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El jarabe, un baile nacional

CONACULTA

MÉXICO, DF.- Canciones alegres, con letras pícaras, invitan a hombres y mujeres a bailar al ritmo del jarabe, interpretación musical que durante la consumación de la independencia se convirtió en el baile nacional.

El paso del tiempo enterró al jarabe casi en el olvido, hasta que los Jaraberos de Nochistlán, grupo zacatecano, se dio a la tarea de recuperar un parte de este género a través de su primer disco titulado con el mismo nombre.

Conjunto musical creado por Nicolás Puentes Macías tiene como finalidad preservar y difundir la música popular del país, en especial la de Nochistlán, municipio ubicado al sur del estado de Zacatecas, localidad de donde son originarios los integrantes del grupo.

Este disco, editado por el Fondo Estatal Centro-Occidente, de la Dirección General de Vinculación Cultural del Conaculta, contiene tres jarabes, un chotis, un lamento, una danza, un corrido, una canción tradicional, una polka y un son, interpretados por Luis Alberto Pérez Aquino, Héctor Vallín Martínez, Nicolás Puentes Macías (violín), José Manuel Aquino (guitarra quinta), Héctor Armando Pérez Aquino (guitarrón), Josafat Puentes Vargas (arpa, guitarra y tambora), Samuel Aguayo, Sandra Valdéz, Betzabé Estrada y J. Trinidad Pérez (voces).

En palabras de Nicolás Puentes, director del grupo, los jarabes se bailaban en todas las fiestas populares y para ello antiguamente era necesario excavar una fosa de cinco metros de largo por un metro y medio de ancho. En ella se colocaban vasijas de barro, que posteriormente eran cubiertas con tablas para que el zapateado de las parejas de bailarines resonara más, señaló.

Un calzón de manta con cintillos amarrados a los tobillos, una camisa con cordones que se entrecruzan amarrándose en un extremo de la cintura, un paliacate, un ceñidor rojo o guinda, un par de huaraches, un sombrero ancho plano y una cobija al hombro son las indumentarias masculinas para los bailarines del jarabe; mientras que el vestuario femenino está conformado por un rebozo, una blusa de manga larga y una falda larga con olanes, además de un par de zapatos o huaraches, indicó Puentes Macías.

“Después de la consumación de la Independencia de México, el jarabe tuvo un gran auge en el país, ya que se convirtió en una expresión de júbilo del triunfante movimiento insurgente. Baile interpretado de manera clandestina y perseguido por autoridades civiles y religiosas pasó a ser un baile nacional, una forma de desligarse simbólicamente de las ataduras españolas’’.

Es preciso señalar que dicho género existía desde el Siglo XVIII, pues está documentado que en España se hablaba de un baile denominado jarabe gitano, mientras que en la Nueva España se hacía referencia al jarabe gatuno y al pan de jarabe, interpretación musical y dancística prohibida por el virreynato por estar catalogado como obscena.

Al respecto, el músico e investigador dijo que no se tienen imágenes de los movimientos censurados, ni documentos que ayuden en la estructuración del entorno musical del jarabe, por lo que es necesario recuperar lo poco que queda, a través de los antecedentes que los interpretes más antiguos puedan aportar de forma oral.

Asimismo el director de Los jaraberos de Nochistlán mencionó que sobre el origen de la palabra jarabe se tienen varias versiones: Vicente T. Mendoza supone que deriva de la palabra árabe xarabe o que debe estar relacionada con el charape (bebida de piloncillo) de Michoacán. Por su parte, Jas Reuter hace una analogía del medicamento hecho de hierbas o concentrados dulces, con la variedad de aires (partes) musicales que tiene este género.

En cuanto a su estructura, señaló que se encuentra determinada por la región territorial: cada entidad adaptó su interpretación a sus condiciones socioculturales y utilizó los instrumentos que tenía a la mano. También citó a los etnomusicólogos de su localidad cuando definió al jarabe como un conjunto de tonadillas, las cuales constan de tres partes seguidas de un verso jocoso y una diana.

En este sentido, agregó que la interpretación hecha en su municipio tiene toques distintos al de Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Tlaxcala y Coahuila, por su inclusión de la tambora, además de que su ejecución esta apegada estrictamente a la reglas musicales de origen.

Los datos obtenidos en esta recopilación discográfica persiguen preservar nuestras raíces musicales, porque "para conocer el futuro hay que conocer el pasado" señaló, Puentes Macías quien, junto con su hermano Hipólito, investigó el nacimiento y evolución de este género musical con tanta tradición en el sur de Zacatecas.

Los fraseos, acentos, estilo y estructura de las melodías de este disco se realizaron de la forma más apegada a las primeras interpretaciones y podrán ser escuchas además de en el disco en las giras del prupo por diversas entidades del occidente del país.

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