Las pandilas en El Salvador empiezan a enterrar a sus enemigos en narcofosas, que ya suman 38 en ese país.
La presunta colaboración entre cárteles mexicanos y pandillas centroamericanas es una alerta que las autoridades de México y El Salvador han admitido en diversas ocasiones.
En abril pasado, el mandatario de El Salvador, Mauricio Funes, dijo que "tenemos información de que han entrado a El Salvador con fines exploratorios", en referencia a los narcotraficantes mexicanos que, ante lo que llamó "la efectividad de la política" del presidente de México, Felipe Calderón, estaban buscando nuevas bases para sus operaciones.
Amén del discurso institucional, las técnicas que ahora ocupan las "maras" son similares a las que los sicarios mexicanos usan con sus víctimas. Además, tanto en Estados Unidos como en el país se han detenido a centroamericanos que engrosan las filas de los cárteles mexicanos.
El único funcionario a cargo de la exhumación de los cadáveres hallados en cementerios clandestinos donde las pandillas entierran a sus víctimas es el forense Salvador Ticas, quien le reveló a la BBC que las "maras" entierran a sus víctimas, torturan, degollan y que han elevado su nivel de violencia.
"En los últimos años las pandillas se han sofisticado" en su forma de enterrar los cuerpos de sus víctimas, asegura Ticas, lo que en México ya lleva varios años y que se le conoce en el argot como narcofosas.
"Los esconden más y nos cuesta más encontrarlos; ahora dejan un cuerpo mutilado en un lado y la cabeza la dejan a cinco kilómetros". Situación que es el pan de cada día y que ocurre en todos los estados del país.
Ante esto, las autoridades se preocupan porque la violencia se intensifique en El Salvador, donde las pandillas son un problema de seguridad nacional que han obligado al gobierno loca a declarar una ley "antimara".
"Ciertamente hay preocupación, pero lo que buscamos hacer es actuar de forma preventiva", dijo a BBC Mundo el canciller salvadoreño, Hugo Martínez.
