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Dedazo no: pastelazo

Plaza pública

MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

Han surgido dos escuelas de pensamiento sobre el significado del pastelazo asestado el martes de la semana pasada por el presidente Calderón a Miguel Ángel Yunes. Una lo interpreta como una ridiculización cometida adrede y con un resultado inmejorable para ese fin: el director del ISSSTE alzó el rostro hundido en el pastel de cumpleaños de la oficina que dirige con la nariz semejante a la de los payasos que la decoran para parecer graciosos. La segunda corriente supone, en cambio, que la chanza practicada por Calderón a su amigo fue no sólo el empujón físico que le hundió la cara en el manjar de aniversario, sino el impulso político hacia la candidatura panista al Gobierno de Veracruz. O, en el extremo de la interpretación, que fue el gesto presidencial para indicar a sus correligionarios veracruzanos a quién deben elegir. O sea que en la renovación de las artes presidenciales, en vez de dedazo Calderón eligió destapar a Yunes de ese jolgorioso modo, muestra del desenfado presidencial, de su acatamiento al niño que todos llevamos dentro.

Me inclino por la segunda interpretación. Con el rumboso festejo de los cincuenta años de la antigua dirección de pensiones federales, y con la broma jugada a su director general, el Presidente lo hizo candidato al Gobierno Estatal, o al menos mostró inequívocamente su preferencia. Hay el riesgo, ciertamente, de que la incitación del Ejecutivo sea el beso del diablo al preferido. Así ocurrió el año pasado en Nuevo León, donde un precandidato tan bien calificado y reconocido como el senador Fernando Elizondo fue mal visto dentro del PAN por la orden salida de Los Pinos, que provocó disgusto y renuencias a apoyar a un muy buen aspirante que por esa razón, entre otras causas, no pudo alcanzar la gubernatura.

Podría ocurrir lo mismo en Veracruz, donde a diferencia de Nuevo León el aspirante preferido por el Presidente no goza de títulos claros para ser postulado por Acción Nacional. Otros pretendientes pugnan por la candidatura. Ayer mismo el diario Reforma mostraba cómo, a partir de publicidad comercial sobre productos alimenticios elaborados por sus empresas o las de su parientes, el ex senador Gerardo Buganza y el senador Juan Bueno Torio se mueven en pos de la candidatura de su partido, que ya apoyó al primero hace seis años.

En aquel momento Buganza fue un contendiente fuerte, que rivalizó en semejanza de condiciones con el triunfante Fidel Herrera y el ex gobernador Dante Delgado, a quien superó con casi cincuenta mil votos, Él, en cambio, quedó a sólo 35 mil del ahora gobernador saliente, menos de dos por ciento del total. Había ganado con mayor diferencia la senaduría en 2000, pero su éxito de entonces tenía como componente principal el efecto Fox.

Por su parte, Bueno Torio aspira por segunda vez a la candidatura. No la obtuvo hace seis años, cuando era director de Pemex Refinación, cargo en cuyo desempeño fue repetidamente acusado ante la Secretaría de la Función Pública (tal como se evidencia en el libro de Ana Lilia Pérez: "Camisas azules, manos negras", de próxima aparición). Coordinó a los Amigos de Fox en Veracruz y ello le permitió ser subsecretario de Pequeña y Mediana Industria en la Secretaría de Economía y luego aquélla elevada responsabilidad en la industria petrolera. Hoy es senador de la república, de primera minoría.

Aunque ambos son neopanistas (Buganza ingresó al partido en 1994 y Bueno Torio al año siguiente), resultan veteranos comparados con Yunes, priista toda su vida hasta que abandonó su militancia en julio de 2004. Todavía transcurrieron casi cuatro años más para que solicitara su ingreso al PAN, en junio de 2008. Si le falta raigambre albiazul, cuenta en cambio con "lo mero prencipal", que es el voto del Presidente de la república.

Yunes ha sido en enlace entre Calderón y Elba Esther Gordillo, que a través suyo contribuyó al éxito del ahora Presidente en la contienda interna panista por la candidatura presidencial. Gordillo y Yunes, a su vez, habían estrechado su relación política durante el breve lapso en que la dirigente magisterial encabezó la fracción priista en la LIX legislatura. Como parte del más estrecho círculo de la profesora, Yunes había ingresado al Gobierno foxista en el área policiaca (subsecretario de Prevención y Readaptación Social y secretario del Sistema Nacional de Seguridad Pública) y luego afirmó su nexo con el candidato presidencial panista, que al ser declarado electo lo integró a su entorno más inmediato.

Como director del ISSSTE, Yunes brindó a Calderón una de sus mayores satisfacciones, la reforma a la ley correspondiente, pieza clave en el régimen de pensiones. A pesar de la oposición que el nuevo ordenamiento suscitó, Yunes lo sacó adelante y eso le ha contar con tiempo y recursos para su precampaña. Viaja a su estado a la menor oportunidad y es notorio el volumen de obra que el ISSSTE ha realizado en Veracruz. Nada de eso haría sin la autorización y el consentimiento de Calderón, cuya figura le ha servido también de escudo para que no lo alcance de lleno el desprestigio que resulta de su vínculo con pederastas, expuesto por Lydia Cacho en "Los demonios del edén".

La experiencia de Yunes en los andurriales de la política priista, su conocimiento de las biografías e intereses de los políticos locales pueden ser herramientas útiles en su contienda por la candidatura y luego en la búsqueda del Gobierno. Entablaría una lucha cuerpo a cuerpo con Fidel Herrera, tan semejantes como son.

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