Cultura

Las palabras tienen la palabra

JUAN RECAREDO

LA METÁFORA ES COMO LA SAL DE LA CONVERSACIÓN

¿Me acompaña a hacer un recorrido por los meandros del lenguaje? Y dice usted: Pues sí voy, pero dime qué son exactamente esos menandros o como se llamen. No es bueno andar aceptando invitaciones para viajar a un lugar que uno no sabe ni lo que es

Como dicen en la televisión ¡Ojo, mucho ojo!

Meandros, le replico. Se llaman meandros. Son las curvas que naturalmente forma el curso de un río, así que la expresión "Por los meandros del lenguaje" es metafórica.

Una metáfora -no mesáfora sino metáfora, es una figura gramatical mediante la cual se aplica una palabra o una expresión en un sentido que no es el real, en un sentido figurado.

El amor es la sal de la vida, decimos. Pero si usted se va al libro de química y en el capítulo referente a "sales" busca el amor, pues no lo va a encontrar.

La expresión "El amor es la sal de la vida" es una analogía, una comparación tácita, sobreentendida. Se sobreentiende que lo que quiero hacer al calificar al amor como una sal, es que comparo ambos conceptos, les atribuyo cualidades similares.

La sal le pone sabor a la comida y el amor le pone sabor a la vida, como si fuera una comida, la hace más agradable. Es como aquello de que "en el mar, la vida es más sabrosa" que cantábamos en la época del cha cha cha.

En concreto -como dijo el albañil- tenemos qué aceptar que el lenguaje no siempre se tiene qué aplicar en un sentido rígido, estrictamente directo. Eso le quitaría gran parte de su riqueza, de su belleza a nuestro querido idioma.

Imagínese usted a un poeta que dijera "Voy caminando por entre las nubes de mi pensamiento

Así se dice también cuando uno se absorbe en sus pensamientos

Un viaje por los meandros, por los recovecos o los vericuetos del lenguaje, es lo que hacemos aquí todos los días, usted y yo. Darle una escarbadita al idioma, buscando las variaciones, los diversos cambios de dirección que constantemente tiene el lenguaje y de los que nos valemos para decir una cosa y hacer que se entienda otra.

De hecho la expresión "En los meandros del lenguaje" le da título a un libro que escribió hace más de 60 años un italiano de nombre Adolfo Angeli en donde dice, entre otras cosas que "la lingüística, mi querido señor, es un estudio aristocrático, severo, aun cuando se aplique a las lenguas vivas que son la expresión del alma de un pueblo.

Trataré (en este libro) de vencer las dificultades que presenta el problema lingüístico y presentaré en forma familiar algunos problemas y cuestiones para que el lector, aún el más ocupado, le dedique por un instante su atención

Eso es lo mismo que estamos haciendo en esta columna

PREGUNTA DEL PÚBLICO.- ¿Qué hora es? o ¿qué horas son? nos pregunta Homero de la Fuente de Nuevo Laredo.

Y no porque quiera que le diga lo que marca mi reloj en este momento. Lo que quiere saber es cómo debe decirse cuando uno pregunta la hora.

RESPUESTA.- Cuando me preguntan la hora, la respuesta puede ser en singular o en plural. ¿Que hora es? Es la una. ¿Qué horas son? Son las dos, etc. entonces lo lógico es que puedas decirlo de una manera u otra y nadie se va a molestar por ello.

Me despido recordando aquel viejo y conocido refrán que dice: Barriga llena, corazón ¿qué hicimos? ¿Cómo dijo?

¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!

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