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Pequeñeces/Castigos

Emilio Herrera

Los castigos que se imponen cuando, por eventualidad llegan a imponerse a nuestros políticos, son cosas de dar risa, acostumbrados como estamos a que esto suceda constantemente, es decir, que ya ni coraje dan.

Aquí está, por ejemplo, el señor Montemayor, que ya desde los años en que fue nuestro gobernador tanto se contaba en bares, cafés, esquinas y otros centros de reunión sobre su manera de enriquecerse.

La noticia del viernes 24 de octubre, habla de sus pecados contra Pemex, es decir, contra su economía, es decir, la de los mexicanos, incluidos los desempleados, pues ya se sabe que “el petróleo es nuestro”, aunque él lo administrara como si sólo fuera suyo.

Así que no sólo fue el desvío de los recursos de Petróleos Mexicanos para ayudar a su amigo, se supone que lo era, Francisco Labastida Ochoa, que si llega a ganar el derecho a sentarse en la silla presidencial, podemos imaginarnos dónde hubiera puesto al hoy ex director de Pemex, sino que también utilizaba indebidamente, para vuelos no oficiales, aeronaves cuya renta pagábamos nosotros, puesto que con nuestro petróleo se cubrían tales gastos que entre todos suman un titipuchal de millones.

(Titipuchal para quienes no lo sepan es un mejicanismo que, por ejemplo, el escritor zacatecano Cayetano Rodríguez Beltrán, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua correspondiente a la Española usa en “Pajarito”, uno de sus libros de cuentos, en el que uno de sus personajes le dice a otro: “Pá que quiero ese ‘titipuchal’ de dinero que me mete osté por los ojos pa’ que me deslumbre y me quede ciego ...”. Pero nuestros políticos, cuya mayoría anda en eso para enriquecerse lo más pronto posible, no desaprovecha ninguna oportunidad para ir sumando millones y más cuando sabe, como lo sabe todo mundo, que tal crimen de lesa patria, no es castigado, o lo es ridículamente, de tal suerte que, sin duda alguna, del mismo cuero podrán salir las correas.

Total que por esto y otras cosas por el estilo al señor Montemayor se le sanciona con una multa de dos millones de pesos. ¡Háganme ustedes el favor! Y luego los señores de Hacienda se sorprenden de que los contribuyentes traten de encontrar los ingeniosos subterfugios de que a veces se valen para pagar menos impuestos.

Lo menos que podría hacerse en un caso por el estilo sería investigar a cuánto llegó el daño y hacérselo pagar íntegramente, esto independiente de los dos millones que es la sanción.

Aparte de lo económico a Montemayor lo inhabilitan por once años, así que, durante ese tiempo no podrá desempeñar ningún cargo público, situación que le facilitará, seguramente, el disfrute de lo que tiene y que, por supuesto no se acabará en ese tiempo, pues cárcel, de cárcel, nada, podemos estar seguros. ¿Dónde, pues, están los cambios? Ni siquiera los personajes cambian, siguen siendo los mismos de antes. Los que hicieron una hacen otra.

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