El médico halló a su paciente en un estado de agitación impropio de su condición de enfermo. La dicha agitación se evidenciaba por un sospechoso levantamiento de la sábana. Llamó el facultativo a la enfermera, joven mujer de mucha pechonalidad y con más curvas que las que lanzó en toda su carrera el legendario pitcher Whitey Ford. Este pelotero jugó con los Yankees de Nueva York de 1953 a 1967. Tiraba una curva indescifrable para los bateadores. La conseguía -según reveló al final de su carrera- gracias a cierta raspadura que les hacía a las pelotas con un anillo especialmente diseñado para tal efecto. Tanto Ford como su mejor amigo, el formidable bateador Mickey Mantle, eran famosos bebedores. En cierta ocasión Mantle narró que él y Whitey se hicieron mutuamente la promesa de tomarse sendas botellas de whisky cada vez que Ford ganara un juego o Mickey bateara un jonrón. "Y afortunadamente -relató- Whitey ganó 236 juegos para los Yankees, y yo bateé 536 jonrones". Pero me estoy apartando del relato. Vuelvo a él. Cuando el médico vio a su paciente con aquella notoria tumefacción en la entrepierna, le dijo a la guapa enfermera con tono reprensivo: "Señorita Bubilina: le pedí que le levantara el ánimo al paciente. Pero nada más el ánimo"... Pimp y Nela formaban una pareja productiva: ella trabajaba, y la administraba él. En cierta ocasión la llevó a laborar en una célebre cat house de Nueva Orléans. La expresión "cat house" es un eufemismo que se usa en Estados Unidos para designar a las casas de lenocinio. Cuando acabó su primera jornada de trabajo Nela se veía muy cansada. Le comentó a Pimp que había prestado sus servicios a 17 clientes. "Debes estar rendida" -dijo él. "Sí -respondió ella-. De tanto subir y bajar esa escalera los pies me están matando". ¡Qué bárbara, trabajó más que Al Kaline! Tal era el nombre de un gran jardinero derecho de los Tigres de Detroit. Empezó a jugar para ese equipo cuando tenía 18 años, y terminó cuando era un veterano de 40... Alguien le dijo a Babalucas: "La luz del Sol llega a la Tierra a una velocidad de 300 mil kilómetros por segundo". "¡Qué chiste! -se burló el tonto roque-. Viene de bajadita". Aun así, digo yo, la prontitud del envío es encomiable. Hubo un extraordinario primera base de los Cardenales de San Luis, Stan Musial, que mereció por su rapidez para correr las bases el apodo de "The Donora Greyhound", "El Galgo de Donora". En ese pequeño lugar de Pennsylvania, Donora, nació Stanley Frank Musial en 1920... A lo largo de la lectura he observado, columnista, que este día tu columneja está exornada con alusiones beisbolísticas. ¿Por qué? ¡Porque los Saraperos de Saltillo se convirtieron por segunda vez en los monarcas nacionales del beisbol! A la prima Celia Rima, versificadora de afición y devota seguidora de los Saraperos, se le ocurrió comentar ese suceso en la siguiente forma: "Diré con férvido grito / y en medio de alegres sones: / éramos 'Los Ya Merito' / ¡y hoy somos 'Los Bicampeones!'". Pienso que los Saraperos bebieron un centilitro de las miríficas aguas de Saltillo, pues asegundaron. Mi hermosísima ciudad añade a sus muchos timbres de orgullo uno más: ser casa de un brillante conjunto de peloteros que entregaron lo mejor de sí mismos para lograr este segundo gallardete y confirmar así su calidad indiscutible de campeones. Y señalo una linda coincidencia: el joven pitcher Héctor Daniel Rodríguez -a quien pronto hemos de ver en las Ligas Mayores- lanzó un juego sin hit ni carrera el 25 de julio. ¡Ese día es el del Apóstol Santiago, patrono de Saltillo, y es la fecha en que Saltillo se fundó! Los peloteros saltillenses dijeron que esa espléndida victoria los había inspirado para llegar al campeonato. ¡Enhorabuena, Saraperos!... FIN.
