El interés.
Parte importante de la vida humana.
Todo, o casi todo tiene detrás un interés.
En ocasiones es abierto y claro, otras está semioculto, y en ocasiones casi no se ve, no se siente, pero ahí está.
Muchas personas hacen algo que parece tener un sentido franco y sincero, pero muchas veces también esa actitud tiene escondido un interés.
El interés está en muchísimas actividades del ser humano. Decía un viejo sabio que en esta vida nada hay real, formal y aparentemente sincero si no tiene detrás un interés.
Por ello el poeta escribió:
El amor y el interés, se fueron al campo un día.
Era más el interés, que el amor que le tenía.
El interés manda a las grandes hazañas y también pone diques.
Se puede ir tras la presea más grande, pero también busca no comprometerse más de lo que podría causar daño o molestia.
Otro sabio dijo: El interés tiene pies.
Quería decir que camina solito, a veces sin que le den cuerda o lo fomenten.
Muchos grandes amores, en realidad no existieron. Estaba detrás, oculto y agazapado el interés.
Pero es de humanos admitir que así es la vida.
Negar la existencia de ese estado de ánimo, oculto, semiabierto o plenamente mostrado, es querer negar la realidad.
Aunque también hay cosas desinteresadas, como es el amor de los padres, la actitud de los maestros por vocación, el cariño de los buenos hijos, la entrega de los buenos empleados.
Caminamos por este valle entre realidades y sorpresas, entre cariños y odios, entre mentiras y verdades.
Es parte de los matices que tiene el vivir y del que nunca acabaremos de aprenderlo todo, pero que nos permite reconocer lo que existe en el ser humano.
