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Todavía la Reforma

JAQUE MATE

Sergio Sarmiento

“Con un impuesto sobre la renta, el justo pagará más que el injusto por el mismo ingreso”.

Platón

Los años pasan y seguimos sin aprender las lecciones más básicas de la economía. Estamos utilizando un recurso natural no renovable, el petróleo, para financiar el gasto corriente del Gobierno. La mayor alza en el precio de los hidrocarburos en la historia nos ha ayudado a mantener por un tiempo a flote nuestra insensatez, pero la verdad es muy sencilla: estamos empujando al país a la bancarrota.

Según el proyecto de presupuesto de la federación para 2009, en 2002 los ingresos presupuestarios del sector público ascendían a 20 por ciento de nuestro producto interno bruto. Para este 2008 se habrá alcanzado un 22.1 por ciento. “Magnífico”, dirán quienes piensan que un país puede volverse próspero aumentando el gasto del Gobierno. Pero el problema es que este incremento es fundamentalmente consecuencia de una mayor recaudación petrolera, la cual pasó de 6 a 8.4 por ciento del PIB en este período.

A pesar de que en 2008 hemos tenido una supuesta reforma fiscal destinada a aumentar la recaudación, el resultado ha sido decepcionante. Los ingresos no petroleros del Gobierno pasaron de 14.1 por ciento del PIB en 2002 a 14.4 por ciento en 2007. En 2008, ya con la “reforma fiscal”, estos ingresos cayeron a 13.7 por ciento. En 2009 el Gobierno espera que esta cifra se eleve a 13.8 por ciento del PIB, un poco más que en 2008 pero muy por debajo de la cifra de 2002.

El Gobierno de la República nos recetó en 2007 una reforma fiscal cuyo propósito era aumentar la recaudación de manera equitativa y promotora de la inversión. Se nos dijo que tendríamos una “tasa única”, sencilla y equitativa como la de Irlanda, país que ha sido ejemplo en esta materia.

La verdad, sin embargo, fue muy distinta. El IETU de la Secretaría de Hacienda es un engendro que poco o nada tiene que ver con la Tasa Única de Irlanda. Aquí Hacienda ha regresado a la vieja táctica de desplumar a los contribuyentes que tiene al alcance de la mano, con pésimos resultados.

La Ley de Ingresos contemplaba una recaudación por el IETU de 73 mil millones de pesos para 2008. Podríamos preguntarnos si valía la pena tanto esfuerzo para un monto de apenas 2.8 por ciento del presupuesto; pero el resultado ha sido incluso peor. En este momento Hacienda está esperando que el IETU recaude solamente 50,900 millones de pesos en 2008, ¡un 30 por ciento menos de lo presupuestado!

Por primera vez en 15 años la Secretaría de Hacienda está anunciando un presupuesto sin endosarnos a los ciudadanos una nueva miscelánea fiscal. En otras palabras, este año no nos cambiarán las reglas como tantas otras veces para desplumar un poquito más a los contribuyentes cumplidos. Pero eso no significa que podamos estar satisfechos. La verdad es que estamos exactamente en la misma lamentable situación en la que nos encontrábamos a principios de 2007, cuando el Gobierno de la República quiso convencernos de que el país necesitaba una reforma fiscal.

La reforma la seguimos necesitando, pero no una más de las misceláneas que hemos tenido. Necesitamos, ahora sí, una reforma de fondo. ¿Cuál sería el propósito? No se trata de recaudar más: ése ha sido el error de los políticos a lo largo de los años. El objetivo es crear un sistema fiscal más justo y eficiente, en el que paguen una parte equitativa quienes ahora evaden impuestos y en el que, sobre todo, se promueva una mayor inversión productiva. Las medidas más lógicas para construir este sistema son cobrar IVA en alimentos y medicinas –aunque se opongan los políticos más reaccionarios del país— y aplicar una tasa única baja y con deducciones sensatas a un impuesto sobre la renta radicalmente simplificado.

El Gobierno panista de Felipe Calderón nos dice que no se ha podido hacer la mejor reforma posible por la oposición de los políticos del PRI y del PRD. Y quizá sea verdad. Pero quienes escribimos sobre temas económicos debemos enfatizar una y mil veces la necesidad de hacer una reforma fiscal real.

Ante la resistencia de la clase política, el Gobierno del presidente Calderón prefirió hacer una reforma inequitativa (porque recauda sólo de quienes ya están pagando), ineficiente (porque su recaudación dista mucho de ser la que necesita el país) y miope (porque no promueve las inversiones que harían más próspero a México y a los mexicanos). Lo peor de todo es que decidió llamarle “reforma fiscal” y considerarse satisfecho con lo logrado. Mientras tanto la nación sigue utilizando un recurso natural no renovable, el petróleo, para financiar al gasto del Gobierno. En unos cuantos años más los mexicanos nos daremos cuenta de la tragedia a la que la clase política ha empujado a nuestro país.

COMBUSTIBLES

El presidente Calderón dijo hace algunos meses que el subsidio a las gasolinas costaría 200 mil millones de pesos en el 2008. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, ha reconocido esta semana que el monto ascenderá sólo este año a 240 mil millones. Para 2009 se calcula que el subsidio descienda a 140 mil millones, pero esto dependerá de circunstancias, como el tipo de cambio o el precio internacional del petróleo, que no están bajo control del Gobierno. Increíblemente algunos opinadores de izquierda defienden el subsidio, 80 por ciento del cual beneficia al 20 por ciento más rico de la población.

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