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Reina de la Sonrisa / Los Montemayor

Reina de la sonrisa.

Reina de la sonrisa.

DR. SERGIO ANTONIO CORONA PÁEZ

Quizá una de las características que todavía singularizan a la Comarca Lagunera es la calidad humana de sus habitantes, a pesar de la violencia que hemos padecido en los últimos años. A todos nos consta que hay gente que tiene que venir y que efectivamente viene a residir entre nosotros pensando que son los más desdichados seres del mundo, desterrados a un lugar infame en medio del desierto. Todos conocemos la transformación que se opera en esos "desdichados" a medida que se familiarizan con nuestras costumbres y nuestra gente. Y todos hemos visto cómo, teniendo de nuevo que cambiar de residencia después de años, se van "llorándole" al lugar más hospitalario en que habían vivido: la Comarca Lagunera.

Puesto que Torreón es una ciudad que se formó con emigrantes de México y de todo el mundo, los valores propios de los emigrantes conformaron su cultura: la superación personal, la convivencia pacífica, el respeto al trabajo, la generosidad, la disposición de mantener casa abierta para todos, la disposición a gozar lo bueno que ofrece la vida.

En los años veintes, la Comarca bullía de vida y esperanza. Tenía sus propios motivos para el optimismo, a la vez que se sumaba a los motivos del mundo. La Gran Guerra había terminado, todos querían celebrar. Las "flappers" (las "pelonas") o chicas independientes estaban de moda y se rebelaban a seguir los modos moralistas victorianos. Precisamente a esa época pertenece la fotografía que ilustra este artículo. La risa -o mejor aún, su hermana menor, la casta sonrisa- era objeto de concurso entre las señoritas de sociedad. El 31 de enero de 1924, teniendo como fondo coreográfico el espectacular charlestón de la celebración de la Nochevieja, la Reina de la Sonrisa de San Pedro de las Colonias recibió el diploma que la acreditaba como tal. Se trataba de la señorita María Antonia González García, de 23 años de edad. Era la hija del señor Melquíades González, propietario de la tienda de ultramarinos "La Gitana", y de la señora Genoveva García.

Al igual que una buena cantidad de mujeres comarcanas de su época, María Antonia era muy cosmopolita, era una mujer profesionista (había estudiado y ejercía la carrera de "tenedora de libros" o contadora) y sobre todo, era muy alegre. Con el tiempo casó con el asturiano Luciano Fernández Collada y mudaron su lugar de residencia a Torreón, donde María Antonia siguió sonriéndole a la vida hasta el día de su muerte en noviembre de 1984. Su hermana, Lydia González García, casó con otro emigrante, el francés Luis Dugay. De ambas señoras procede una vasta descendencia muy conocida y apreciada en la Región Lagunera. Como decía, la sonrisa ante la vida corre -literalmente- por nuestras venas. Hemos heredado la afabilidad de nuestros abuelos. Difícilmente exista otra ciudad en México que posea el encanto de nuestra gente.

Otra familia que remonta su llegada a Coahuila al siglo XVI, es quizá uno de los linajes colonizadores de más antigüedad en el norte de México, sur de los Estados Unidos y por supuesto Torreón. Es la que lleva por apellido Montemayor, que se pronunciaba originalmente "de Montemayor", puesto que era un apellido toponímico que indicaba lugar de origen. Existen varios lugares llamados "Montemayor" en España.

El apellido se le debe a Diego de Montemayor, fundador del linaje norteño, cuyos datos permanecen en el Archivo General de Indias, sección de la Casa de Contratación de Sevilla (aduana internacional de España en el siglo XVI). Encontramos que Diego de Montemayor era vecino de Málaga (Andalucía) y que era hijo de Juan de Montemayor y de Mayor Hernández. En primeras nupcias estaba casado con Inés Rodríguez, y ambos pasaron a la Nueva España según registros del 7 de diciembre de 1548. Diego se casó otras dos veces, su segunda esposa fue María de Esquivel, y la tercera, Juana Porcallo y de la Cerda.

Diego fue Alcalde Mayor de Saltillo en 1580. El 5 de abril de 1588 fue nombrado Tesorero de la Real Hacienda y teniente de gobernador y de capitán general desde los ojos de Santa Lucía (Monterrey) hasta Parras y lo demás que había hasta el río Grande y hasta la Laguna. Este nombramiento lo constituyó (al menos nominalmente) en una de las primeras autoridades laguneras. Hay que recordar que en esa época surgió un conflicto de límites entre el Nuevo Reino de León y el Reino de la Nueva Vizcaya. Diego fue Alcalde Ordinario de Saltillo en 1591, y escribano de ahí mismo en 1593. En 1596 Diego de Montemayor organizó a doce familias de Saltillo para ir a fundar Monterrey, lo cual llevó a cabo. Se le reconoce como fundador de Monterrey, tras la fallida población realizada por Luis de Carvajal y de la Cueva.

Estefanía de Montemayor y Porcallo, hija del tercer matrimonio de Diego, se casó con Alberto del Canto, fundador de Saltillo en 1577.

Por su parte, la familia del Canto tenía un remoto origen medieval, pues procedía de María do Canto, casada con Joao Fernandes de Souto Mayor a finales del siglo XIV y principios del XV. Los tratadistas portugueses mencionan que originalmente este apellido era do Kent y que procedía de Inglaterra. Pero lo cierto es que los Do Canto se habían establecido en Guimarães, en Portugal. Alberto del Canto era re tataranieto de María do Canto, y su tío paterno, Pedro Anes do Canto, nacido hacia 1470, era proveedor de las Reales Armadas Portuguesas. Fue tanto el prestigio de los del Canto, que el obispo de Malaca los celebró en verso. Alberto nació en la villa de Praia, en la isla Terceira, en las Azores, y era hijo de Sebastiao Martins do Canto y de María Dias Vieira, consanguínea del bienaventurado Juan Bautista Machado, mártir jesuita en Japón (1617).

Alberto del Canto y Estefanía de Montemayor tuvieron varios hijos, entre los cuales mencionamos a Miguel de Montemayor. Es de notar que los descendientes de este matrimonio pusieron en primer lugar el apellido Montemayor, en parte porque los problemas políticos entre Portugal y la España de Felipe II de finales del siglo XVI, lo ameritaba. Por otra parte, en su época tenía mayor rango político Diego de Montemayor que Alberto del Canto.

Muchos Montemayores descienden de Miguel. Y por línea femenina, sus descendientes perdieron, no la sangre, sino el apellido original, y llevan muchos otros apellidos saltillenses y regiomontanos igualmente ilustres, como Garza, de la Garza, de la Garza Falcón, González, de la Fuente, etc. Estos son apellidos muy comunes en Torreón, ciudad poblada con innumerables inmigrantes mexicanos y extranjeros.

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