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Conservemos la cuenca

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Cuando hablamos de conservar nuestros recursos naturales comúnmente nos referimos a alguno de ellos: agua, suelo, aire o biodiversidad; o quizás más puntualmente a la situación específica por la que atraviesa alguno de ellos, como sucede con el agua que extraemos del acuífero granular principal de la Comarca Lagunera, los suelos que se están salinizando en la periferia del área agrícola del Distrito de Riego 017, el aire que respiramos en la zona metropolitana, o la biodiversidad que aún se conserva en los tres reservorios naturales de la región que se encuentran en estatus de protección.

Sin embargo, tales recursos no son todos y tampoco existen de manera aislada, ya que son los que con frecuencia podremos percibir porque convivimos con ellos debido a que residimos en alguna de las poblaciones de la Comarca Lagunera, a esa lista debemos agregar, cuando menos, otros de vital importancia para el desarrollo económico y social regional, como son los pastizales naturales de las franjas de transición y el bosque de las montañas, en particular de los encinos y pinos que se ubican en una parte del estado de Durango, los cuales si bien forman parte de la biodiversidad no se localizan dentro del perímetro que forma nuestra región.

Afirmamos lo anterior porque la naturaleza se organiza de manera diferente a como quizá nosotros lo percibimos en nuestro entorno social, y por consecuencia los recursos naturales se distribuyen conforme sucede esa organización. Una de estas formas que adopta la naturaleza en espacios geográficos es la cuenca hidrográfica, la cual se delimita de acuerdo a la manera en que se distribuye el agua, particularmente un escurrimiento importante que forma diversos cuerpos de agua dulce, superficiales y subterráneos.

Nosotros somos habitantes que residen dentro de una cuenca hidrográfica, la de los ríos Nazas y Aguanaval, la cual abarca una extensión de alrededor de cien mil kilómetros cuadrados que comprenden superficies de Zacatecas, Coahuila y, principalmente, Durango. Esta cuenca nace en la Sierra Madre Occidental, en cuya parte alta que se ubica en municipios como Guanaceví, Tepehuanes, Santiago Papasquiaro, entre otros, se capta la mayor parte de las lluvias provenientes del Océano Pacífico, y donde desempeñan un papel fundamental los bosques de pino y encino, tanto por esta función hidrológica como por otras como generadoras de oxígeno y captura de CO2, además de albergar una importante biodiversidad.

De las lluvias que se precipiten en estas zonas depende una gran parte del agua que disponemos los habitantes de la parte baja, donde residimos un alto porcentaje de la población de toda la cuenca. La demanda económica de madera que durante siglo y medio exigió la tala del bosque, misma que lamentablemente se realizó con escasa regulación y control, lo deforestó de manera tal, que redujo esa importante función ecológica y con ello también ha afectado la disponibilidad de agua en el resto de la cuenca, por eso, la recuperación del bosque es un asunto que debe preocuparnos a la población de la parte baja como los laguneros, quienes por cierto consumimos cerca del 50 por ciento del agua disponible de ser aprovechada en toda la cuenca.

Pero también la parte media de la cuenca es importante donde existen de manera predominante ecosistemas de pastizal, los cuales a su vez desempeñan un papel importante en el flujo de los escurrimientos superficiales y en las filtraciones al subsuelo que forman los escurrimientos y cuerpos de agua dulce subterráneos. En estas zonas conocidas como franjas de transición (entre la montaña y el desierto), se presentan problemas, similares, pero en otra escala, de pérdida de la cubierta vegetal producto de prácticas indebidas de manejo del ganado en los pastizales, fenómeno conocido como sobrepastoreo, que a la par de otros factores naturales como las cada vez más frecuentes sequías, han afectado a estos ecosistemas y con ello también a quienes vivimos en la parte baja.

Como se observa, los problemas de deterioro de los recursos naturales no sólo se presentan en nuestro entorno inmediato conocido como Comarca Lagunera, sino que suceden otros que ocurren más allá de nuestro ámbito regional, pero que también deben preocuparnos porque tienen relación con la disponibilidad que tenemos de recursos naturales, siendo a la vez factores que determinan la viabilidad de nuestro desarrollo económico y social, ya no sólo regional, sino a nivel de cuenca.

Es por ello que nuestra preocupación por conservar los recursos naturales entre quienes vivimos en estas concentraciones urbanas, y en general de toda la población regional, debemos visualizarla a nivel de la cuenca hidrográfica en la medida que los procesos ecológicos que rigen a los sistemas naturales que forman nuestro entorno y sobre los cuales se organiza nuestra economía y sociedad, nos debe conducir a conservar dichos recursos en el ámbito de la cuenca hidrográfica. De ahí que exista una expectativa importante sobre los posibles resultados de los estudios que se están realizando sobre la problemática del agua apoyada con fondos metropolitanos, ya que la información que se genere ya no sólo se conocerá en los ámbitos académicos o gubernamentales, sino creemos se difundirá de manera responsable entre la ciudadanía y con ello podremos dimensionar mejor los aspectos que le caracterizan y las posibles soluciones que al respecto se formulen.

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