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Los mexicanos tienen dos obsesiones, las flores y la muerte

México, (Notimex).- El poeta Carlos Pellicer dijo que México tiene dos obsesiones: el amor a las flores y a la muerte, por lo que el Día de Muertos los mexicanos acuden a los cementerios para recordar a sus difuntos, cumpliendo con una tradición que se remonta a la época prehispánica.

Los pueblos prehispánicos recordaban a sus muertos y honraban y ofrendaban a la muerte en diferentes fechas, pero dedicaban especialmente a esas festividades dos meses al año.

En la época colonial (1521-1821), la idea prehispánica de la inmortalidad del alma se vio reforzada por la religión católica, que instituyó dos días para el festejo de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, el 1 y 2 de noviembre, respectivamente.

Los mexicanos se burlan de la muerte, le hacen fiesta, bailan con ella, la caricaturizan, la acarician, es útil excluirla de su vida y en ocasiones dicen: "más le temo a la vida, no le temo a la muerte" o bien comentan: "a mí, la calavera me pela los dientes".

En ese momento, al decir de algunos historiadores mexicanos, se dio una fusión de las costumbres prehispánicas, con el nuevo orden introducido por los misioneros, y dio como resultado el mestizo Día de Muertos.

Esos historiadores asimismo han precisado que el culto a los muertos representa una gran fuerza vital, religiosa o mágica que ayuda a muchas comunidades a obtener mayor bienestar.

En diversas comunidades la ofrenda se prepara con gratitud y veneración, sin esconder el temor al posible disgusto del visitante, a quien se le considera como el protector de la familia.

La tradición de honrar a los muertos pertenece a las culturas de la antigüedad, no obstante que el Papa Gregorio IV institucionalizó en el siglo IX los festejos para honrar a los difuntos.

Los festejos de muertos llegaron al Continente Americano con los españoles, quienes con la conquista influyeron para que esa celebración se estableciera en la otrora Nueva España, ahora México, y otras partes del llamado Nuevo Mundo.

Para la etnia de los náhuatls, el término morir no existía, pues solamente concebían la acepción de "sueño definitivo". De acuerdo a ese grupo poblacional, el sueño y la muerte están relacionados conceptualmente dentro del idioma náhuatl.

Los aztecas concebían el soñar como una "muerte chiquita", mientras que la "muerte grande" es la definitiva, de la que ya no se vuelve.

A su vez, los mayas creían a tal grado en la unidad vida-muerte que inclusive pensaba en la misma transmigración de las almas que otras filosofías han establecido en el campo del pensamiento humano.

El maya no solamente considera la existencia de la rencarnación, sino que inclusive puede propiciarla y controlarla con rituales mágicos.

Los mazatecos de la sierra del estado de Oaxaca tienen en sus altares templos pequeños donde existe, en una gran cantidad de ellos, la imagen de la muerte y frecuentemente le rezan o la invocan.

Los mexicas, en su cosmovisión, concebían la dualidad vida-muerte como un periodo cíclico, es decir, pensaban que el hombre vivía para morir y moría para volver a vivir, lo que comprueba su concepción dualista del universo.

Por su temor a lo que se enfrentarían al morir, los mexicas organizaban actividades que complacieran a sus muertos, como llevarles ofrendas, realizar diversas representaciones de la muerte e incluso llegaron a crear una ideología filosófica expresada a través de ciertos poemas.

Expertos en tanatalogía han dicho que la muerte es aquella que recuerda que "polvo somos y en polvo nos convertiremos", así como la que nos llama a pensar la ancestral incógnita: ¿Qué hay detrás de la muerte?.

El 1 y 2 de noviembre millones de mexicanos acudirán a los cementerios del país para honrar a sus muertos y cumplir así con una ceremonia que se inició hace siglos y que aún perdura.

Pocas cosas pueden ser tan pintorescas como las famosas ofrendas en donde se muestra toda una serie de elementos relacionados con los familiares desaparecidos, en particular con lo que les era grato en el terreno alimentario.

En esas fechas también se prepara el exquisito pan de muerto que, hecho con levadura, tiene la consistencia ideal para acompañarse con una rica taza de chocolate, con su delicado aroma de canela.

Además, los refranes dedicados a la muerte son un claro ejemplo de que la muerte es tomada por el mexicano con goce y alegría.

Entre esos refranes figuran: "El muerto al hoyo y el vivo al bollo", "De limpios y tragones están limpios los panteones", "El que carga el ataúd sabe lo que pesa el muerto", "Te asustas de la mortaja y abrazas al difunto", "Cayendo el muerto y soltando el llanto", "Hay muertos que no hacen ruido y son mayores sus penas" y "Donde se llora ahí está el muerto".

Para "festejar a la muerte", en México se realizan diversas actividades en esta época. Así, del 25 de este mes al 3 de noviembre próximo se llevan a cabo en la delegación Tláhuac más de 70 actos culturales como parte de las celebraciones del Día de Muertos.

Asiismo, en San Juan del Río, Querétaro, fue creado hace 10 años el Museo de la Muerte, con el fin de presentarla como un fenómeno cultural, con toda su intensidad, misterio y carga simbólica, lo que lo hace único en el Continente Americano.

Sin embargo, la Noche de Brujas o "Halloween", costumbre arraigada en Estados Unidos, ha penetrado muy hondamente y desde hace varios años en México, sobre todo en los estados fronterizos con el país vecino del norte.

Pellicer a menudo recordaba que el poeta Horacio dijo en una ocasión: "La muerte es la última línea de las cosas" y que su colega Honorio -ambos latinos- señaló: " La muerte empareja todas las cosas".

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