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El mundo es de todos

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

El hombre no está solo en el mundo, comparte su hábitat con muchos seres vivos. Y eso de que "es el rey de la creación", es del todo relativo.

Sólo es superior porque goza de inteligencia, pero ese atributo a veces nada más le sirve para dañar a otros seres vivos.

Por eso me llamó la atención el caso que me comentó una amiga, porque un señor de nombre Nelson Lozada, de la asociación de colonos de Las Margaritas, le prohibió pasear a sus perros en la plaza pública de la colonia, amenazándola de que "le iba a echar a los de la perrera municipal".

Me asombra la supina ignorancia de ese señor, que por lo visto o escuchado, ignora que en Coahuila existe una ley de protección a animales y además, un tratado internacional sobre los derechos de éstos.

Conozco la ley, porque me tocó trabajar en ella y aprobarla, cuando fui diputado, en diciembre de 2006, con el apoyo de distintas asociaciones protectoras de animales.

Esa ley fue aprobada por unanimidad de votos y en su momento muy bien aceptada por la sociedad, pues era una aspiración muy sentida de quienes profesan un profundo respeto por los animales, con los que comparten el mundo.

Mahatma Gandhi, dijo alguna vez que: "Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a los animales"; porque así demostramos nuestro grado de civilidad, pero por lo visto, el ser bestial es connatural al hombre.

Igualmente, aunque no muy conocida, es esta frase de Benito Juárez: "La protección de los animales forma parte esencial de la moral y la cultura de los pueblos civilizados".

No hay amor más incondicional que el de un perro, hacia su amo, por ejemplo.

Y entre otras cosas esenciales, el perro necesita ejercitarse para mantenerse en buena forma. Por eso es importante que su dueño lo saque a pasear, siempre teniendo los cuidados debidos, es decir, con correa y preparado para recoger las heces que puedan dejar en los prados, tal y como lo hace mi amiga.

De ahí se desprende que no hay motivo para que ninguna autoridad le impida cumplir con su obligación de ama de esos animales.

La declaración universal de los derechos de los animales, establece en su artículo segundo, inciso C: "todos los animales tienen derecho a la atención, a los cuidados y a la protección del hombre".

Difiero en la denominación de que es el animal el que tiene derechos, pero coincido en que su dueño está obligado a atenderlos adecuadamente.

En mi casa habitan dos perros pequeños y para ellos mi casa es Su casa. Nada más noble que un animal que sabe y manifiesta su agradecimiento con un sencillo movimiento de su cola.

Nos alerta y protege de cualquier intruso y su memoria es envidiable, porque jamás olvidan una caricia, pero tampoco un golpe.

La literatura y la poesía dan muestras sobradas, al igual que la música, de lo que son los animales para el hombre.

Cuántas veces escuché a mi madre recitar de memoria; "Los motivos del lobo", de Rubén Darío, en donde se narra la historia de San Francisco, con aquel fiero lobo que había asolado a toda una región y al que el santo convenció de vivir en paz con el hombre, hasta que el hombre lo volvió a maltratar y entonces, enfurecido, se volvió al monte y a causar daño al hombre en respuesta a su trato inhumano.

Igualmente, cuánto nos deleitamos en su momento leyendo aquellos libros de Jack London, sobre "Colmillo Blanco"; aquel perro, mitad lobo, que era el fiel compañero de un minero en ciernes, pero que tantas veces lo salvó de morir.

Y qué decir de canciones como la de Alberto Cortés: "Era callejero por derecho propio. Su filosofía de la libertad, fue ganar las suyas sin dañar a otros, y sobre los otros no pasar jamás".

Thomas A. Edison, solía decir que: "Hasta que no dejemos de dañar a otros seres vivientes, aún somos salvajes". Y por lo visto, en plena ciudad, aún hay hombres salvajes que pretenden ensañarse con los animales domésticos, que en nada los afectan, porque este mundo es de todos, de ellos y de nosotros, y por tanto, tienen el mismo derecho a estar y vivir en él.

Confió en que la autoridad municipal no atienda a los llamados de personas que pretenden afectar a los animales en su bienestar comunitario y dejen que mi amiga cumpla con su obligación de pasear a los suyos libremente, sin más restricciones que las que impone su cuidado.

Si no es así, nuestro esfuerzo por legislar en esa materia, habrá sido inútil.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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