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Norte y Sur/ ¿Quién mató a Lady Di?

Osama bin Laden, la reina Isabel encarnando al anticristo, los servicios secretos británicos... Las teorías conspirativas sobre la muerte de la princesa de Gales, ocurrida en agosto de 1997, en París, superan las que suscitó el asesinato de John F. Kennedy). La princesa Diana no murió: Todo fue una elaborada producción de los servicios secretos británicos para permitirle desaparecer del ojo público y vivir feliz con su querido Dodi (que naturalmente está vivo también). Eso dicen unos.

Otros sostienen que Diana fue la primera víctima de Osama bin Laden: A punto de casarse con un musulmán como Al-Fayed, iba a convertirse en una pésima influencia para las mujeres islámicas, así que el enemigo público número uno de los Estados Unidos se dedicó a ella antes de pasar su atención a las Torres Gemelas.

También están quienes aseguran que escuchando al revés los discursos de la reina Isabel se nota que ella es el anticristo y que, como anticristo y suegra, la quería eliminada.

La lista sigue y sigue a lo largo de las cerca de 36 mil páginas Web de teorías conspirativas que hoy existen sobre la desaparición de Diana de Gales (cifra a la que no se acercan ni las de la muerte de Kennedy).

La realidad es que el libro con las revelaciones del mayordomo Paul Burrell, que ocupó titulares en todo el mundo, no vendió lo esperado. Que la gente común está bastante aburrida de los pecadillos sexuales de los Windsor. Que el culto a Diana se está evaporando, pero para quienes buscaban racionalizaciones y complots complejos para asimilar la muerte de la princesa, el libro Un Deber Real no podría haber sido más oportuno.

“El efecto fue inmediato. Las teorías conspirativas más increíbles que circulaban por Internet se multiplicaron exponencialmente. Pero, además, para las más serias reproducidas por los diarios y la televisión, el efecto fue pasmoso’’, aseguró a la revista Cary L. Cooper, profesor de Psicología Social de la Universidad de Lancaster y considerado la mayor autoridad en teorías conspirativas.

Tanto es así que, por primera vez, hay verdadera presión en la Gran Bretaña de dejar de lado los resultados de los médicos franceses y hacer una propia investigación, un inquest oficial como el que se hizo tras el aparente suicidio del especialista en armas nucleares David Kelly.

Principales temas por elucidar: Acusaciones como que se cambió la sangre del chofer que conducía a Diana y Dodi (para que parezca que estaba ebrio), que la ambulancia que llevaba a Diana no fue al hospital más cercano sin razón, o que el Fiat Uno de los paparazzi empujó al automóvil de la princesa contra la columna del túnel parisiense a propósito.

¿Por qué el cambio de rumbo? En el libro del mayordomo, serializado primero por el tabloide británico Daily Mirror, se publica una carta que le envió su empleadora en la que asegura que alguien, cuyo nombre fue tachado para evitar juicios, planeaba matarla en un accidente de auto. En Estados Unidos, donde todavía hay quienes aseguran que vieron a Elvis por la calle y la muerte de Kennedy sigue produciendo tres libros por año, la reacción fue de tal nivel de paranoia que la cadena ABC contrató a la escritora más famosa de novelas forenses, Patricia Cornwall, para que realice un especial en el que devele la verdadera causa del trágico final de la princesa.

Del otro lado del Atlántico, The Times le hizo un lugar a Ken Wharfe, ex guardaespaldas de Diana, para que de su veredicto. Y fiel a su estilo, el tabloide The Sun contrató a un ex asesino de los servicios secretos y a un ex jefe de policía para que, en forma anónima, determinen si hubo o no una mano profesional detrás del choque en el Puente del Alma. “Aun así es difícil contrarrestar el atractivo de un complot. Tiene que ver con la teoría del caos, y no importa enfrentarlo con datos concretos.

Nos es muy difícil asimilar que alguien tan importante como la princesa Diana pueda morir por un accidente. Una teoría conspirativa nos hace sentir que hay un orden, una razón detrás de hechos que sacuden a la historia. Sin ellos, nos sentimos muy vulnerables, confirmamos que cualquier cosa entonces también nos puede pasar a nosotros’’, explica Cooper.

Incluso así, los especialistas pusieron manos a la obra. Y, curiosamente, personajes con antecedentes tan distintos dijeron casi lo mismo: Si Diana iba a casarse con Dodi, que era musulmán, si estaba embarazada y planeaba criar al niño en la fe de su marido, si estaba amenazando con convertirse en una vergüenza para el establishment con su comportamiento alocado, entonces debería haber gente que la quería fuera del camino.

Pero si la muerte en un accidente de auto era el plan, fue uno espectacularmente malo. Hay demasiadas cosas que podrían haber salido mal, y formas mucho más sencillas de asesinarla y hacer que parezca un accidente. “Si el accidente hubiese sido causado, como Diana predijo, por problemas en los frenos, y si se hubiese verdaderamente cambiado la sangre del conductor, se hubiese necesitado cómo mínimo de seis conspiradores y la participación activa de la policía, algo difícil de lograr en un país extranjero -asegura Wharfe-.

Más aún, Diana murió al golpearse contra el asiento delantero. Si su guardaespaldas en ese momento, Trevor Rees Jones, hubiese insistido en que se lo abrochase, hoy estaría viva’’.

Para Wharfe, todo fue simplemente culpa de la falta de profesionalidad de sus colegas: “La seguridad de Al-Fayed no tenía experiencia en el manejo de una mujer como la princesa. Cuando estaba bajo mi protección, cada vez que entraba al auto me decía: Quieres que me abroche el maldito cinturón. Necesitaba de alguien que, esa noche, se lo recordara. Pero ninguno de los empleados de Al-Fayed lo habría hecho por temor a ser despedido por irrespetuoso’’, explica.

Wharfe no duda de que haya sido un accidente. Pero el verdadero interrogante -asegura- está en averiguar quién autorizó a que se reemplazara la seguridad del palacio por la del dueño de Harrods. Y su dedo no tiembla en llegar tan alto como la reina.

Otro punto fundamental para los que ven una mano negra es que la ambulancia aparentemente tomó 90 minutos en llegar al hospital, pasando por otras dos clínicas en el trayecto, y los paramédicos pararon dos veces para darle tratamiento de emergencia. “Pero los franceses tenían protocolos claros sobre los pasos por seguir en este tipo de accidente, e instrucciones respecto de qué hospital llevar a los heridos para su mejor atención. Y se cumplieron. Además, con el mismo tratamiento, su guardaespaldas sobrevivió’’, dice Cornwall.

El dedo inquisidor también fue apuntado hacia el Fiat Uno que se le cerró al Mercedes Benz de Diana, causando el choque contra la columna del Puente del Alma. Su conductor, el paparazzo James Andanson, dos años después se suicidó en extrañas circunstancias. “¡Pero si el plan es forzar un enorme Mercedes Benz blindado a salir de la ruta y chocarlo contra una columna, uno no usa un Fiat Uno! Se usa un camión de tres toneladas para que no haya error -es la teoría de los anónimos ex jefe de la policía británica y ex miembro de los servicios-.

Andanson imaginaba que iba a ser culpado de todo, con justa razón, y cualquiera hubiese podido tomar la decisión de quitarse la vida con eso en la cabeza’’. ¿Y qué hay de la carta de Diana que Burell acaba de sacar a la luz? “Se puede explicar con relativa facilidad tomando en cuenta el contexto. Fue escrita cuando Diana se sentía deprimida, momento en el cual no es inusual que uno piense en la muerte. Esa carta no predice lo que va a pasar, explica por lo que estaba pasando’’, asegura Cooper.

Todos concluyen que si existía una conspiración para matarla, la gente detrás de ella debe haber estado muy contenta de que el trágico accidente de auto les ahorró un problema. Pero para los que no se convencen, la televisión norteamericana una vez más tiene la respuesta: Burell ya fue importado para lanzar un reality show, que, como no podía ser de otra manera, se llamará Lo que Vio el Mayordomo. Prometen que acabará con cualquier duda sobre lo que pasaba puertas adentro del palacio. Y no hace falta ninguna teoría conspirativa para anticipar que el famoso mayordomo, venda o no venda más memorias, ya está haciendo millones con él.

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