EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

La vigencia de la Constitución

Addenda

Germán Froto y Madariaga

La próxima semana, nuestra Constitución cumplirá noventa y un años de haber sido promulgada.

Mucho se ha discutido sobre la necesidad de promulgar una nueva Constitución, por considerar que la actual no responde a las circunstancias de momento; pero al respecto habría que hacer algunas consideraciones fundamentales en ese posible proceso.

En primer término, habría que considerar que ello no es posible, porque en el texto de la actual Norma Fundamental, no existe un procedimiento para elaborar una nueva Constitución. De manera tal, que darse a la tarea de dictar una nueva, equivaldría a violar en orden vigente.

La única forma histórica, no jurídica de emitir una nueva Constitución, es mediante un movimiento revolucionario que tienda a quebrantar la vigente y no creo que haya quien quiera que se dé un movimiento de esa naturaleza para alcanzar ese fin.

Así sucedió con la Revolución de 1910, no obstante que Venustiano Carranza, sólo pretendía reformar la Constitución de 1857, pues debemos recordar que su bandera era la defensa de dicha Constitución. Sin embargo, la mayoría de los integrantes del Constituyente Permanente, dijo: “No” y se dio a la tarea de confeccionar una nueva, o sea la actual.

En segundo lugar, tenemos que considerar que si la Constitución actual no ha dado todos los frutos que de ella se esperaba, es porque los encargados de cumplirla no lo han hecho. De esa manera, podemos decir que no es la Constitución la que está mal, sino sus ejecutores.

No se ha dado la oportunidad real de que la Constitución adquiera su plena vigencia, pues bástenos con recordar que en tiempos cercanos, cada presidente llegaba al cargo con proyectos de reformas constitucionales bajo el brazo, esto es, las que él consideraba necesarias para cumplir con su programa de Gobierno y de ahí también la proliferación de esas reformas, que muy posiblemente en la actualidad ya casi llegan a quinientas.

Esa situación ya no pudo continuar, cuando en la época de Zedillo, cambió la integración del Congreso de la Unión y ninguna fracción parlamentaria tuvo mayoría en ese Congreso y no podía ninguna por sí sola impulsar reformas el texto constitucional.

Es también por ello, que el presidente Calderón no se arriesgó a que le votaran en contra su proyecto en materia energética y se conformó con hacer reformas secundarias que sólo requirieron el 50 por ciento más uno de los diputados y senadores y no los dos tercios que se necesitaban para tocar el texto constitucional.

Tenemos que aprender a respetar el texto constitucional y ajustar todos los actos de autoridad a él, para poder ver cómo opera en la realidad. Pero no podemos desestimarla sin antes haber probado si funciona o no.

Noventa años no son en realidad nada en la vida de un documento constitucional, pues existen en el mundo algunos de ellos que tienen más de doscientos años y siguen operando.

Cualquier ajuste que se le quiera hacer a la Constitución para adecuarla a la realidad actual, puede ser realizado, porque el Artículo 135, que establece la forma de reformarla o adicionarla, no establece limitantes.Y no obstante que existen corrientes doctrinales que sostienen que, aunque no se diga nada al respecto, hay artículos que no se pueden tocar, lo cierto es que ello no ha sido obstáculo para modificar algunos que contienen disposiciones fundamentales, como el 27, relativo a la materia agraria y el 130, en materia religiosa, como sucedió en el sexenio de Salinas.

Démosle a nuestra Constitución la oportunidad de probar su efectividad y veremos que este país será mucho mejor si ella norma nuestra vida en sociedad.

Por lo demás: “Hasta que nos volvamos a encontrar que D

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 411189

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx