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Noviembre: ¡Al fin! ¡Presidente legítimo!

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Casi acabamos con el repaso a algunas de las principales noticias de 2008. Le toca el turno a noviembre, cuando por fin el PRD pudo tener un presidente en teoría legítimo… aunque ya sabemos lo que vale el término por esos pagos.

En mi pueblo, a eso se le llama querer mamar y dar topes. O sea, querer salirse con la suya después de pegarle a quien ayuda. O renegar de unas reglas, y luego aspirar a ser campeón en el torneo que se juega con ellas. En fin, el ser contradictorio, ambivalente, o simplemente cínico.

Por ahí va lo ocurrido en noviembre en el seno de ese modelo de la modernidad, la congruencia y la responsabilidad que es el Partido de la Revolución Democrática.

Agrupación que nació con dos pecados de origen: por un lado, la escasa cultura democrática de la vieja izquierda dogmática y clandestina; y por otro, las malas mañas de los priistas desafectos que como ratas en naufragio se pasaron al barco perredista. De ese insano maridaje surgió una cultura política que ha minado terriblemente al PRD, y es responsable de su escasa evolución, a casi veinte años de nacido.

Lo cual ha quedado de manifiesto en varias de las elecciones internas que ese instituto político ha tenido (quizá “sufrido” sea un término más correcto). En un par de ocasiones hubo que anularlas, por las puñaladas traperas y mapacherías de que hicieron gala todos los bandos que se disputaban el control del partido. Y las de principios de este año llevaron esas malas costumbres hasta sus límites: pasaron semanas y semanas, y era imposible saber quién había ganado la presidencia del partido: si Jesús Ortega, representante del ala más moderna (que, créanme, no es mucho decir); o Alejandro Encinas, básicamente un gato de Andrés López, y por tanto el abanderado de la izquierda paleolítica, la del plantón y la movilización, que no se ha enterado que el mundo está en el Siglo XXI.

Para resolver el problema, Ortega recurrió al Tribunal Federal Electoral… sí, el mismo que su partido hace dos años había descalificado por completo y había catalogado de corrupto, parcial, inepto y quién sabe cuántas cosas más. O sea, para arreglar su bronca acudieron al juez al que anteriormente habían acusado de venal. Por eso les decía que eso se llama querer mamar y dar topes.

El Tribunal Electoral, a partir de las escasas evidencias confiables con las que contaba, decidió que Jesús Ortega fue el vencedor. Encinas, como era de esperarse, rechazó la decisión, pero fue mucho más allá: le exigió a Ortega que ¡impugnara el resultado! Lo cual no tiene mucho sentido: era Ortega el que había promovido la revisión del proceso por parte del Tribunal, que ahora le había dado la razón; entonces, ¿cómo iba a impugnar un procedimiento que él había iniciado y que le favorecía?

Como que por ahí va la lógica de los recalcitrantes de la izquierda Neanderthal mexicana. Los cuales, seguro, no se van a quedar callados ni en paz con este resultado. Y al movilizarse, contribuirán al hartazgo ciudadano que amenaza con borrar del mapa electoral al PRD… como resultado de sus propios autogoles.

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