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Bicitekas en la ciclopista

Adela Celorio

Es un campo de pápalo y cafetos, un vergel, el pequeño pueblo de Veracruz donde siendo muy joven mi abuelo daba vueltas al zocalito acarreando su bici a un lado porque nunca logró subirse y pedalear.

Yo en cambio no tuve opción. A los siete años papá, que por razones de negocios viajaba constantemente a la capital; de vuelta de uno de sus viajes me mostró emocionado: -¡Mira lo que te traje! Y ahí mismo -papá no esperaba nunca- adormilada como estaba tuve que desembalar mi primera bicicleta.

Agradecí para no traumar a papá pero una bici era por cierto lo único que no necesitaba en aquel momento. ¡Hoy vas a aprender a andar en ella! -decretó mi padre y obedecí con el mismo entusiasmo con el que me tomaba el aceite de ricino cada vez que mi abuela decretaba: “esta niña está empachada”.

Para la noche de aquel malhadado día, con varios chichones en la cabeza y los codos y las rodillas desollados; papá orgulloso le anunció a mamá: Tu hija ya sabe andar en bicicleta.

Debo reconocer que no fue fácil ni agradable mi aprendizaje, pero desde ese día, pedalear por el mundo siempre ha sido placentero y ya estoy deseando encontrar el momento de unirme a los bicitekas que han empezado a circular por el recién inaugurado tramo de la ciclopista.

Que ni los policletos -aclaro para quien no los conozca que se trata de policías pedaleantes, modalidad que ayuda a mantenerlos más o menos despiertos- pueden remontar la perversa inclinación de las rampas. ¡Por Dios! Nadie espera que los policletos remonten nada, pero siempre les queda el recurso de acarrear la bici como lo hacía mi abuelo.

Además ¿por qué no reconocer que el diseño de las rampas tiene el secreto propósito de abatir en algo el exceso de población? Es evidente que al menos para la construcción del primer tramo de la ciclopista no se contrató a ningún afamado ciclopistólogo; sin embargo con fallas y todo la obra es ya una realidad y desde luego una opción saludable y barata para miles de capitalinos que en lugar de depender de un humillante transporte público, ahora podrán pedalear.

Entre la contemplación de las familias que muy bien arropaditas -porque el frío por acá de repente se pone muy grosero- disfrutaron del paseo inaugural por la ciclopista, el espléndido espectáculo que ofrecen el Popo, el Ixta y el Ajusco cubiertos de nieve, la caída libre de José Medel, ex poderoso ex líder del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno del D.F. quien espero encabece el desmoronamiento de esa ignominia que en México han resultado ser los líderes sindicales y el puente que empieza este jueves aquí y terminará el domingo en Veracruz; la vida ha vuelto a ser bella y disfrutable.

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