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El turismo, otro tesoro...

Hora Cero

Roberto Orozco Melo

El columnista no deja de ser reportero. A veces los muchos años entorpecen su capacidad de percepción de la noticia; a veces la fatiga lo hace insensible al toque humano de lo insólito, Nada de ello hay en esta nota, que sólo narra una visita de turistas.

Al observar los autobuses de turismo que visitan Saltillo procedentes de la frontera Norte tuve evidencia de la curiosidad que provoca en el extranjero el desarrollo experimentado de Saltillo durante las últimas décadas. Uno de los turistas con quien conversé me contó que vino a estudiar “a long time” (años 50 del siglo XX) en la “Universidad” de “Couquita Galindou, very good people” y luego ahorró para venir a reconocer “Saltío” “Is a diferent city, but very good place” aclaró.

No es la actividad turística una actividad consuetudinaria y redituable; sin embargo, en algunos fines de semana o en los períodos vacacionales vemos el arribo de autobuses de pasajeros que traen un apreciable número de personas mayores –digamos de la edad en plenitud— más algunos matrimonios maduros, de nacionalidad estadounidense acompañados de jóvenes e infantes quienes vienen a conocer “el Saltío”.

Todos exhiben calidad de turistas y no siempre son extranjeros, pues también arriban muchos nacionales. Los turistas cumplían la rutina de cualquier visitante: cámara al hombro, mochila a la espalda, caminata a peso lento y un ceño de obsesiva curiosidad en los rostros. Todo les llama la atención. Se detienen ante los aparadores de los comercios. Muestran preferencia por el Mercado Juárez, lo visitan y salen colmados de curiosidades locales o nacionales que ahí se expenden; preguntan por las fábricas de sarapes, por los dulces regionales y por los sitios de interés.

Estuvieron encantados con las plazas públicas en la zona Centro de Saltillo, sobre todo la alameda Zaragoza. En el Centro se detuvieron ante las vendimias de nieve, los refrescos naturales de frutas, los inefables “tacous” y otras atracciones gastronómicas. Por su tamaño el gran autobús quedó varado en plena vía pública, mientras que el operador caminó como escolta de los viajeros. Los turistas indagaron por sitios de interés. Preguntaban a las personas sobre qué cosas ver, si bien lo hacían con dificultades de comunicación verbal.

Ojearon un sencillo folleto que les repartió alguna agencia de viajes y les admiró algo muy simple, que nosotros vemos con naturalidad: a sólo dos cuadras de distancia hacia el Sur ya estaban frente a Palacio de Gobierno, la Catedral de Santiago, la Capilla del Santo Cristo, la Escuela de Artes Plásticas, el Instituto Coahuilense de Cultura y su librería, cafetería y salas de exposiciones. Las cámaras digitales cosecharon imágenes que luego archivarían los turistas en sus computadoras para rememorar las emociones del paseo.

Al continuar al Oriente por la calle Juárez pudieron curiosear la casa que habitó el presidente Benito Juárez durante su lucha contra la invasión francesa, Hoy es sede del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas. Allí admiraron la colección iconográfíca de la época juarista y las banderas históricas del Siglo XIX.

Luego quisieron sentarse bajo la relajante sombra de los viejos árboles de la plaza San Francisco, otros visitaron la Iglesia franciscana y algunos entraron a la Iglesia Bautista. Igual visitaron el Museo Rubén Herrera y la obra pictórica de este artista plástico.

Retornaron a la calle de Bravo y la ascendieron rumbo al Sur. A la derecha vieron el anuncio de “museo” en el frontis de la propiedad de la familia Recio Dávila donde se expone la colección de obras del arte plástico y la biblioteca de Sergio Recio Flores, que fue cronista de Saltillo en 1977. Los turistas tomaron Hidalgo rumbo al Sur, pero antes, ubicados en la acera poniente, hicieron un zigzag fotográfico para captar el Casino de Saltillo, la residencia del Obispo de la Diócesis saltillense y el Museo de la Angostura. Continuaron hasta la esquina de Hidalgo y Escobedo para ver el Templo de San Juan Nepomuceno de imponente arquitectura en la que luce una magnífica colección de óleos de factura colonial del Padre Gonzalo Carrasco.

Otra esfuerzo caminero por dificultosas banquetas y los turistas arribaron al viejo edificio del Colegio de San Juan, hoy Museo de las Aves al cuidado de don Aldegundo Garza.

Allí, mientras unos recorrían la bien montada exposición, otros descansaron en el jardín interior para continuar hasta la Capilla del Ojo de Agua desde donde contemplar y retrataron el crecido paisaje saltillense.

De pronto llegó el autobús que los conducía y lo abordaron acezantes y sudorosos. Cansados sí, desanimados no. En sus ojos pude percibir un brillo de satisfacción al apoltronarse en los asientos. No supe a dónde más fueron y caminé hasta mi automóvil, afortunadamente cuesta abajo, mientras reflexionaba: ¿Seremos capaces de promover y explotar el filón de divisas que pueden producir los viajes cortos de los turistas nacionales e internacionales al Estado de Coahuila?..

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