Aprovecho que el técnico nacional Javier Aguirre se encuentra en nuestras áridas tierras laguneras, seguramente despierto desde temprano, desayunando café y pan tostado, mientras lee despistadamente este periódico: mastica, lee y se mentaliza en lo que acontecerá por la noche al enfrentar a los izquierdistas coreanos del Norte. Y digo despistado porque si su estado es tal, eso explica el porqué en estos momentos lee esta columna.
Creo hablar en nombre de la mayoría de los aficionados comarcanos que amamos tanto el futbol así como al Santos Laguna como institución. Y presumo también hablar en nombre del género periodístico deportivo de nuestra trabajadora región:
Comprendimos, antes de su penosa lesión, el regreso de Matías Vuoso al equipo tricolor y nos agraciamos de ello. Porque en el proceso de Javier Aguirre prácticamente ningún jugador santista aparece en las convocatorias, cosa por demás extraña siendo Santos uno de los equipos más regulares en los últimos torneos cortos.
Sabíamos, sin querer manifestarlo tan abiertamente, que su llamado obedecía más a una cortesía por parte de la Selección hacia el TSM por otorgarle las facilidades para efectuar este partido de preparación. Y nos quedamos con el grito en la garganta de: ¿y Oribe Peralta? El habilidoso delantero mexicano que se ha caracterizado en este torneo de hacer pedazos a cualquier línea defensiva ¿por qué no está en la lista?
Había otra pregunta: Si en esta convocatoria no estuvo Efraín Juárez por compromisos internacionales de la UNAM, ¿no era hoy la perfecta oportunidad, con el marco ideal, para darle aunque sea una vez la oportunidad a Iván Estrada, conocido en todo el país por su incansable labor defensiva? No digo que se le lleve al Mundial, pido que se le brinde la oportunidad.
Se lesiona tristemente Vuoso, y Javier Aguirre convoca a Miguel Sabah sin el menor recato de diplomacia. Es decir: No laguneros, no irá Oribe Peralta a la Selección. Ni Guti Estrada. Ya ni mencionemos a Oswaldo Sánchez y Juan Pablo Rodríguez, que parece están sentenciados al olvido. Aún así, ¡que gane la Selección!, aunque la presencia de Alberto Medina justifique lo injusta que es.
