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Las 12 Palabras

JAQUE MATE

Sergio Sarmiento

“Las palabras sin pensamiento nunca van al cielo”.

Shakespeare

yahvé mandó con Moisés dos tablas y 10 mandamientos que redactó en unas 300 palabras. Jesús se extendió más, unas dos mil palabras, en su sermón de la montaña. Andrés Manuel, sin embargo, sólo necesitó 12 palabras.

Pero en contra de López Obrador ciertamente hubo un compló. ¿De qué otra manera podría explicarse la tacañería de un Congreso que se negó a darle esas 12 palabras que separaban el recto nacionalismo de la traición a la patria?

Sin duda yo debo pertenecer a ese compló porque, para empezar, no he encontrado las famosas 12 palabras. Lo que he hallado son varias versiones de la famosa frase de Andrés Manuel que varían entre 15 y 20 palabras.

La versión más corta que hallé es la siguiente: “No se suscribirán contratos de exploración que contemplen el otorgamiento de bloques o áreas exclusivas”. Pese a todos mis intentos por sumar estas voces de diferentes maneras, sin embargo, encuentro 15 y no 12. En otras versiones se añade “o producción” a los “contratos de exploración” lo que sube la suma a 17 palabras. En otras más se incluye al final la frase “para un contratista”. Ahí hay 20 palabras.

Pero ¿por qué, si son entre 15 y 20 palabras, Andrés Manuel ha insistido que se trata de 12? Quizá porque no se molestó en contarlas o porque se equivocó al hacerlo (los problemas del sistema educativo de nuestro país son muy graves). O quizá simplemente quería usar un número sonoro y redondo: 12, el número de los apóstoles o el de los meses del año.

Me parece que a estas alturas la decisión sobre las 12 palabras (o cualquiera que sea su número) tiene poco sentido. Ya Andrés Manuel logró impedir la inversión privada en refinación y en transporte en ductos (en camiones no hay problema). Consiguió también impedir que los contratistas puedan tener un incentivo en su trabajo. Si encuentran petróleo en exploración bien y si no lo encuentran es lo mismo. Los contribuyentes mexicanos están ahí para pagar el precio de los contratos nacionalistas, se encuentre o no petróleo. ¿Para qué nos preocupamos por las 12 palabras si ya Andrés Manuel logró mantener en nuestro país el régimen más conservador y cerrado en el mundo en materia petrolera?

Pero para López Obrador es importante protestar aun en la victoria. Todavía ayer consiguió que se le recibiera en la Cámara de Diputados para que presentara sus puntos de vista. Esto es algo que, por supuesto, los diputados no habrían aceptado en el caso de usted, que me lee, o en el mío. Y no sorprende que lo hayan recibido. Afuera del Palacio Legislativo estaban los adelitos reclutados por Andrés Manuel para presionar al Congreso a adoptar su punto de vista.

De nada sirvió, sin embargo, que los líderes de los diputados se reunieran con López Obrador. El jefe máximo del PRD y del Frente Amplio Progresista dio la instrucción para que sus incondicionales tomaran una vez más la tribuna. Los diputados procedieron de todas maneras a votar la reforma con los lopezobradoristas convertidos en una simple molestia, como si fueran una mosca latosa.

¿Caerá la virginidad del nacionalismo mexicano porque no se incluyeron esas doce palabras, una de las cuales, “bloque”, ni siquiera está registrada en los diccionarios de español con el sentido que le da López Obrador? Poco probable. Ni la adición ni la ausencia de esas 12 palabras modificarán de manera significativa una reforma que salió ya muerta del Congreso.

López Obrador ha ganado virtualmente todas las batallas. No puedo pensar en ninguna de las propuestas de fondo del tabasqueño que no haya sido al final aceptada por unos legisladores preocupados más por la posibilidad de que Andrés Manuel los acusara de vendepatrias que por tomar medidas sensatas que garantizaran una mayor inversión pública y privada en la industria petrolera.

Pero para López Obrador es importante mostrar que siempre está en lucha. Él busca presentarse ante la opinión pública no como un político cualquiera sino como un rebelde y un mártir que se enfrenta siempre a conspiraciones y engaños de los políticos malévolos y corruptos. Y en buena medida ha logrado.

Así lo hizo con los bloqueos de los pozos petroleros de Tabasco, que lo convirtieron en un personaje nacional. Así lo hizo al incurrir en un desacato a una orden judicial y después presentarse como un mártir de una conspiración que llevó a su desafuero. Así lo hizo también al perder la elección de 2006 y afirmar que había sido víctima de un fraude electoral que nunca existió.

No sorprende así que hoy López Obrador se haya sentido incómodo ante un triunfo contundente en la reforma petrolera. Por eso inventó las 12 palabras, aunque no hayan sido 12. ¿A quién le importan esos detalles cuando lo importante es mostrar a México y al mundo que el presidente legítimo es un luchador que se opone incluso a sus victorias.

EL REPUNTE

Los mercados bursátiles tuvieron ayer un repunte espectacular. El índice Dow Jones de Nueva York y la Bolsa Mexicana avanzaron casi 11 por ciento. El peso mexicano también recuperó terreno. No es que haya terminado la crisis financiera, pero las cotizaciones de muchas empresas eran ya verdaderas gangas. En los próximos meses seguirá habiendo fluctuaciones y volatilidad, pero ayer los inversionistas demostraron que, aun en las peores circunstancias, están dispuestos a apostar nuevamente a los mercados.

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