¿QUE QUEDÓ del traído y llevado debate entre los cuatro aspirantes a la Presidencia de la República al país? ¿Cuáles fueron sus resultados prácticos para un mayor enriquecimiento de la democracia en México? ¿De qué sirvió la transmisión del espectáculo televisivo a la ciudadanía?
EN PRIMER LUGAR el formato que escogió el IFE para este tipo de ejercicios no podía haber producidos nunca buenos resultados con relación a la aspiración pretendida por el propio IFE.
LA SOCIEDAD MEXICANA esperaba en los debates una más profunda exposición de los problemas nacionales y una explicación clara y fundada de la manera y forma como los aspirantes piensan resolverlos. Desgraciadamente dentro del formato impuesto por el IFE y aprobado por todos los partidos, los candidatos se vieron a querer y no, acartonados, rígidos y lo que es peor, sin tiempo para contestar las preguntas y producir las réplicas.
PERO EN QUÉ CABEZA CABE que los problemas que agobian al país puedan ser expuestos coherentemente en ¡120 segundos! Esto sería igual a que a un maestro de derecho constitucional se le exigiera dar una explicación total del contenido de la Constitución Federal, fundando las reformas necesarias y la derogación de los artículos obsoletos y todo ello en dos minutos.
EN LO PERSONAL nos parece un despropósito este tipo de debates y sus resultados están a la vista. Los expositores estuvieron siempre presionados por el tiempo, el que las más de las veces desperdiciaron en ataques personales.
RECONOCIENDO el muy especial carácter de los mexicanos de este tipo de ejercicios, lo que menos les importa es el contenido de los mensajes que puedan mandar los debatientes. Al mexicano lo que le gusta muy especialmente, es ver cómo alguno de ellos sufre un traspié, comete un error, se equivoca o tiene un lapsus lingue. En el fondo lo que quiere la mayoría de nuestros paisanos es ver sangre, no oír ideas, lo que en el actual formato es imposible exponer.
DENTRO DE TODO este desorden, los medios se tiraron a declarar quiénes habían sido los ganadores y quienes los perdedores. Con un espíritu más de morbo y de nota amarillista que de análisis, los medios dieron más espacios y fotografías a la edecán que entregó a los debatientes los sobres con su orden de intervención, que a los mismos temas tratados por los aspirantes.
COMO SI NUNCA hubiesen visto en su vida a una mujer bella o un busto insinuado detrás de un escote, los medios publicaron festivamente una serie de juicios y conjeturas sobre la presencia de la edecán en el evento.
Muchos hasta se rasgaron las vestiduras por la inmoralidad y falta de respeto, según ellos, que representó la presencia de la bustona edecán argentina durante 16 segundos en pantalla y en el centro del debate.
TODO LO SUCEDIDO y publicitado en los medios, es solamente una muestra y ligera de cómo solemos ser los mexicanos. Casi todo lo tomamos a chunga o broma. Esta ha sido otra manera de cómo nos sesgamos protegidos por una máscara que nos permite evadirnos de la realidad.
DEFINITIVAMENTE el formato para este tipo de ejercicios deberá ser cambiado en el futuro. No es lógico que la exposición de un problema de la magnitud por ejemplo, de la seguridad, sea tratado en dos minutos. Eso es una burla, una mera pantalla para no decir nada, pero sí para justificar que no se dijo nada.
MÁS PRUDENTE sería que cada uno de los aspirantes expusiera solo, en día diferente y por una hora, sus soluciones respondiendo al cuestionamiento de la agenda nacional que manejaría un moderador.
Esa sería la única forma como la ciudadanía podría llegar a enterarse cómo se aplicaría cada aspirante para resolver la problemática nacional. Todo lo demás es, y perdónenme la expresión, una pura vacilada.
LA QUE FINALMENTE ganó el destape, que no el debate, fue la edecán. Su busto lo opacó: ¿Será por la cercanía del Día de la Madre? De nuevo el terrible subconsciente del mexicano asomó de nuevo.
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