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Obesidad y consumo

Las laguneras opinan...

LAURA ORELLANA TRINIDAD

Parafraseando a Goebbels, diré que una idea mil veces repetida se transforma en verdad. Así considero que se ha venido abordando el tema de la obesidad. Sí, no dudo que a algunos nos sobren varios o muchos kilos, pero de ahí a que sea catalogada como una "pandemia" a nivel mundial, resulta desconcertante. Los medios de comunicación nos inundan de información sobre esta nueva enfermedad, o bien, nos muestran todos los medios posibles para combatirla: fármacos milagrosos que bajan de peso sin dietas ni ejercicios; o bien, dietas de la luna, del sol, del agua, del plátano, de la zanahoria, de los 3 días, de los 21 días, de proteínas, de carbohidratos; cirugías que prometen quitar todo el exceso: liposucción, bypass gástrico, lap band, switch duodenal, balón intragástico, más las que vendrán en los próximos años; alimentos "light": fat-free, calorie-free, % fat-free, colesterol-free, saturated fat-free, low-fat, low-calorie, low-cholesterol, low-satured fat; fajas reductoras, modeladoras, adelgazantes, que logran "engañar" al ojo en torno a las medidas; implementos necesarios para llevar un control, como las básculas digitales que incluyen información sobre el índice de masa corporal; objetos que con sólo portarlos, adelgazan, como los tenis que se anuncian actualmente. Y por supuesto, todos los aparatos para ejercitarse y quitar la grasa: los que reducen sólo con aplicarlos sobre el cuerpo, hasta aquellos con los que se suda la "gota gorda", todo ello, claro, con su vestimenta adecuada.

Para el sociólogo Gilles Lipovetsky, el cuerpo se ha convertido en la modernidad en un verdadero "objeto de culto". Para este pensador, el narcisismo se da a través de mil prácticas cotidianas: angustia por la edad y las arrugas, obsesión por la salud, la higiene, los rituales de control (chequeos médicos) y de mantenimiento. Citando a Lash menciona que "el miedo moderno a envejecer y morir es constitutivo del neo-narcisismo; el desinterés por las generaciones futuras intensifica la angustia de la muerte, mientras que la degradación de las condiciones de existencia de las personas de edad y la necesidad permanente de ser valorado y admirado por la belleza, el encanto, la celebridad hacen la perspectiva de la vejez intolerable".

Resulta interesante observar la génesis de la "pandemia": hasta 1972 Ansel Keys y otros investigadores, tomaron la fórmula establecida por Adolfhe Quetelet en su obra Sur l'homme et le développement de ses facultés de 1835, y le dieron la denominación actual: Body Mass Index (que en español conocemos como índice de masa corporal); en 1998 el índice fue incorporado a los estándares internacionales por la Organización Mundial de la Salud para determinar si una persona tiene un peso adecuado o inadecuado. Ahí se establece un "rango normal", otro de "sobrepeso", y tres más de "Obesidad" en grados del I al III. No deja de ser intrigante, que siendo México uno de los países que canaliza menos recursos a la investigación, ese mismo año -el 7 de diciembre de 1998- se haya publicado en el Diario Oficial de la Federación el proyecto de la Norma para el manejo integral de la obesidad y dos años después, se aprobara tomando en cuenta los índices de masa corporal internacionales de la OMS. Todavía en ese momento, diversos estudios norteamericanos sugerían que el IMC no se podía aplicar a diferentes culturas. En uno de ellos, los varones italianos entre 20 y 50 años tenían índices más altos de peso que los noruegos y los norteamericanos y en otra investigación se determinó, "aún con técnicas más adecuadas para medir la grasa corporal, que las poblaciones asiáticas requieren valores propios de referencia netamente por debajo de los corrientemente recomendados por la Organización Mundial de la Salud".

En México, la Norma Oficial Mexicana se dio a conocer bajo la denominación NOM-174-SSA1-1998 para el manejo integral de la obesidad, y define a la misma como "la enfermedad caracterizada por el exceso de tejido adiposo en el organismo. Se determina la existencia de obesidad en adultos cuando existe un índice de masa corporal mayor de 27 y en población de talla baja mayor de 25. Al sobrepeso se nomina como "al estado premórbido de la obesidad, caracterizado por la existencia de un índice de masa corporal mayor de 25 y menor de 27, en población adulta general y en población adulta de talla baja, mayor de 23 y menor de 25". En enero del 2010, diez años después de que se aprobó la norma, el presidente Felipe Calderón afirmó que "México es actualmente el país con el mayor número de personas adultas con sobrepeso en el mundo y, también, somos por desgracia el país con el mayor problema de obesidad infantil en todo el mundo". Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico señaló que México ocupa el segundo lugar en obesidad en el mundo (unos días antes nos ubicó, erróneamente, en el primero. Lástima, hubiéramos ganado todas las medallas). Ahora resulta que más o menos el 70% de los mexicanos "padecemos" de sobrepeso u obesidad.

El historiador canadiense Ian Hacking ha entrado a estudiar el tema con un espíritu crítico señalando cómo, cada vez se habla menos de problemas de malnutrición y más de obesidad: este último parece "desaparecer" la pobreza. Ejemplifica esto en un país ¡como Francia! en el que sus parlamentarios debatieron acerca de si se debía suprimir el desayuno que se ofrece en las escuelas de preprimaria. Muchas organizaciones protestaron señalando que esta colación es esencial para los niños de familias pobres que llegan a la escuela sin tomar alimento. Por otro lado, el debate que plantea Hacking es el de la "normalización" que promueve el índice de masa corporal: éste surgió a principios del siglo XIX con otra intención y sin afán de generalizarlo, pero que sí es muy rentable para la industria farmacéutica y cosmética. En el caso de Francia, documenta cómo los laboratorios Roche son los que contribuyen, junto al Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica, a la aplicación de una encuesta denominada Obepi, que va precisando la obesidad de los franceses. Por otro lado, el tercer conglomerado farmacéutico, la sociedad Sanofi-Synthélabo (que por cierto, tiene una sucursal en México), ha desarrollado un producto, Acomplia, píldoras para reducir de peso aprobadas en 2006, y que ha introducido con gran éxito en el mercado de Estados Unidos.

Hoy el sobrepeso y la obesidad nos ponen a todos en un plan de igualdad: pobres y ricos tenemos que reducir de peso, no importa la forma en que se haya adquirido, ocultándose la profunda inequidad económica, cultural, de salud. La solución que se ofrece, masiva y cotidianamente, es un consumo que no termina con bajar unos kilos: nunca es suficiente para vernos mejor, para ser más jóvenes, para vivir más. La obesidad es un producto del cambio radical que se ha generado en los últimos 200 años, que impone normas en el cuerpo, cánones de belleza generalizados en los medios de comunicación y un mercado de la alimentación desquiciado y descompuesto, que promueve tanto comer compulsivmente, como bajar de peso.

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