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CONTRALUZ

Robo-Cops y elefantes

Ahora son los robo-cops. Perfecta reproducción de los modelos tipo Schwarzeneger: Caretas, petos, coderas, rodilleras, escopeta, metralleta corta, pistola al cinto... Sesenta individuos acorazados cuyos uniformes no quiero ni imaginar qué costo habrán tenido.

Esta versión mexicana de “transformers”, por forrados que vayan, no lograrán ni de chiste cubrir toda el área metropolitana, y mucho menos, controlar la delincuencia que florece en proporciones geométricas como mal epidémico por todo el país.

Mucho se ha criticado la participación de Giulianni en el asesoramiento de la seguridad pública capitalina. En lo personal, lo considero un individuo serio y organizado; eso sino me atrevería a adivinar los emolumentos que pueda estar cobrando el señor, quien seguramente tiene que comer.

A lo largo de administraciones, trienios, sexenios y similares, dos hechos salen a la luz y dan buena cuenta de los males del país. En tanto tengamos dirigiendo a la nación a políticos y no a científicos, los problemas no podrán tener una solución viable, funcional y lógica. Por otra parte, en la medida en que el poder político y el económico finalmente recaigan en una misma persona (de mil maneras disfrazado, pero un hecho lamentable y cierto), las cosas van a seguir empantanadas.

Ahora tenemos a los narcomilitares recién enjuiciados, como en su momento el mundo de las drogas ha contaminado toda rama del quehacer humano; como un cáncer que extiende sus ramas, y la corrupción se infiltra a cada rincón. Cuando escucho de prisioneros como “La Trevi’’, pugnando por su extradición a México, me atrevo a suponer que lo hacen porque aquí como quiera la mayoría de algún modo sale de la cárcel por falta de méritos, como ha sucedido con grandes capos de la droga. O simplemente hacen un acto estilo Copperfield, y se vuelven humo.

En el supuesto caso de que nos encontráramos un espécimen, –difícil, pero no imposible- de político incorruptible, seguimos teniendo una gran dificultad. Por más que le ponga todo el empeño, no puede aplicar la misma óptica en un problema social, en uno médico, en alguno agropecuario, o lo relativo a puentes y caminos. Y es precisamente éste un gran error de nuestro sistema. Se parte del aspirante a funcionario para adecuarle el puesto, y no se busca al individuo de acuerdo al perfil que el puesto demanda. Por más que Fox pretendió hacerlo, –o hacérnoslo creer-, una vez que resultó electo, vemos que las cosas siguen dándose de igual manera, y no contamos con un especialista en el área para buscar la solución idónea para un problema de acuerdo a la logística que corresponde al caso.

Y así tenemos a un personaje, –digamos López Obrador-, sacando del sombrero conejos y pañuelos de colores para mantenernos entretenidos todos los días, a las 6:30 de la mañana, y evadiendo de muy diversas maneras la responsabilidad con respecto a problemas urgentes de vialidad, seguridad pública y vivienda. Simplemente, me pregunto cuánto se habrá gastado en los plebiscitos para decidir si se construye o no el segundo piso del Periférico. Plebiscitos que no resultan satisfactorios, llevando a fin de cuentas a que se gaste en licitaciones que posteriormente se invalidan, y ahí se va pasando Manuel López Obrador el período de su administración, exhibiendo un elefante blanco que para ahora ya aprendió a volar.

Congruentes, precisos, técnicos: Enfocados a la raíz del problema. Único modo de resolver los problemas; contratar segadoras computarizadas de control remoto para andar cortando las ramas no va a terminar con los problemas...

Todavía no “nos cae el veinte”, ni a los de arriba ni a nosotros los de abajo, que conformamos un país en crisis, y que el desgobierno está pegando duro en los intereses de la clase trabajadora. Y que los robos a casas-habitación; los cristalazos o la venta de resistol son sólo las aristas de un problema al cual, lejos de ponerle mano, se le está atizando el fuego. Hambre, falta de educación, carencia de oportunidades, nula incentivación, son algunos de los elementos que constituyen el caldo de cultivo en el cual se genera una inseguridad creciente.

En medio de todo, la esperanza sigue viva, a veces como de milagro, y en ratos como el fogoncito junto al cual nos refugiamos para no desanimarnos. Hora de replantearnos el rumbo en serio, y comenzar a enderezar la nave, comenzando aquí, en el hogar, a través de un amor inteligente que forje individuos que actúen cual motores para el cambio.

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