Ginebra, (EFE).- Dos investigadores suizos han identificado el mecanismo de acción de la llamada "droga del violador", descubrimiento que podría ayudar a luchar contra la dependencia psicológica que persiste en los ex toxicómanos.
Christian Lüscher y Hans Cruz, ambos colaboradores del Departamento de Neurociencias de la Universidad de Ginebra, publican su descubrimiento en la versión electrónica de la revista "Nature Neuoroscience", informa el diario Tribune de Geneve.
La substancia GHB (ácido gamma-hidroxibutírico), fue primero utilizada como anestésico, y sólo desde los años noventa se consume como droga.
Consumido en dosis débiles, el GHB desinhibe y produce euforia, pero si se aumenta su concentración, su efecto podría ser inverso: se suspendería el sentimiento de placer asociado a su consumo, según los dos científicos.
Se conoce como "la droga del violador" porque administrada en dosis elevadas produce una especie de hipnosis o una amnesia en la persona que la consume, que ha sido aprovechada por individuos desaprensivos para abusar sexualmente de sus víctimas.
Al igual que otras drogas, el GHB actúa sobre el centro del placer del cerebro, donde libera un mensajero químico conocido como dopamina.
Esa zona especializada en el placer está compuesta de dos tipos de neuronas: las células principales que producen la dopamina y las interneuronas, que mantienen a las primeras bajo control.
En principio, los estupefacientes actúan sobre los receptores que les son propios y están en la superficie de las distintas neuronas.
La nicotina, por ejemplo, excita directamente la célula principal mientras que la heroína lo hace indirectamente: duerme la interneurona, con lo que elimina el freno impuesto a la producción de dopamina.
El GHB a su vez tiene un receptor llamado GABAB, que inhibe la célula en la que está, y los dos científicos ginebrinos han descubierto que está presente en la superficie de las dos neuronas y no de una sola.
La droga tiene el efecto de inhibir la célula principal al mismo tiempo que la interneurona que debe controlarla.
Dado que esta última es más sensible, responde más rápidamente a la droga cuando se administra en dosis débiles y permite así la liberación de dopamina.
En dosis altas, por el contrario, se inhibe todo el sistema, con el resultado de que deja de producir mensajes de placer.
Los autores creen que ese descubrimiento podría resultar útil contra la dependencia psicológica de las drogas.
Según el científico Lüscher, la toxicomanía puede dividirse en tres etapas: la primera vez que se consume una droga se tiene un sentimiento de euforia, que anima a repetir la experiencia.
Luego se instala una dependencia que sigue al fin del consumo y que varía en función de las personas y las substancias, pero que dura como máximo setenta y dos horas.
La tercera fase se caracteriza por el número de años durante los cuales puede producirse una recaída: se considera que por término medio, el riesgo disminuye significativamente después de dos años.
Recientemente se ha descubierto una substancia, el baclofen, que parece tener el poder de atenuar esa ansiedad del ex toxicómano y que resulta ser de la misma familia que el GHB.
Según el modelo propuesto por los dos científicos, es posible que esa propiedad se deba a su capacidad de inhibir el centro del placer del cerebro y a impedir la producción de dopamina.
Los científicos siguen al mismo tiempo otra línea de investigación: así, en sus trabajos identificaron una molécula asociada al receptor GABAB, que se no se encuentra en ninguna otra parte.
Se trata de un "canal potásico" responsable de la inhibición desencadenada en la neurona por la llegada de la droga.
"Esa familia de canales potásicos existe en todas las neuronas del cerebro, pero el que hemos identificado tiene una composición particular. Sólo se encuentra en las neuronas productoras de dopamina", explica Luescher.
"Si pudiésemos de un modo u otro activar ese canal potásico particular, tal vez lograríamos acabar con esa ansiedad" del ex toxicómano, agrega.
