es probable que tenga una de estas reacciones: retraerse avergonzada o contraatacar con furia.

La crítica, igual que el maldecir, es algo más que un mal hábito. Es algo que hacemos por costumbre, nos mantiene ocupados y nos da algo de qué hablar. Sin embargo, reflexionando con calma cómo nos sentimos después de censurar a alguien, vamos a darnos cuenta que nuestro ánimo decae y en el fondo nos sentimos un poco apagadas y avergonzadas. La solución está en detectar si estamos siendo justos en nuestra apreciación y tratar de cambiar los reclamos o reproches en: tolerancia y respeto.

Una estrategia maravillosa es la práctica de permitir a las personas el gusto de estar en lo correcto. Deja de corregir; la gente a tu alrededor estará menos a la defensiva.

Agradeceremos envíes tus comentarios a: [email protected]

  Por: Profra. Pilar D. R. de López

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