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Independencia amenazada

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La celebración de un aniversario más del inicio de la gesta de Independencia de México, es ocasión de reflexionar sobre el estado actual del país, a la luz de los principios de autodeterminación y soberanía.

Lo anterior porque estando en franco declive los imperios antiguos y recientes, el paradigma de la responsabilidad compartida o corresponsabilidad de los pueblos en el concierto internacional, es el signo de los tiempos en el escenario de la globalidad.

La difusión que en el siglo diecinueve propagó el investigador Alejandro de Humboldt respecto a su visión sobre nuestro país en aquellos días, al equipararlo a un cuerno de la abundancia, generó en nosotros como mexicanos una búsqueda de culpables a quienes achacar la disfunción de nuestra sociedad y el mal desempeño de nuestra economía, que justifique el contraste entre la disposición de tanta riqueza, frente al fenómeno de pobreza ancestral que nos lacera.

En tal tesitura, fuimos señalando sucesivamente a los gachupines, a los franceses y a los gringos como responsables de nuestros males, conforme al ascenso y ocaso de los imperios respectivos.

Basta de tales consideraciones. Hoy día resulta evidente que los peores enemigos de nuestra Independencia como país y del ejercicio pleno de nuestra soberanía se encuentran dentro de nosotros mismos y ello implica decir que se hallan al interior de nuestra sociedad política y en la intimidad de nuestro propio ser como personas.

Se han erigido en enemigos de nuestra patria poderes fácticos internos, algunos de los cuales podemos considerarlos naturales como sería el caso de los partidos políticos, los medios de comunicación, los sindicatos burocráticos, las instituciones financieras, los oligopolios, etcétera, cuya existencia hemos pervertido hasta el punto de convertirlos en enemigos del desarrollo nacional, por virtud de que tales organizaciones y las personas que las dirigen encarnan intereses particulares que anteponen a los generales del conjunto de la nación.

Existen otros factores de poder que no admiten asegunes y son perniciosos en sí mismos, como es el caso de las organizaciones criminales que tienen inmerso a nuestro país en la vorágine de la narco-insurgencia, que amenaza la salud mental y física del pueblo mexicano en especial a su niñez y su juventud. Otras formas de amenaza plantean algunas expresiones de extremismo autoritario que aún yacen bajo la epidermis del cuerpo social e institucional de México, acechando ante cualquier oportunidad que les permita emerger de modo violento a la superficie para hacerse del poder del Estado y dar al traste con nuestra frágil democracia.

Ojalá que la madrugada del día de hoy hayamos dado el grito que disipe a los enemigos de nuestra Independencia alojados en nuestra idiosincrasia con raíces que a veces llegan a lo mas íntimo de nuestro ser como la pereza, la falta de voluntad para emprender pequeños y grandes esfuerzos, nuestra escasa capacidad competitiva, la falta de solidaridad y la indiferencia, que en su conjunto conducen a la causa central de todos nuestros males sociales y políticos: La deserción cívica colectiva.

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